Esto es lo que te espera si das a tu hijo todo lo que pide
Javier Urra explica cuáles son los principales errores que cometen los padres
El psicólogo forense Javier Urra empezó escribiendo libros para el Consejo General del Poder judicial, tratados de psicología forense, manuales sobre educación como «El pequeño dictador», entre muchos otros. Actualmente, a sus 62 años ha sorprendido a sus seguidores con un cuento: «Dani quiere mandar» ... .
¿Por qué un cuento?
Por edad. Y por abuelo. Me parecía bonito escribir un cuento para que los niños perciban que ser un déspota es muy malo para él y para los que le rodean. Tienen que entender que si actúan así, los que le rodean no le van a querer, no le van a admitir. Toda acción que permita educar es buena.
¿A partir de qué edad se pueden poner normas a los niños?
Desde que nacen. Incluso, antes de que nazcan hay que tenerlas claras. La madre y el padre deben consensuar criterios de cómo educar para que su hijo tenga amor, seguridad, límites y autonomía. A un bebé, por ejemplo, con dos años y medio o tres es fácil dejarle con el pañal, pero hay que enseñarle a controlar sus esfínteres con normas para que tenga más autonomía; también se le debe indicar que llega la hora del baño y puede jugar, pero cuando mamá diga que hay que salir hay que salir, nada de tres cuartos de hora después; si tira los juguetes, se le debe indicar que hay que guardarlos... Desde cortísma edad se le deben enseñar cuáles son las normas que debe cumplir.
Sin embargo, hay padres que dejan hacer todo lo que desean a sus hijos. ¿Por qué?
Porque están equivocados. Creen que es una buena pauta educativa, pero yo les insistiría en que los niños necesita horarios para comer, dormir, jugar. Es una forma de transmitirles seguridad y que sepan a qué atenerse.
Ningún padre quiere hijos egoístas, dictadores... ¿Nacen o se hacen?
La herencia influye. Con el temperamento se nace, luego cambia según las circunstancias y la personalidad de cada uno. Pero la educación en la vida supone un 60% de lo que recibes del colegio, de tus padres, de los medios de comunicación... Saber caer bien, regalar una sonrisa, pedir perdón, valorar la belleza, dar las gracias... Todo eso es educativo, ahí la herencia tiene menos que ver.
¿Qué les espera a los padres que dan todo a sus hijos?
Se volverá contra ellos. Acabarán dándole todo lo que piden. Cada vez exigirán más y nunca se lo agradecerán. Hoy está pasando mucho. Hay que hacerles saber que las cosas cuestan, incluso desde que los padres se levantan por la noche e interrumpen su sueño para ver si el pequeño tiene fiebre. Lo hacen por amor. Tienen que enseñar al niño a amar. Los niños hoy se dirigen a sus padres con expresiones como «hazme», «tráeme», «dame» y, sin embargo, los padres dicen «¿podrías acercarme...?», con cierta prudencia, como si fuera un enorme favor. Es un error. Hay que enseñar a los niños a ser agradecidos ante la vida, a sus padres, a los abuelos, a los que le antecedieron... Hay que dejar a los hijos claro que no somos menos importantes que ellos. Deben contribuir en casa y ser generosos y si el padre está cansado hay que pedir al niño que le traiga sus zapatillas, ¿por qué no? También deben valorar su entorno, a sus compañeros, al conductor del autobús... Hay que educarles para su futuro.
¿Qué ha provocado que en nuestra sociedad se haya pasado de una generación donde los padres, hoy abuelos, se les respetaba como autoridad máxima, y hoy haya padres que no son capaces de imponer las normas básicas a sus hijos?
El mundo ha cambiado. En occidente venimos de una sociedad con instituciones y figuras paternales muy autoritarias, lo que ha generado una animadversión y tendencia a pensar que la familia es una democracia. Es un gran error. Los padres son los que trabajan, toman decisiones, plantean dónde se van de vacaciones... son los que tienen capacidad y madurez. Opinar, que opine todo el mundo, pero la decisión es de los progenitores. Además, en España antes se tenían 4 o 5 hijos y ahora uno o dos y de padres más mayores que muchas veces se dejan comprar y chantajear porque si no se creen que el niño se puede traumar. Pues no. ¡No se trauma! Nadie lo ha demostrado científicamente. Un niño tienen todos los derechos a ser querido, pero también a ser responsable.
¿Cuáles son los principales errores de los padres?
Primero matizaría que hay algún padre que no quiere a sus hijos. También hay casos de progenitores que, queriendo a sus hijos, no están capacitados para cuidarles como los que consumen drogas o tienen enfermedades mentales graves. Uno de los errores es convertirse en padres y, aun queriendo a sus hijos, no hacerse un buen planteamiento inicial. Cuando uno se compra un coche analiza si debe ser eléctrico, diésel, gasolina.. analiza todas las posibilidades. Para ser padres también hay que prepararse y leer libros, hablar con abuelos, pediatras, amigos...
El segundo gran problema es sobreprotegerle de tal manera que cuando el hijo tiene 18 años y la chica que le gusta le dice que no quiere salir con él, se queda en shock porque nunca antes había sentido lo que es recibir un no por respuesta porque sus padres siempre le dieron todo. Habrá que educarle y tendrá que escuchar cuando sea necesario el no. Y no es discutible. No hay debate. No es no.
También es un error utilizar a los hijos en separaciones y divorcios mal llevados. Algunos progenitores abusan y aprovechan a llevarles al parque de atracciones, a comer hamburguesas y a comprar chucherías mientras el otro le dice haz los deberes, dúchate... ¿Qué padre le gusta mása un niño: el buen padre o el consentidor? Las normas son necesarias.
¿A favor o en contra de los castigos?
No soy favorable a la bofetada, aunque todo padre nace con derecho a una bofetada en la vida, no dos. Igual que tiene derecho a decirle a su hijo una vez en la vida «yo daría mi vida por ti». Ahora bien, la sanción es totalmente necesaria. Si tiene 12 años, va a salir hasta las 9 y llega más tarde de la hoja fijada, puede haber excusas, pero el fin de semana que viene saldrá una hora menos. Y hay que cumplir la sanción aunque el niño se haya portado muy bien durante la semana. Aunque duela, se debe mantener la sanción.
¿Hay que criminalizar los gritos o forman parte de la convivencia familiar?
En España se grita mucho . Los gritos son una prueba inequívoca de que algo no está terminando de funcionar. Son un escape, pero si le dices a tu hijo siete veces lávate los dientes, al final das un grito: «¡Que te laves los dientes!». Entonces es que algo falla. Un niño, desde muy corta edad, quiere las cosas ya, aquí y ahora. Si después las cosas no le van bien, será violento. Si no es capaz de digerir la frustración le irá muy mal con los amigos, con el trabajo, porque las cosas no siempre salen bien. Hay que educar a los niños para la vida.
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