ENTREVISTA

Lola Herrera: «Antes de la crisis vivíamos todos muy de mentira»

La actriz compagina la gira de la obra «Querida Matilde» con su nueva faceta como diseñadora de una línea de moda

Lola Herrera: «Antes de la crisis vivíamos todos muy de mentira» ABC

BLANCA TORQUEMADA

Música «chill-out» y diseño en varias vertientes (mobiliario, cuadros, vistosas joyas, túnicas coloristas) como puesta en escena circunstancial para la entrevista. Lola, menuda y vivaz, está terminando unas tomas para televisión en este «loft» del madrileño barrio de Pacífico donde ha logrado dar forma ... a un osado empeño: crear y lanzar al mercado una línea de moda. No como impensable cambio de tercio, sino como complemento de lo que de verdad le insufla energía contagiosa: seis décadas de dedicación al teatro.

-¿Es esto empuje, creatividad, valentía...?

-¡Más bien locura! Ja, ja ja. Pero me parece que en la vida es necesario ese punto de locura. Hay que elevar del suelo al menos la puntita del dedo gordo porque si empiezas a ver la parte de riesgos y de incógnita, no harías nunca nada. De vez en cuando hay que tirarse a la piscina, aunque no sepas nadar.

-¿Viene la nueva aventura de que desde hace muchos años se diseña usted su propia ropa?

-De eso sale, aunque no se me pasó jamás por la imaginación que yo pudiera desembocar aquí. Pero ha sido, así, por una serie de casualidades. A lo largo de muchos años la gente me ha venido preguntando dónde me compraba la ropa que llevaba, y hace un tiempo pensé que no estaría mal una iniciativa de este tipo, pero se me hacía muy cuesta arriba empezar de cero, porque no tenía la menor idea de los mecanismos de cómo se podía organizar una línea de moda. Pero ahora somos cuatro, y nos apoyamos unos en otros. El denominador común de toda la historia es la impresión digital, aplicada a las prendas, a las joyas, a las tapicerías, a lámparas... Todo eso ha cristalizado en la firma «Bababa» , sin detenernos pese al momento especialmente complicado.

«No me atrevería a prescindir del teatro, para mí es como la gasolina»

-La crisis nos ha pillado a todos desprevenidos.

-Porque hemos vivido muy de mentira, de una manera disparatada. Nos han vendido muchos burros y los hemos comprado. Todos somos en parte responsables, nos hemos dejado llevar. El drama real es el de tantísimas familias para las que no hay consuelo porque no tienen trabajo, pero del resto de lo que la crisis supone tenemos que sacar algo muy positivo, y es que no necesitamos tantas cosas para vivir. La crisis tiene que modificar una filosofía de vida, y yo creo que eso nos va a venir bien.

- ¿De dónde saca tiempo? Porque ahora anda también de gira con «Querida Matilde» .

-Trabajo sin parar, nunca he parado y además no quiero parar. He estrenado una función detrás de otra, he hecho una televisión detrás de otra... Puedo con todo lo que tengo entre manos, aunque, por ejemplo, televisión prefiero no hacer ahora porque se graba muy temprano y yo, lo digo abiertamente, ya no quiero madrugar.

-Sin embargo, sí se presta a viajar. Tantos bolos fuera de Madrid son también sacrificados.

-Pero es otra cosa muy distinta. El teatro tiene una magia y un veneno muy grandes. Es mi pasión. Me mueve de arriba a abajo, así que no me atrevo a prescindir de ello. Es una forma de vida. Piensa que he trabajado embarazada hasta el último momento, he parido y a los quince días estaba encima del escenario, el día que me he casado he trabajado, no he podido ir a bodas de hermanos ni de amigos... Eso te lleva a vivir de una manera distinta, a tener una aceptación de esa forma de vida, y a que eso te compense, claro está. Soy una mujer con millones de cosas que hacer, pero me da vértigo alejarme de algo que para mí es como la gasolina.

-Funciones tan marcadas por su personalidad como la de «Cinco horas con Mario», ¿da resquemor verlas representadas por otras actrices?

-En absoluto, los papeles no son de nadie. Uno toma un personaje para pasearse por él el tiempo que sea, y punto. Me encanta que lo hagan otras actrices, y poder sentarme en el patio de butacas y verlo.

-¿Reivindicaría hoy algo similar a «Estudio 1», al que usted proporcionó momentos de gloria?

-Para nada. Fue producto de un momento determinado en el que televisión necesitaba nutrir su programación porque no había guionistas. No creo que se colgase mucha gente del teatro en ese momento, porque se colgaron del teatro que veían en televisión, que es diferente. Esto no era teatro. El teatro es una ceremonia: la de decidir qué función vas a ver, sacar la entrada o pedirla por teléfono o internet, ir un rato antes, sentarte y que te cuenten a ti la historia... A quienes me dicen que añoran aquel «Estudio 1» yo les contesto que vayan a vernos al teatro.

-¿Por qué cree que movimientos como el del 15-M no tienen quien les escriba su teatro? ¿No es una carencia chocante?

-No se va escribiendo lo que ocurre en la sociedad porque hay muy poca gente dedicada a escribir teatro. La crónica diaria de los acontecimientos se canaliza por otras vías , pero, pese ello, ese caldo de cultivo de disconformidad está ahí, y creo en algún momento la gente más joven le pondrá a eso un lenguaje teatral.

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