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Cixí, una concubina que reinó entre eunucos

Era una más el harén del emperador pero consiguió gobernar China con inteligencia finísima y brazo firme

Cixí, una concubina que reinó entre eunucos ABC

LAURA REVUELTA

China, pocos países tienen un nombre tan corto y un pasado tan complejo. Una historia tan larga, recta y tortuosa, inabarcable, como su Muralla. Cixí, pocas mujeres han tenido un nombre tan corto y un poder tan omnímodo. Aunque lo enunciado suene entre cursi y ... de perogrullo, tomen estas cinco líneas como si se tratara de uno de esos proverbios que aparecen escritos en los envoltorios de las galletitas del restaurante chino de la esquina, en cuya aparente simpleza se esconde una sabiduría que se come con palillos. Un ejercicio de equilibrios sutiles. Como este otro que apunta que no conviene observar el mundo al igual que si uno fuera una rana dentro de un pozo. Cixí y China; China y Cixí, tanto monta, monta tanto. Aquí, tienen no un proverbio sino un refrán castellano de pura cepa, de la estirpe de Isabel la Católica. Otra mujer con letras de oro en el dobladillo de su túnica de oropeles. Cixí y China, que casi parecen la misma palabra, vivieron en paralelo la segunda mitad del siglo XIX y casi toda la primera década del siglo XX, hasta el año 1908, en que ella muere. Acaba su relato -el de una China que alumbra modernidades bajo sus cuatro letras (Cixí)- y empieza el de Puyi -de cuatro letras también aunque de distinto valor y significado-, que Bertolucci llevó al cine en «El último Emperador».

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