Simoneta Gómez-Acebo: «No me vería con otro anillo de compromiso»
La hija de la Infanta Doña Pilar asegura que atraviesa uno de sus mejores momentos. «Me va fenomenal», dice
«Ya formo parte del mobiliario de esta casa», bromea a propósito de su larga trayectoria en Cartier, que se remonta a 1990 y en la que ejerce como directora de Comunicación en España. Sonriente y relajada, nos recibe en el palacio de Santa Bárbara ... de Madrid, con alfombra roja y champán, con motivo de la presentación en sociedad de las últimas creaciones de la firma. Amante de la música, de la literatura y, sobre todo, de los videojuegos —«he estado totalmente enganchada a “Word of Warcraft”, confiesa—, se ha puesto el «uniforme de trabajo» (vestido negro y levita de ante de Anna Trzebinski) para posar para nosotros y hablarnos de su trabajo, su gustos y su nueva vida.
—¿Qué celebran hoy?
—Todos los años hacemos una presentación de las últimas creaciones de la firma. Pero, además, en esta ocasión Cartier festeja sus 165 años proyectando una «joya» en formato multimedia: un corto de tres minutos que es una obra de arte cinematográfica y que se puede ver por internet. Ya hemos superado los diez millones de vistas.
—¿Es este buen momento para vender joyería?
—El lujo, en las épocas de crisis, resiste. Y no solo el lujo, sino las cosas que están bien hechas, las que tienen un savoir-faire. En una época donde no se sabe para dónde tirar, en qué invertir, las grandes marcas son un buen refugio. La crisis no afecta a la creación. Vendemos sueños.
—¿Quien compra joyas hoy?
—Gente muy diferente. Hay muchos extranjeros que vienen a España y que gastan mucho dinero.
—La actriz Lucy Liu o al actor Rupert Everett lucen relojes de Cartier. ¿Suelen prestar piezas a las celebrities como reclamo?
—Prestamos algunas para galas como los Oscar, el festival de Cannes, los premios Goya... Y tenemos como embajadora a Mónica Belucci, que es una mujer guapísima. Además, el símbolo de la firma es una pantera y ella es muy felina.
—¿Y usted tiene algo de pantera?
—No soy nada felina, soy más perro, caballo… Me veo más en el campo que en la selva.
—¿A quien le gustaría ver con joyas de su firma?
—¡A todo el mundo! Me encantaría cruzarme por la calle con gente que llevara piezas nuestras.
—¿Quién no debe llevarlas?
—Quien las lleve mal puestas o quien no les dé importancia. No es la joya en sí la que tiene valor, sino el momento en que se regaló y quién la regaló. La historia de cada pieza le da un valor añadido. El collar de nuestra madre nos hace más ilusión que el que te compras nuevo. Igual que duele más perder una joya de familia que la que has adquirido recientemente.
—¿Doña Letizia ha lucido alguna de estas piezas?
—Sí. No voy a decir cuáles, pero sí lo ha hecho.
—¿Y la Reina?
—También
—Dígame el nombre de una piedra que le dé buena suerte…
—Todas. Es una leyenda negra el que las piedras den buena o mala suerte. La suerte es la que nos buscamos nosotros.
—¿Cuál es su joya favorita?
—La pulsera de pedida que me regaló José Miguel (Fernandez Sastrón, su exmarido). Me encanta. Solo me la quito en verano, más por miedo a perderla que por otra cosa.
—¿Ha pensado alguna vez eso de «reloj, no marques las horas...»?
—Yo creo que las horas las vivimos como queremos. He podido querer alargar momentos, días, pero nunca he deseado que se parara el reloj de mi vida.
—¿Qué es lo que más le gusta que le regalen?
—Lo que más me gusta del mundo es deshacer un paquete bonito. Cuando hago un regalo me curro mucho el envoltorio.
—¿Quién ha sido el artífice de su nueva imagen?
—La artífice. Se llama Olga y trabaja en la peluquería Peque.
—¿Se cuida mucho?
—Nada, ¡a menos que hacerme la cara dos veces al año sea cuidarme! Y eso ya es más que lo que hacía antes. Me encantan los potingues y tengo la encimera del lavabo llena de botes, aunque luego uso tres cremas.
—¿Hace deporte o dieta?
—Ni lo uno ni lo otro. Hace cuatro o cinco años adelgacé diez kilos con la dieta del bocadillo, y desde entonces no me ha vuelto a hacer falta.
—Tiene tres hijos, ¿cuál de ellos se parece más a usted?
—Me veo más reflejada en María y en Luis. Y quizá Pablo sea el que más se parece a José Miguel, aunque es igual que yo físicamente
—¿María ha heredado su gusto por las joyas?
—Mi hija es muy pequeña todavía para tener una pasión muy definida. No es nada presumida y de momento no ha entrado en la edad de la coquetería. ¡Por ahora le apasiona el futbol!
—¿A qué le gustaría que se dedicasen?
—A lo que a ellos les divierta. El error es desear que tu hijo sea astronauta si lo que quiere es ser dentista.
—¿Qué estudian?
—Luis está estudiando Teleco, y Pablo dice que también quiere hacer alguna ingeniería.
—Se le ve feliz. ¿Cómo le va la vida en su recuperada soltería?
—Me va fenomenal, la verdad.
—¿Se ve de nuevo con un anillo de compromiso en el dedo?
—¡Nooo!
—¿Ni siquiera de la firma para la que trabaja?
—No es el anillo en sí, ¡es lo que implica ese anillo!
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