Ahogamientos infantiles: silenciosos, sin lloros, gritos, ni apenas ruido
Junio se convierte en el mes más letal de la década, con 10 niños muertos por ahogamiento, que hacen un total de veinte en lo que va de semestre
Claves para prevenir y actuar ante ahogamientos y atragantamientos
Madrid
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Iniciar sesiónContrario a la imagen que se tiene, el ahogamiento no es un suceso ruidoso, ni visible. «Seguimos esperando que alguien grite socorro cuando se ahoga, pero es un proceso rápido, silencioso y difícil de detectar, que en la mayoría de los casos transcurre en ... menos de dos minutos. Lo mismo que se tarda en contestar una llamada, cepillarse los dientes o ver un par de post en redes sociales», advierte Roberto Barcala, coordinador del grupo de Grupo de Trabajo SEMES-Socorrismo, perteneciente a la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES).
Un niño que se ahoga lo hace en silencio: ni grita, ni llora, ni hace ruido o pide ayuda. El chapuceo apenas se oye», corrobora con preocupación Luis Miguel Pascual Gómez, profesor de salvamento acuático y responsable de Ahogamientos.com, uno de los mayores proyectos de investigación de este tipo de sucesos en el medio acuático en España.
«Cuando ocurre una tragedia así, conlleva un impacto tremendo en el núcleo familiar. Los reproches entre los progenitores se suceden porque, al fin y al cabo, es el resultado de una falta de supervisión adulta o de un despiste. ¿Cómo se queda la familia después?», reflexiona este experto, que dedica su vida a la prevención.
Las cifras de ahogamientos no son baladíes. En lo que va de año y según datos recogidos por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS), responsables de elaborar el Informe Nacional de Ahogamientos (INA) desde 2015, un total de veinte menores de edad han fallecido en el medio acuático, de los cuales la mitad han perdido la vida sólo en el mes de junio. De las víctimas, cuatro eran menores de hasta tres años, cinco tenían entre once y diecisiete años y dos se encontraban en la franja de entre cuatro y diez años. Contabilizando también los adultos, junio ha sido, indican desde la federación, el mes más letal de la última década, con un total de 73 muertes registradas, según RFESS, y el semestre más trágico desde que se recopila el Informe Nacional de Ahogamientos, con un total de 211 víctimas.
Por detrás de los accidentes de tráfico
De hecho los ahogamientos en menores, «suponen globalmente la segunda causa de muerte accidental de la población infantil entre 5 y 18 años, tan sólo por detrás de los accidentes de tráfico, pero no se le da la importancia que merece. Siguen faltando, apunta, campañas de prevención y de información. Hay cuatro y son muy tibias. Es muy fácil decir que un ahogamiento es producto de una imprudencia pero no hay educación en este sentido. La gente es consciente de que bañarse con bandera roja está prohibido, pero no sabe qué es una corriente de resaca…», denuncia Pascual Gómez.
En el caso de los menores, prosigue este profesional, «concienciar de la importancia de la supervisión adulta es una de las piedras angulares para reducir las cifras de menores ahogados». Sobre todo, cuando hablamos de la franja comprendida entre el primer y el cuarto año de vida, explica, «momento que coinciden varios factores: los niños comienzan a andar, amplían su radio de acción y libertad de movimientos, sus padres relajan la supervisión cercana y los menores no tienen todavía autonomía en el agua».
Por eso, tal y como recomienda el coordinador del Comité de Soporte Vital de Asociación Española de Pediatría (AEP), el doctor Ignacio Manrique, «los niños deben estar siempre supervisados en playas, piscinas, ríos o pantanos, aunque estos lleven algún sistema de flotación como colchonetas hinchables, flotadores con forma de aro, manguitos, etc. Estos dispositivos por sí solos no previenen el ahogamiento, ya que no garantizan que las vías respiratorias queden fuera del agua en todo momento. Su uso como medida preventiva no debe ser nunca exclusivo. Dentro de estos sistemas de flotación, el único que se considera efectivo es el chaleco salvavidas. Aun así, el adulto no debería alejarse del niño más allá de lo que le alcancen los brazos. Incluso aunque haya socorrista, no debemos dejar de vigilar a los menores, pues son responsabilidad de los padres».
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Recordemos, continua Gómez Pascual, «que en esta etapa vital, los ahogamientos mortales se suceden, sobre todo, en las piscinas domésticas, porque, normalmente, son lugares sin protección o vallado». Curiosamente, añade el fundador de Ahogamientos.com, «las piscinas públicas con vigilancia también contribuyen a engrosar las cifras, algo que parece contradictorio, pero que no hace sino reafirmar el hecho de que se utilizan a menudo como 'guardería' de niños con escasa o inexistente supervisión del mayor. Insistimos en que la responsabilidad de los niños es siempre de los adultos, que no se pueden poner a mirar el móvil, y que el socorrista no es una niñera, es una capa adicional de protección».
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