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Comienza la cuenta atrás para una «boda real» con poca pompa y circunstancia

Harry y Meghan romperán con las tradiciones y la solemnidad propias de la monarquía británica

El Príncipe Harry y su prometida, Meghan Markle Gustavo Valiente
Ana Mellado

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Las comparaciones, siempre odiosas, parecen en este caso inevitables. La pompa y circunstancia que envolvieron el «sí, quiero» del Príncipe Guillermo (35 años) y Catalina de Cambridge (36) en abril de 2011 no encontrarán parangón en la de su hermano Harry (33), el próximo sábado. En primer lugar, porque no será una ceremonia de Estado y por tanto no debe ceñirse a un protocolo estricto. No hay que olvidar que Harry ocupa el sexto lugar en la línea sucesoria. Y en segundo, por las peculiaridades de la familia de la novia, Meghan Markle (36), a años luz de todo aquello que representa la realeza. Desde la lista de invitados a la elección de las damas de honor, pasando por la llegada de la novia a la capilla de San Jorge en Windsor, el enlace promete dejar estampas insólitas en el álbum de la monarquía, cuyas tradiciones mejor han resistido al paso de los siglos.

Los padres de ella

El padre de la novia, Thomas Markle (73), abandonó el pasado miércoles su placentera vida en Rosarito (México) para poner rumbo a Londres. Viajó en coche a San Diego (California), donde se hospedó en un motel de 70 dólares la noche , previo paso por un local abierto 24 horas para hacerse con una lata de cerveza y un sándwich. Desde allí tomó el vuelo para estar la semana previa a la boda en la capital británica y acudir a un encuentro con la Reina Isabel II . Del brazo de su padre, un director de iluminación ya retirado, caminará hacia el altar. Previamente su madre Doria Ragland (61), profesora de yoga, viajará con ella en el carruaje hasta el Castillo de Windsor.

Meghan Markle junto a su madre, Doria Ragland AFP

Fuera de la lista de invitados quedan sus hermanastros. Decisión lógica después de que Tom Markle Jr . escribiese una carta al Príncipe Harry recordándole que aún estaba a tiempo de cancelar la boda. Samantha Grant , de 53 años, se refirió a Meghan como una «trepa que siempre soñó con ser princesa».

Invitados VIP

Las tiaras reales en testas extranjeras brillarán por su ausencia. De momento, se desconoce qué miembros de la realeza mundial acudirán al enlace, pero parece que serán pocos. Se descarta la presencia de reyes y herederos directos. Desde España no hay confirmación, pero podría asistir Doña Sofía , prima del duque de Edimburgo . Tampoco acudirá nadie de la primera línea política, ni Theresa May , ni ningún otro exlíder destacado como los Obama , con cuya presencia se especuló durante meses. De rostros conocidos han recibido la invitación el matrimonio Clooney , los Beckham , Elton John o las hermanas Serena y Venus Williams .

Damas de honor

Meghan Markle no tendrá una dama de honor oficial que la acompañe. En un comunicado del Palacio Kensington, se confirmó que debido a que tiene un grupo muy unido de amigas , no quiso elegir entre una sola y en lugar de eso, todas ellas tendrán un rol activo durante la boda y la estarán apoyando todo el día. Una decisión cuanto menos extraña.

Antes de este comunicado, se esperaba que su amiga de la universidad, Lindsay Jill Roth , ejerciera de dama de honor, pues la actriz tuvo este mismo papel en la boda de Lindsay en agosto del 2016.Por su parte, el Príncipe Harry tendrá el apoyo de su hermano, el Príncipe Guillermo, como su padrino de boda.

Un novio a dieta

Bajo la firme orden de su novia, Harry se matriculó hace unas semanas en el exclusivo gimnasio KX en Chelsea, donde ser socio cuesta 8.000 libras al año. Meghan, seguidora de una dieta vegana, le ha inculcado a su futuro marido sus hábitos saludables, quien ha incorporado a su dieta la quinoa, el kale y otros súperalimentos. Harry también ha dejado de lado el bebercio, que en tantos escándalos le involucró en el pasado.

Aunque no se trate de una ceremonia de Estado, será retransmitida por TV en medio mundo

Cobertura de la prensa

El palacio de Kensington anunció que los medios prácticamente no tendrán acceso a la ceremonia religiosa. Solo se permitirá a un pequeño grupo de periodistas que entren en la capilla de San Jorge durante la boda, puesto que el espacio es muy reducido. Se ofrecerá una señal desde la que retransmitan todas las cadenas de televisión. A la salida de la capilla, se asignarán codiciadas posiciones a los fotógrafos . Muchos más se ubicarán a lo largo de la ruta que seguirá el carruaje y en los jardines del castillo. Y por mucho que sea una boda atípica, sin raigambre real extranjero ni grandes figuras políticas, la expectación es inmensa . Y seguro que no defrauda. Precisamente porque no es tan previsible

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