Los encajes de bolillos de las madres autónomas ante las vacaciones escolares

Lamenta que no existan estructuras gratuitas ni apoyo social para el cuidado de sus hijos o dependientes. «Los campamentos urbanos no son gratis, ni perciben ayudas para su uso, como tampoco pueden aplicarse si trabajan desde casa algunas deducciones en la cuota de seguridad para la ayuda domiciliaria. Si una autónoma no trabaja no factura. Muy pocas se toman un respiro, no quieren desaprovechar el tirón navideño. Las administraciones y legisladores deben ser más conscientes de que muchas las autónomas se ven obligadas a abandonar su actividad por no poder conciliar y no recibir ayudas. Evitar perder talento femenino emprendedor debería ser una prioridad de todos».

Para Andrea Acha la familia es lo más importante. Por eso dejó un importante puesto en una empresa y se lanzó a crear la suya propia con el programa FAN para teletrabajar desde casa y tener más tiempo para sus hijos de uno y cuatro años. « Mi casa es mi oficina . Trabajo muchas horas y divido mi día para compartir tiempo con mis peques, pero las tardes son largas y para ocuparme de mi trabajo no me ha quedado más remedio que tener una persona externa en casa. Me tengo que cerrar en una habitación porque en el salón es imposible. Me aislo y me centro en mi tarea al máximo para poder estar luego con ellos. Si no trabajo, no cobro ».

Explica que en vacaciones escolares reduce su horario de trabajo porque se siente mal sabiendo que los niños están encerrados en casa sin disfrutar de todo lo que ofrece la ciudad en estas fechas tan especiales. Lo mismo me ocurre en verano, que debo planificarme y trabajar por las mañanas».

Para esta madre emprendedora la conciliación «es un sueño. Es algo que nunca pierdo de vista. La persona que me ayuda en casa es la que me permite vivir con mayor libertad para trabajar y poder estar después con mis hijos. Cuando te conviertes en tu propia empresa eres el líder de tu tiempo y organizarte es complicado, es una pelea diaria. Las mujeres solemos tener una gran lucha interna para que no se resienta ni el trabajo ni la familia y eso, a veces, crea frustración porque te sientes culpablede no estar todo lo que te gustaría con tus hijos o por no conseguir los objetivos planteados con tu negocio. En España no hay conciliación alguna. El Estado no ayuda en nada. Ser madre y empresaria es una auténtica proeza».

Silvia Collar es la fundadora de la marca Heidi Puk y cuenta con un centro de belleza que dirige en Barcelona. Tiene tres hijos que son mayores de edad, pero viven en Madrid con su padre y está deseosa de que llegue la Navidad para verles. «Para estar con ellos en vacaciones o días sueltos tengo que bloquear toda mi agenda laboral, lo que me supone un perjuicio empresarial, pero necesito disfrutar de mis hijos porque el resto del año estamos lejos. Algunas personas me dicen, "pero si ya son mayores". Da igual: una madre lo es siempre, los 365 días del año».

Explica que cuando se ven, aprovechan el tiempo muchísimo. «Son encuentros de mucha intensidad, no paramos desde que nos levantamos por la mañana y nos preparamos un estupendo desayuno. Aprovechamos cada minuto para hablar y sentirnos cerca. Mis amigas me preguntan cómo lo consigo porque sus hijos adolescentes no quieren hacer actividades con ella. Yo hago un trabajo muy intenso con ellos el resto del año para estar presente en sus vidas sin estarlo físicamente y nutrir las carencias que tienen de su figura materna».

Reconoce que le gustaría poder viajar más a Madrid, pero por su trabajo de autónoma no se lo puede permitir. «En realidad, no culpo a nadie porque es mi propia elección de vida. He apostado por ser madre y autónoma. Todo es respetable».

Pilar Fernández es azafata, empresaria, autónoma y madre de un niño de 12 años. Sabe muy bien lo que es hacer encaje de bolillos –más desde que se separó– para cumplir cada día con todos los roles que se ha asignado. Ante las vacaciones escolares, se pone a temblar. « El término conciliación se usa con demasiada ligereza, su implantación no es real. Entiendo que mi profesión de azafata es algo más complicada que otras, ya que me obliga a viajar y aprovecho las horas muertas en cada desplazamiento para encender mi ordenador y dedicarme a mi empresa 'Miss Pomela' . Rascar tiempo para hacer la compra, ordenar la casa y atender a mi hijo... es una locura. Me paso mucho tiempo pidiendo favores a la familia, amigos e, incluso tuve una niñera pero, al final, casi lo que ganaba yo profesionalmente era para pagarla».

Asegura que las mujeres « estamos todavía muy lejos de una solución real que nos permita trabajar y cuidar de los hijos. Llegar a todo nos resulta aún muy complicado».