Un profesor de programación: «En las clases online es complicado detectar si un alumno necesita ayuda»

Durante el confinamiento, la mayoría de familias ha relajado el control sobre los menores y el uso que estos han hecho de los dispositivos electrónicos. ¿Quizás sea el verano el momento perfecto para volver a los límites?

El medio digital, pese a su indiscutible potencial como fuente de evolución humana, tiene una parte negativa, oscura, que nos genera una adicción importante, principalmente por la liberación de dopamina, un neurotransmisor que produce placer. En los menores, al no estar en su fase máxima de maduración la parte del cerebro que gestiona las adicciones, este efecto es muy tangible.

En una situación de confinamiento, con familias teniendo que asumir el teletrabajo a la vez que se intenta que los menores de la casa sigan su formación, es lógico perder el control y no poder poner límites al consumo digital. Será complicado volver a restringir el uso pero es necesario . Mi consejo es que se tenga en cuenta que el menor no tiene control sobre la adicción que el medio digital le provoca y no siempre el diálogo va a apaciguar las ganas de más dosis de dopamina.

Por otro lado, la pandemia nos ha puesto en una situación nueva, que pone sobre la mesa la necesidad de combinar la educación presencial con la telemática. ¿Cuál sería según usted la mejor manera de equilibrar aprendizajes entre una y otra?

No se puede enfocar el aprendizaje en un nuevo medio de la misma forma que se hacía previamente. Es muy importante entender esa dualidad entre necesidad evolutiva y entorno actual. Los menores tienen unas necesidades evolutivas muy ligadas a ritmos lentos, entornos naturales y mucho movimiento y juego. El medio digital propone un entorno que adolece en mucha medida de todo ello, aunque tiene otras virtudes.

La clave en los próximos años va a ser entender que no es posible trasladar un tipo de educación basada en la interacción física a un medio digital sin replantearse todo casi desde el principio . El desarrollo de las soluciones digitales para educación y ocio infantil actualmente están enfocadas a la estimulación, por lo que desplazan en buena medida el fortalecimiento de la autonomía y la imaginación internas. Desaparece el tan necesario aburrimiento, fuente inagotable de creatividad .

Por ello habría que plantear un entorno digital mucho más enfocado a satisfacer las necesidades de la infancia: ritmos lentos, movimiento para desarrollar la psicomotricidad, interacción humana… Todas las habilidades que se adquieren con el juego y la imitación de otros seres humanos no se desarrollan de la misma forma en muchas de las actividades que se proponen en el medio digital.

Está claro que en una situación como la que hemos vivido hay que tomar decisiones drásticas, pero quizá sea más importante respetar lo esencialmente importante en la infancia antes que la adquisición de contenidos de currículums educativos. Hemos pasado de una educación analógica a una totalmente digital. Seguramente pudiendo combinar fases presenciales con fases online se pueda mejorar el impacto real que tiene el aprendizaje.

Durante la pandemia, hemos visto colegios que han puesto clases online a niños de educación infantil. ¿Es posible mantener la atención a edades tan tempranas?

Es un asunto muy complejo. La realidad es que la primera infancia es el periodo más trepidante de aprendizaje y el cerebro se desarrolla a un ritmo vertiginoso. La calidad de las experiencias educativas en esa edad tienen mucha importancia en el futuro.

Curiosamente cada vez parece haber mayor consenso en la necesidad de experiencias humanas y físicas a esas edades. Pese a ese momento tan permeable a nuevos aprendizajes, el niño o niña tiene unas necesidades muy concretas y el medio digital en su forma de concretarse actualmente dista mucho de satisfacerlas.

A los 4 años de edad no se está preparado para aprovechar el aprendizaje que se puede extraer de una clase online . Es natural pensar que es positivo estimular a un niño, pero la realidad es que hacerlo a través del medio digital puede ser contraproducente.

Una interacción humana está colmada de matices. En una videollamada el esfuerzo para completar toda esa información que se sesga es muy grande, por lo que el menor desconecta y se sitúa en una posición muy pasiva frente al aprendizaje.

Usted señala que la cosa tampoco es fácil en Secundaria, y menos cuando los alumnos no tienen claros sus anhelos.

Como profesor de Secundaria durante esta pandemia he vivido este efecto de forma muy clara. El aprendizaje real surge de la motivación, y la motivación la alimenta todo el mundo emocional del individuo. Si no tenemos claro el por qué queremos aprender es más complejo que nos vinculemos con un aprendizaje.

Es algo que ya pasaba en las clases presenciales, pero en las mismas el docente tiene una capacidad mucho mayor de atender al estado anímico del individuo y su conexión con el aprendizaje. Se puede trabajar para buscar la motivación aunque el propio contenido no despierte emoción alguna.

En el medio virtual la comunicación está muy sesgada, se reduce a una imagen no del todo nítida y toda la expresión corporal y contexto desaparece, es muy complicado detectar que un alumno o alumna necesita ayuda para avanzar o conectarse con el aprendizaje .

El alumnado que tiene una motivación intrínseca hacia el aprendizaje avanza bien, pero hay muchos casos que necesitan otro tipo de incentivos que están aprovechando muy poco un tipo de docencia impartida en un medio que no es el idóneo.

Aunque tradicionalmente se ha hablado de brecha digital en términos de déficit de medios técnicos, la brecha digital engloba muchos más problemas , como los anteriormente mencionados.