¿Cómo elegir los mejores juguetes esta Navidad?

Pero no solo la cantidad es importante. A la hora de hacer una selección de entre las peticiones de nuestros hijos a sus Majestades de Oriente o Santa Claus, Raquel Rodríguez, pedagoga y directora de la Escuela Libre Allegra , señala seis factores que convierten un juguete en un juguete excelente para favorecer el desarrollo de nuestros pequeños.

1. Sencillez: las proporciones armónicas y la ausencia de detalles permite a los niños imaginar un sinfín de posibilidades, lo que potencia el juego simbólico en todas sus características: cantidad, calidad y complejidad.

2. Variedad de texturas: madera, lana, telas, fieltro, metal, corcho… toda esta gama de materiales constituye un estímulo importante para los sentidos, así como una impresión asociada al juguete. Por ejemplo, las muñecas o los animales hechos de lana aportan una calidez que resulta muy reconfortante para los niños; contrasta con la abundancia de plástico a la que estamos habituados y que suponen una pobre estimulación.

3. Materiales naturales : «no nos referimos sólo a la madera, el algodón o la lana», apunta Raquel Rodríguez. «Muchos otros obsequios de la naturaleza son juguetes también: conchas, piñas, guijarros, naranjas o limones secos, castañas…».

4. Juguetes inacabados: para el desarrollo de la creatividad es excelente que el juguete no tenga un objetivo concreto. Así, pueden jugar con él un número de veces ilimitado, en una variedad infinita de posibilidades: un tronco puede ser un barco o un bebé al que arrullar. Y mejor sin sonidos: los niños los hacen con su "rum, rum" en el coche, su canción de cuna…

5. Juguetes que aludan a situaciones reales y cotidianas: los juegos de cocinita, coches y trenes, muñecos… dan cabida a la imitación que los niños realizan de su entorno, algo que está muy presente en los primeros años de la vida y que es fundamental para su desarrollo y comprensión del mundo que les rodea.

Y cuando vienen Papá Noel o los Reyes Magos con sus regalos, tenemos la posibilidad de poner en marcha otra herramienta muy interesante para que nuestros hijos puedan : el juego libre.

«El juego libre es una de las piezas fundamentales en el modelo pedagógico Waldorf” añade Raquel Rodríguez. «Permite al niño utilizar toda su inventiva de una manera útil y enriquecedora».

El juego libre no significa que el niño esté ignorado, podemos estar acompañándole, por ejemplo, sentados cerca de él mientras leemos, ordenamos el salón o preparamos la cena.

Aunque los primeros días jugará sin descanso con sus recién estrenados juguetes, es posible que no tardemos en escuchar el «me aburro». En estos casos, lo mejor es animarle a que busque alternativas, sin proponérselas nosotros. Es mejor utilizar frases como «ya veo que estás aburrido». «seguro que se te ocurre algo para no estar aburrido» a «¿por qué no juegas con los bloques de construcción?», pues en este caso, estamos resolviéndoles la situación en lugar de dejarles que se enfrenten a ella. No hay nada mejor para fomentar la creatividad de un niño que el aburrimiento, pues lleva a la necesidad de plantear soluciones.

Y si queremos jugar con ellos un ratito, porque nos apetece compartir ese momento, porque nos lo piden, es mejor no dirigir el juego, dejar que sean los niños los que decidan cómo quieren jugar a los juegos que ellos mismos propongan.