La técnica de rinoceronte naranja para no gritar a tus hijos
Según Óscar González, autor de 'Educar y ser felices', gritar es una fórmula que utilizan muchos padres cuando no tienen otro recurso para educar
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Iniciar sesiónYa está aquí la Semana Santa y muchos padres vuelven a tener a sus hijos las 24 horas del día en casa a causa del cese de los colegios por las vacaciones. Ante la imposibilidad de poder viajar libremente y que muchos padres se ... ven obligados a estar de nuevo teletrabajando –si no lo hacían ya–, para poder atender al mismo tiempo a sus pequeños, el escenario en numerosos hogares se puede tornar conflictivo por el choque de intereses de unos y otros, y la frustración de no disfrutar de esas vacaciones deseadas por culpa del Covid-19 .
Los enfados y los gritos pueden estar más presentes que nunca. En un intento de buscar la calma, resulta conveniente recordar la interesante fórmula del rinoceronte naranja. Se trata de una técnica que desarrolló Sheila McCraith, una madre estadounidense con cuatro hijos de 2, 3, 4 y 6 años. Se le ocurrió esta idea a raíz de que un día, en plena explosión de gritos hacia sus pequeños, se dio cuenta de que un obrero le estaba viendo y escuchando desde el otro lado de la ventana de su casa. El mismo obrero que días antes estuvo trabajando dentro de su hogar y ante el que mantuvo siempre la compostura y supo reprimir las ganas de gritar a sus hijos.
Aquella escena le avergonzó tanto que pensó que algo debía cambiar porque se dio cuenta de que, en realidad, era capaz de reprimir sus gritos delante de otras personas desconocidas y que debía preocuparse más por lo que pensaran sus pequeños y no terceras personas.
Decidió compartir su experiencia con otros padres y creó un blog 'The Orange Rhino Challenge' (el reto del rinoceronte naranja) en el que planteó dejar de gritar a sus hijos durante nada más y nada menos que 365 días . Lo denominó así por considerar que los rinocerontes son animales tenaces, vigorosos y naturalmente pacíficos, aunque muestran un comportamiento agresivo cuando son provocados. El color elegido, el naranja, es vital, enérgico y cálido.
Par lograr su propuesta sin gritos incluía una serie de pasos que ayudan a minimizar la ira en momentos de tensión con los hijos. Estas son algunas de sus muchas pautas:
–Apartarse del conflicto por unos instantes. En el momento en el que un padre tenga ganas de gritar debe tener la fuerza de voluntad suficiente para alejarse del lugar unos segundo. En el camino, si el padre sacude su propio cuerpo con movimientos secos o estirando los brazos, también puede ayudar a calmar esa rabia contenida.
—Pensar que se trata de niños porque lo habitual es que los padres 'entren al trapo' y se pongan al nivel de los pequeños.
–Cerrar los ojos para intentar visualizar otros espacios que nos traigan a la mente sensación de calma y disfrute como una playa o una montaña para bajar pulsaciones en momentos críticos.
–Colocarse unos cascos y ponerse una canción es otra opción para tranquilizarse en situaciones de máximo estrés familiar ante las disputas.
–Correr por la casa para poner el cuerpo en movimiento y liberar, de este modo, las tensiones.
–Respirar hondo, cambiar el grito por un susurro, hablar con voz de robot para llamar su atención y, con mayor calma, explicarles cómo corregir su comportamiento ante un conflicto...
Pero lo esencial ante estas y otras medidas es llevar siempre algo de color naranja para que, de esta forma, los padres tengan siempre presente que están inmersos en un reto : el de no gritar a los hijos.
Óscar González, profesor de educación Primaria, director de Escuela de Padres con Talento y Escuela de Padres 3.0, lanza a las familias en su último libro «Educar y ser felices» el reto de estar un año sin gritos. Explica que lo importante es reconocer la necesidad de cambiar y marcar la meta. Para ello, recomienda a los padres que se haga un compromiso público con el entorno más cercano para que en los momentos de mayor debilidad le recuerde que es un compromiso al que no se puede fallar.
«También es muy importante –aconseja– observar e identificar las causas que desencadenan que se acabe elevando el tono para, de este modo, poder encontrar fórmulas que lo eviten y posibles soluciones. Lo mejor es plantearse empezar por una semana para ir aumentando el tiempo según se va avanzando en el reto».
Los gritos son para este autor «una fórmula que utilizan muchos padres cuando no tienen otro recurso para educar. Gritar no es efectivo para resolver un conflicto o situación , además, la tendencia es elevar cada vez más el tono. Y eso no es educar».
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