LAS ANÉCDOTAS DE UN 22 DE MAYO DE 2004
Camino al altar: una jornada trascendente con el color de una boda familiar
Mil doscientos invitados, veinticinco millones de telespectadores y múltiples vicisitudes que sumaron emoción al enlace entre Don Felipe y Doña Letizia. La lluvia, las trastadas infantiles, los bailes espontáneos...
marina pina
Madrid miraba al cielo aquel 22 de mayo. La ciudad amaneció engalanada para acoger una Boda Real, la primera oficiada en la Catedral de la Almudena. Una ceremonia que la lluvia no desmereció y que unió en matrimonio al Heredero de la Corona y a una periodista ... convertida en noticia. Veinticinco millones de españoles la siguieron en directo.
Desde las diez de la mañana, la llegada de los 1.200 invitados se sucedió de manera escalonada. Todo estaba organizado al milímetro, pero este enlace no se libró de los avatares de cualquier otro. Como la solitaria llegada de Carolina de Mónaco, enfundada en un Chanel celeste y sin un Ernesto de Hannover que aún dormía en su hotel la fiesta de la noche anterior. O una novia que no pudo acercarse al templo caminando: cuando salió del Palacio Real, el cielo comenzó a descargar agua.
«Pocos chaparrones han caído tan espectaculares como ese», recuerda hoy a ABC el periodista Luis del Olmo, uno de los invitados a la boda junto a su mujer, Mercedes González. La lluvia cambió los planes iniciales y, mientras todos esperaban en la catedral, varios coches se dirigieron a Palacio: tenían que recoger a Doña Letizia, a su padre, Jesús Ortiz, y a los pajes que precederían la entrada de la novia en el templo. Felipe Juan Froilán, primogénito de la Infanta Doña Elena y de Jaime de Marichalar, encabezó el cortejo. El mayor de los nietos de los Reyes guardó las formas lo justo hasta llegar al altar. Más tarde, abandonó su asiento para arrearle una patada a una de las damitas, Victoria López-Quesada. Minutos antes, su hermana Victoria Federica había bailado al ritmo del Gloria de la missa provictoria, que interpretó el coro de RTVE. «Tenía la seguridad de que se casaban los futuros Reyes de España, pero a la vez mi mujer y yo tuvimos la sensación de asistir a una boda familiar y cercana», continúa Del Olmo.
Doña Letizia hizo su camino al altar con la solemnidad de quien encara un acto de Estado. Fue Don Felipe quien, con pequeños gestos, aportó naturalidad durante la ceremonia. El Príncipe colocó el ramo de Doña Letizia en el reclinatorio para que tuviera las manos libres y también le acercó un misal para que siguiera la ceremonia y las Lecturas. Estas fueron las mismas elegidas por muchos novios españoles. Beltrán Gómez Acebo leyó una del libro de Tobías y Menchu Álvarez del Valle, abuela materna de la Princesa, el «Canto al Amor» de la primera carta a los Corintios. Un «canto» bien ensayado, con un punto afectado y teatral. Tras la lectura del Evangelio («Las bodas de Caná»), llegó la Homilía del cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela.
Entrega de arras
«En vuestra decisión [de casaros], libre y personalmente adoptada, está y late un compromiso», subrayó. Con el fin de la Homilía, Don Felipe cogía por primera vez la mano de Doña Letizia, que parecía más nerviosa, aunque con todo bien aprendido. No fue el caso del Príncipe, que tenía que mirar los papeles para recordar qué decir al entregar las arras a su mujer. Durante la firma de los testigos, quienes vieron el enlace por televisión se percataron de que a Enriqueta Rodríguez Figarredo, abuela materna de la Princesa, le colgaban los pies de la silla; eso no le impidió mantenerse perfecta toda la ceremonia, que siguió junto a Telma Ortiz. La hermana de Doña Letizia se adelantó al «efecto Pippa Middleton» (llamó poderosamente la atención, al igual que en 2011 haría la hermana de Catalina de Cambridge), y hay quienes la intentaron juntar con un soltero Alberto de Mónaco.
Con el «Aleluya» de Haendel, los recién casados emprendieron su camino hacia la basílica de Nuestra Señora de Atocha, donde Doña Letizia ofreció su ramo a la Virgen. Parte del público allí congregado entonó, junto a un coro, el «Asturias patria querida» a la llegada de los recién casados. Ese himno sonaría otra vez a su vuelta al Palacio Real, esta vez interpretado por gaiteros, lo que provocó la emoción de la Princesa. De allí se dirigieron al balcón y, ante la aclamación popular, el novio besó en la mejilla a la novia.
Trabajo duro
A las dos y media comenzó un banquete servido por el restaurante Jockey. Los invitados disfrutaron, entre otros platos, de una tartaleta hojaldrada con frutos del mar sobre fondo de verduras y capón asado al tomillo. Doscientos camareros y treinta cocineros se encargaron de que todo estuviera perfecto. «Me levanté a las cuatro de la mañana y terminé a las once de la noche. Fue un trabajo duro, pero mereció la pena», recordaba entonces Esteban Sánchez Torres, jefe de cocina. Como un día de «satisfacción», aunque de «mucha presión», recuerda Paco Torreblanca aquel 22 de mayo. El maestro repostero fue el encargado de servir los postres, que había diseñado junto a los Príncipes: «Me pidieron que no llevaran alcohol», explica. Sus postres gustaron a Emilio Botín, quien se acercó a felicitarle. Torreblanca guarda un especial recuerdo del Príncipe: «Nos invitó a salir delante de todos y nos saludó».
Tras la comida, el ambiente se relajó. El abuelo de Doña Letizia, Francisco Rocasolano, no dudó en levantarse de la mesa en la que estaba junto al Príncipe Naruhito de Japón y dar unos pasos de baile. Otros abandonaron el palacio a guantazos, como Víctor Manuel de Saboya y su primo Amadeo de Aosta. Y, entretanto, Carlos Herrera ambicionaba encontrar a algún ilustre en los baños: «Concluimos que los pertenecientes a la realeza tienen la vejiga forrada de titanio», cuenta.
Todos se fueron con la sensación de que en aquella boda «se casaban los futuros Reyes de España», como resume Luis del Olmo. Impresión que refuerza Paco Torreblanca: «Tenemos un futuro prometedor en la figura de Don Felipe».
Camino al altar: una jornada trascendente con el color de una boda familiar
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete