«La Navidad según...»
Alaska y Mario Vaquerizo: «En Navidad la madre de Olvido nos prepara patatas fritas»
La popular y rompedora pareja disfruta de las fiestas en familia. No falta de comer ni de beber. Tampoco el Belén ni el árbol
J. G. STEGMANN
Cuando se baja el telón, se apaga la cegadora luz de los flashes y los focos se enfrían y dejan de hacer círculos en el escenario, Alaska y Mario empiezan otra fiesta. Más familiar, íntima y posiblemente la que los muestra tal y ... como son: la fiesta de la Navidad . «Siempre me ha gustado y la he disfrutado mucho», cuenta Mario Vaquerizo. «Soy una persona muy familiar y desde que me casé con Olvido la familia ha aumentado, así que festejamos todos juntos», agrega.
Alaska y Mario preparan una maleta en esas fechas. No porque toque viajar sino porque el festejo se hace a lo grande. «El 24 comemos con América, la madre de Olvido, y por la noche hacemos campamento en casa de mis padres. Pasamos la noche allí, jugamos a la cartas, vemos la tele por si sale Fangoria o Las Nancys Rubias, charlamos y hacemos balance. El 25 seguimos allí festejando hasta la noche», resume Mario.
Mientras que para Alaska la Navidad es «divertida» , para Mario es sinónimo de «felicidad» . Y aunque la cena de Nochebuena puede resultar tentadora, Alaska no la disfruta tanto: «Lo que me gusta de la cena de Navidad es la comida que tengo incluida en la dieta, como los langostinos y eso lo como todo el año». Eso sí, también hay lugar para los caprichos : «Mi madre nos prepara alguna cosa especial que le pedimos, como las patatas fritas», cuenta animada. Mario, por su parte, destaca la especial mayonesa que cocina su padre para acompañar el marisco. A eso hay que sumarle el cordero y, por supuesto, una buena bebida para el brindis. «Hay que emborracharse y disfrutar», bromea Mario. Sobre todo en Año Nuevo, fecha para ellos menos familiar y reservada a los amigos. Para Alaska la Nochevieja es una fiesta más. «Nos juntamos con amigos pero estos a su vez traen a sus conocidos y terminamos siendo muchísimos».
La Navidad de la niñez
Y aunque ambos reconocen que las fiestas son más o menos iguales todos los años, los dos guardan vivos momentos especiales de la niñez. «Recuerdo mi primera Navidad en España , que fue en 1973. Me parecía todo más navideño , el clima por ejemplo, porque aquí coinciden con el frío. Además, eran menos coloridas, más religiosas y menos consumistas que en México, donde se notaba el típico consumismo americano», narra Alaska. Pero retrocede unos años más y trae al presente algunos de los regalos que recibió de niña, cuando aún celebraba la Navidad en su país natal. « Tenía 8 años y ya me interesaba por los grupos y artistas , no pedía barbies sino discos o revistas». Uno de los regalos que más disfrutó de Papá Noel fue un disco del cantante norteamericano David Cassidy . «Odiaba que me regalaran cosas prácticas como ropa o lápices de colores, pero cuando supe que venía a España tenía que pedir cosas que me pudiera llevar y se me ocurrió una maleta. Lamento no conservarla porque era monísima, y ahora sería muy vintage».
Mario también recuerda su Navidad de pequeño: «Disfrutaba mucho, nos reuníamos con mis primos y nos disfrazábamos. Mis padres y mis tíos se turnaban y nos llevaban a comer hamburguesas al Burguer King». Se entusiasma al recordar uno de sus regalos más anhelados , que en este caso le pidió a los Reyes, porque siempre fue «más de Reyes que de Papá Noel» . Al contrario que Alaska, seguramente por la diferencia de esta tradición a uno y otro lado del Atlántico. « Lloré por una cafetería de Play-Doh con la que podía preparar hamburguesas de plastilina», cuenta Mario.
Un Belén de los años 50
Ahora también se hacen hueco para comprar regalos, pero no entre ellos. «Entre nosotros solo nos regalamos cuando surge la ocasión, preferimos que no sea en fechas señaladas», explica Mario. «Los regalos los hacemos en Reyes y solo a la familia», agrega Alaska. De hecho, critican el carácter consumista que actualmente cobran las fiestas, y a su vez lamentan que se hayan perdido algunas costumbres . «Ahora, seguro que los niños le escriben a los Reyes por el móvil», lamenta Mario. Muchas de estas costumbres intentan mantenerlas en casa. «Tenemos arbolito y un Belén de los años 50 en el despacho», cuenta Alaska. Eso sí, a la Cabalgata, aunque tradicional, prefieren no asistir. «Si hiciera de Rey Mago y pudiera lanzar caramelos iría», se divierte Mario.
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