Pasarela de París: los dos aciertos

Balmain y Nina Ricci han marcado la jornada con colecciones potentes, variadas y con personalidad

Pasarela de París: los dos aciertos afp

maRÍA LUISA FUNES

Este jueves de la semana de la moda de París ha habido dos marcas que han bordado las colecciones -a su aire claro está-.

Balenciaga no ha sido el caso, con un Alexander Wang que ha vestido a las modelos de «la abeja maya». Carven, ... tan esperado, ha resultado soso con prendas monocordes. Y los demás no han presentado ninguna maravilla en esta ocasión.

Pero Balmain y Nina Ricci han marcado la jornada con colecciones potentes, variadas y con personalidad. Estas dos marcas, olvidadas y perdidas en cuanto a estilo y personalidad propia, han acertado con la elección de sus últimos diseñadores. De Balmain, con su rebelde, joven y exótico diseñador, Olivier Rousteing, lo esperábamos.

La casa Balmain, que ha perdido décadas en manos de diseñadores de perfil mediocre, ha conseguido con Rousteing –discípulo de Cavalli– llamar la atención y marcar su estilo propio, con una ejecución sofisticada. La colección recién presentada tenía un toque militar de «luxe» con sofisticadas chaquetas y pantalones verdes, faldas y tops en cuero cosido en piezas estilo patchwork estilo «apache».

En Nina Ricci también han acertado con su diseñador actual, Peter Copping, que sigue reinventando despacito y a buena letra la marca. Este británico de cuarenta y muchos, está devolviendo la feminidad a Nina Ricci, para agrado de la familia Puig, su propietaria. Tras años con diseñadores que no supieron relanzarla, Copping, discípulo de Marc Jacobs en Vuitton y de Sonia Rykiel, ha devuelto ese «sexy-chic» tan francés y el éxito a la marca en solo 6 temporadas. Es un hombre organizado y cabal, consciente de que esta marca «dormida» ya se ha puesto en forma.

Hizo un gran despliegue, con una de las colecciones más amplias (50 modelos diferentes), tocando todos los palos. Vestidos elegantes con pliegues curiosos, en tonos lila o burdeos, yuxtaposiciones elegantes como la de los vestidos crudos de seda de flores mezclados con abrigos de pieles en tonos rosados, o bien vestidos de crêpe gris claro con abrigos de visón a la rodilla. Los últimos modelos, eran un despliegue de vestidos largos y cortos de noche, con encajes realizados en forma de hoja, tanto en negro como en burdeos. Extremadamente femenino. Extremadamente variado.

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