Los hijos de Jackson, con la abuela
Los hijos de Jackson, con la abuela
Los hijos de Jackson se quedan con la abuela. La madre del cantante, Katherine Jackson, triunfa así sobre la enfermera Debbie Rowe, madre biológica de sus dos vástagos mayores, Prince Michael I, de 12 años, y Paris Michael Catherine, de 11. Para la custodia del ... más pequeño, Prince Michael II o Blanket, de sólo 7 años, no hace falta pactar con nadie: Jackson se llevó a la tumba el secreto de quién lo concibió. Oficialmente todo esto es fruto de un acuerdo entre las partes, que en ningún momento habrían buscado dinero sino sólo lo mejor para los pequeños. Se supone que Rowe no ha recibido ni un dólar extra a cambio de ceder la custodia a su «exsuegra» y que sólo pide facilidades para acceder a los pequeños a los que lleva años sin visitar ni tratar.
Rowe se ha justificado siempre afirmando que Jackson se lo ponía muy difícil dejándole ver a los niños sólo en presencia de sus empleados y siempre en habitaciones de hotel. Por eso la enfermera acabó renunciando en el año 2001 hasta a sus últimos derechos de madre. Cobró 8.5 millones de dólares (unos 6 millones de euros) por quitarse de en medio. Tres años después de su renuncia Rowe se arrepintió y volvió a los tribunales a pedir, si no la custodia, por lo menos volver a constar como progenitora, aprovechando el tirón de las denuncias de pederastia contra Jackson. Con lo cual ahora tampoco es imposible que el acuerdo alcanzado con la familia Jackson sea sólo el principio de un nuevo cambio de estrategia de Rowe, enfocado a reconstruir o por lo menos hacer creíble su relación con los niños antes de volver a presentar batalla por su custodia. Y por la del dinero que les acompaña.
Sofocante espionaje
Entretanto salen a la luz otros aspectos sórdidos de la vida del cantante, que esta vez se erige póstumamente en personaje de película, en concreto de «La vida de los otros». El sofocante espionaje a que la Stasi, la temible policía de la Alemania Oriental, sometió a todos sus ciudadanos se extendió a Jackson cuando este dio un concierto en Berlín Occidental en 1988. Las autoridades comunistas temían que su propia juventud se encaramara al Muro y a la Puerta de Brandenburgo para desmelenarse con el rey del pop y, de paso, plantar cara a la autoridad.
Para evitarlo intentaron de todo: desde reconducir a los fans de Jackson en la RDA a un concierto de pega en vídeo, hasta difundir el concierto con un retraso de dos minutos que permitiera censurar cualquier brote insurrecto. Al final todo quedó en un colosal alboroto. Y en los expedientes de la Stasi que afloran ahora.
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