El ahorro llega a la escuela
Cataluña dará pautas a colegios e institutos ante la avalancha de alumnos que acuden a clase con la comida de casa en «tupper»
La comida de la madre no la iguala nadie. Si a esta premisa le sumamos la crisis económica y que el coste mensual del comedor escolar asciende a 150 euros de media, la costumbre de mandar a los chicos a la escuela con ... la fiambrera bajo el brazo gana cada vez más adeptos. En Cataluña es tal el aumento de esta práctica que la Generalitat ya ha anunciado que regulará su uso a partir del próximo curso escolar. En el resto de España la moda del «tupper» también se extiende.
En algunos centros ya es el 66% de los alumnos los que acuden con «tupper»
Comenzó la práctica enfocada a casos especiales, niños celiacos o alérgicos, pero ha tomado fuerza en los últimos años. La disminución de las becas de comedor y la creciente crisis han favorecido que los padres prefieran enviar la comida desde casa. En su momento, las fiambreras inundaron las oficinas, ahora inundan las escuelas, las concertadas y las privadas. En el instituto Súnion de Barcelona, donde desde hace más de veinte años algunos alumnos comen de «tupper», debido al aumento de la demanda han tenido que comprar una nevera más para que las tarteras de todos los chicos tengan sitio. La escuela Solc, por su parte, lleva 33 años atendiendo esta necesidad, por lo que ya dispone de un sistema que otras escuelas podrían adoptar. En ambos centros barceloneses todo comenzó con una tímida demanda de algunas familias y, con el tiempo, el efecto dominó ha llevado a que ya sea el 60% del alumnado el que acuda a clase con el «tupper». Con todo, y aunque ya son varias las escuelas e institutos que lo permiten, lo hacen desde un limbo normativo.
Libertad para cada colegio
«Los padres se acercaron a nosotros pidiendo que se regulase una práctica que en la privada está yendo a más, y en la pública está prohibido de manera expresa», explica Pere Farriol, presidente de Fapaes, organismo que agrupa a las asociaciones de madres y padres de alumnos de las escuelas públicas de Cataluña.
Habrá neveras y microondas para los alumnos que lleven su comida
A pesar de que en algunos centros concertados y privados se permite su uso desde hace tiempo, en los públicos ni siquiera se planteaban la idea de autorizarlo. Sin embargo, a partir de la petición de la Fapaes, el departamento de Educación de la Generalitat se pronunció a favor de esta práctica, dando libertad a cada colegio. «Se encontraron casos de niños que llevaban la fiambrera y se sentaban a comer en el patio por su cuenta», explica Meritxell Ruiz, directora general de Atención a la Familia y Comunidad Educativa, del departamento de Educación. Para evitar esto, decidieron que «más que regular, daremos una serie de recomendaciones a seguir, en caso de que la institución acepte los "tuppers"».
Las recomendaciones pasan por que el centro disponga de un comedor con monitores, así como de una nevera para guardarlos durante el día y de uno o más microondas para calentar. Por otro lado, se hará también una recomendación a los padres, para que los alimentos que envíen sean lo más sanos y equilibrados posible, en una guía que elaborará el departamento de Salud. Los colegios que decidan incorporar la práctica deberán correr con los gastos que esta implique: nevera, microondas y monitores.
Contra la obesidad infantil
Desde la administración, explica Ruiz, han buscado modelos internacionales a imitar. El del Reino Unido es uno a destacar, pues desde 2007 publicaron los «Nuevos estándares para la comida escolar», los cuales no solo regulan lo que se debe ofrecer en los comedores, sino también en las máquinas expendedoras y las fiambreras que se llevan de casa. La comida basura está prohibida en cualquiera de los casos. De hecho, la medida se llevó a cabo para combatir la obesidad infantil, una epidemia que en España se ha cuadruplicado en los últimos treinta años, y ya afecta a uno de cada cinco niños.
Nunca habrá una segregación del alumnado
La implantación del «tupper», sin embargo, no es fácil. La Generalitat, por ejemplo, establece que los niños que coman del «catering» que ofrece la escuela y los que lo hagan de su fiambrera lo realicen por separado, para que en caso de intoxicación alimentaria quede claro el origen. «Con los "tuppers" la responsabilidad pasa a las familias», agrega Ruiz. Para Farriol, de la Fapaes. Esto en ningún caso se traducirá en una segregación del alumnado, sino que se permitirá que los niños que llevan la fiambrera coman en una mesa con otros compañeros que también la lleven, bajo la supervisión de un adulto.
Por otra parte, la administración niega que se vaya a multar a los centros que ya realizan esta práctica. «Los centros tienen autonomía, el departamento lo que hará es regularlo. Los lugares que ya lo hacen lo realizan con sentido común», apunta Ruiz.
La moda del «tupper» no se limita a Cataluña, y en otras comunidades también proliferan los colegios privados y concertados que la han integrado. Es el caso del colegio Peñamayor en Siero (Asturias) o el colegio Irabia, en Pamplona, que cobra a los alumnos que llevan fiambrera un pequeño importe para cubrir los gastos que genera esta práctica», como la limpieza y monitores. Si la crisis y la «moda» han cambiado los hábitos de alimentación en las oficinas, ahora también lo hace en los colegios.
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