Mario Vaquerizo: «No me gustan nada los bares modernos, prefiero los de pincho de tortilla y tal»
Pasó de ser el señor Alaska a que a Alaska le pregunten en las entrevistas si no se siente ella eclipsada por él
ana grau
¿Qué hago yo los domingos? Pues depende del momento del año, si es verano me levanto temprano, a las diez y media, y me voy al Rastro y luego a tomarme un aperitivo , si es invierno también me levanto temprano pero para ... quedarme en casa leyendo y, si estoy de gira, pues me levanto en el hotel y cojo la furgoneta para llegar lo antes posible a mi casa», nos resume su vida así, de tres plumazos. Una vida que parece envidiablemente simple .
Los domingos que Mario Vaquerizo va al Rastro le gusta perderse, dice, por las tiendas de anticuario , donde da rienda suelta a su personalísima pasión por la decoración. Como además él y Alaska acaban de cambiarse de casa, un poco para huir de esa de la Gran Vía que todo el mundo conoce por el reality de MTV (y evidentemente de la casa nueva no suelta prenda, por lo menos no por amor al arte…), pues hay mucho que decorar. Le encantan esas tiendas entrañablemente hortera-vintage que favorecen el hallazgo ecléctico, y que le hacen pensar en el Madrid de los años 60 y 70, que él sólo conoce de oídas o por el cine.
Sobreprotegido
Esa majestuosa fascinación de lo cutre , por ejemplo de «los puestos de bragas y sujetadores a cinco euros en el Rastro», que le vuelven loco. ¿Pero él se compra la ropa interior ahí? «No, me la compra en unos grandes almacenes mi madre, a mis 39 años sigo estando muy mimado y sobreprotegido y me encanta, agradezco mucho que me sobreprotejan mi mujer, mi familia y mis amigos, porque yo requiero mucha protección», suelta, convencido.
¿Se hace el intelectual o se hace el frívolo? Volviendo a la decoración, al final revela que la casa nueva que va a compartir con Alaska es «una ampliación de la vieja» y que va a tener «una inmensa biblioteca inglesa, de corte victoriano», donde espachurrarse a leer. ¿A leer qué? Si se le presiona menciona la última novela de Álvaro Pombo, «Quédate con nosotros, Señor, porque atardece»; el estudio de Grace Morales sobre Mecano, su absoluto grupo favorito (aunque su señora no le deje colgar pósters del mismo) « y por supuesto prensa del corazón ». ¿Se hace el intelectual o se hace el frívolo? ¿Qué le conviene más a su primoroso personaje mediático?
El caso es que Mario Vaquerizo se enfada -y sus «cariños» dejan de ser de peluche para adquirir una dureza de titanio- si se le sugiere que vive pendiente de su imagen. «No analizo lo más mínimo cómo me ven los demás, yo no me psicoanalizo , hago lo que me hace sentir bien a mí, lo que piensan los demás ni me lo planteo porque acabaría loco pirulero», proclama, muy en plan «A quién le importa...». Por ejemplo, su cruzada a favor de la delgadez y del «infrapeso» , como él dice, aunque al parecer le molesta que se lo recuerden: «por favor, no seamos obvios, para mí infrapeso significa no estarme atiborrando todo el día de hamburguesas, tampoco significa que no coma, en el término medio está la virtud», remata, subrayando que es una cita de Aristóteles.
«Una putada»
Ejemplos de su término medio: los domingos desayuna «un café con poquita leche» , pues él se alinea con los que considera que este alimento no aporta nada una vez superada la fase de lactancia. ¿Almuerzo? Pues al salir del Rastro unas tapas «en el Madrid más cañí, al calor de uno de esos bares que inmortalizaron los de Gabinete Caligari, a mí no me gustan nada los bares modernos, prefiero los de pincho de tortilla y tal ». Por la tarde se recoge y por la noche cena una ensalada o cualquier otra cosa ligera que improvise según el contenido de la nevera.
Parece que a él ni le roza la crisis, que describe como «una putada a nivel mundial» , pero sin dejar de destacar su carácter «cíclico» y su convicción de que «de ésta se sale, yo soy muy optimista y pienso en positivo». Sin negar la importancia del drama «de personas de cincuenta años y padres de familia que pierden su trabajo y se tienen que volver a poner las pilas sin la energía que tienes a los veinticinco, yo creo que lo más importante en una crisis es no regodearse en lo que va mal , salir adelante y no pensar todo el rato en la enfermedad, eso hace que te vuelvas hipocondríaco».
Mario Vaquerizo: «No me gustan nada los bares modernos, prefiero los de pincho de tortilla y tal»
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