Jaime Ostos: «Quiero casarme por la Iglesia para no morir en pecado»

La historia de amor entre Jaime Ostos y Mari Ángeles Grajal ha dado muchos titulares y ha suscitado grandes polémicas, como lo fue en su día otro amor que durante años deleitaba en el papel couché. Él torero, que acaba de cumplir 83 años, que en su día ya estuvo casado con María Consuelo Alcalá Rubio y que posteriormente protagonizó con Lita Trujillo uno de los noviazgos más mediáticos de los 80, hoy se confiesa feliz: con este enlace religiso podrá cumplir el sueño de Mari Ángeles y su conciencia quedará en paz.

–¿Por qué ha elegido «Yerbabuena» para su segunda boda?

–Porque es la casa de mi amigo José Ortega Cano y siempre tuve la ilusión de casarme allí o en casa de Ángel Peralta. Sólo lamento la ausencia de Rocío Jurado, que fue la madrina en la boda civil con Mari Ángeles.

–¿Y cómo se siente Mari Ángeles ante la inminente boda?

–Ya llevamos muchos años casados y nuestra vida apenas cambiará. Pero le hacía ilusión y yo trato de complacerla, porque es una mujer extraordinaria. Ella es muy religiosa, se crió en un colegio de monjas, y ahora que por fin podemos casarnos por la Iglesia, así lo haremos y todos tan felices, porque yo también soy muy religioso.

–¿Cuándo le dieron la anulación eclesiástica de su primer matrimonio?

–Hace algo más de un año, pero estuve mucho, mucho tiempo intentándolo. Aquello parecía una batalla interminable. Me pedían mucho dinero para resolver mi problema, pero les dije que lo necesitaba para mis hijos. Tenía que torear toda una temporada para ellos. Un día me fui directo a la «cabeza» y le dije que me quería casar por la Iglesia porque no quería morir en pecado y que si esto sucedía, los culpables serían ellos. Y por fin me dieron los papeles.

–Durante mucho tiempo se habló de que usted terminaría casándose con Lita Trujillo, ¿por qué no fue así?

–Porque entre nosotros había cosas que no funcionaban.

–Cuando se separaron, durante un tiempo Lita aseguraba que seguía queriéndole...

–Yo también quería estar con ella, pero había cosas que no podían ser, porque los niños, los dos suyos y los míos, ya eran mayores y eso nos quitaba la libertad que teníamos. Mari Ángeles y yo también estuvimos separados casi un año, aunque seguíamos casados. Y desde que volvimos, nuestra relación es perfecta. Ella es la mujer de mi vida.

–Hubo otra mujer, Aurora Díaz, que aseguró que usted dejó a Lita para casarse con ella.

–Eso no es cierto, nunca estuvo conmigo. Durante un tiempo me persiguió, pero entre nosotros nunca pasó nada.

–Sin embargo, le adjudicó la paternidad de su hija...

–Yo pedí que se hiciera las pruebas de paternidad y que si era verdad lo que ella decía, tendría los mismos derechos que el resto de mis hijos. Pero jamás lo hizo. Estoy muy tranquilo porque no tuve nada que ver con ella. Además, la niña ya tenía un padre, de nacionalidad peruana, que la había reconocido como hija suya. Todo fue una invención.

–¿Qué le pide a una mujer para que sea su compañera?

–Antes pedía que fuera inteligente, simpática y que no fumara. Que fuera generosa y, por supuesto, que también fuera guapa. Hoy yo ya no pido nada a nadie. Mi historia pasó.