Los ricos huyen de Paris...
Los personajes más poderosos y famosos de Francia prefieren la elegante vida de campiña
JUAN PEDRO QUIÑONERO
«Quiñonero, ¿no piensa usted que París se ha transformado en una ciudad donde no se puede vivir?», me comentaban hace algún tiempo el escritor Jean d'Ormesson y su esposa, agregando: «Qué horror, el tráfico en el bulevar Saint-Germain... imposible aparcar. Nosotros decidimos ... marcharnos a Neuilly-sur-Seine».
Sin comprenderlo, en su día, esa frase de madame d'Ormesson me estaba anunciando un fenómeno de sociedad: las élites económicas y artísticas , las grandes personalidades del mundo del espectáculo, el cine, la televisión, la publicidad y el fútbol, están huyendo de París, abandonan a los jubilatas adinerados (norteamericanos) y nuevos ricos (chinos, rusos, indios) sedientos de las viejas glorias de una ciudad museo.
Los d'Ormesson se marcharon a Neuilly (en la periferia oeste), como la antigua aristocracia de sangre de la Recherche proustiana. Liliane Bettencourt, la mujer más rica de Francia, vive a dos pasos de ellos. Otros famosos, como Alain Delon o Johnny Hallyday, decidieron huir por bien conocidas razones fiscales. Para instalarse en Suiza. Sin embargo, Delon y Hallyday conservan un hogar en suelo galo, en los grandes guetos de las periferias acomodadas, Essonne o Yvelines, donde todavía existen pequeñas ciudades , como Milly-la-Forêt o Croissy-sur-Seine, donde los ricos encuentran nichos ultra privilegiados.
Refugio de reyes
Leslie Caron, por ejemplo, la legendaria protagonista de «Un americano en París», decidió en su día escapar de La Ciudad de la Luz (que ella había contribuido a confirmar en su leyenda), para instalarse en Villeneuve-sur-Yonne, no lejos de dos o tres restaurantes famosos entre los grandes de la gastronomía nacional. Otras celebrities, como Gérard Depardieu, huyeron para instalarse en las inmediaciones de los castillos del Loira, en la Touraine, donde varias generaciones de reyes de Francia tenían sus residencias «privadas».
Aunque todavía quedan famosos que viven en París. Es el caso de Jean-Paul Belmondo, Catherine Deneuve o Isabelle Huppert. Pero ya son minoría. Y apenas hacen vida «parisina». Belmondo vive «enclaustrado» en su residencia del bulevar St.-Germain (temido por los d'Ormesson). Pero pasa mucho tiempo en su residencia familiar de la periferia oeste, entre Neuilly e Yvelines. Catherine Deneuve es una habitual de la plaza Saint-Sulpice (inmortalizada por Baroja, Azorín y Josep Pla). Pero huye con frecuencia a Normandía. Deauville y Trouville, sus inmediaciones, siguen teniendo mucho atractivo para gente de dinero que desea escapar del ruido y la furia.
Los viejos barrios parisinos del lujo y la riqueza de otro tiempo, el distrito XVI o las inmediaciones del Parque de Monceau, han perdido su aura. Sin duda, Nicolas Sarkozy y Carla Bruni siguen viviendo en el XVI. Pero los grandes pisos del barrio se venden más baratos que otros más pequeños en las inmediaciones de la iglesia de St.-Germain-des-Prés, cuya cota mantienen los extranjeros, sin títulos pero con mucho dinero negro.
Los antiguos palacios, hoteles particulares y moradas excepcionales, próximas al parque de Monceau, han sido compradas por compañías de seguros y financieras cosmopolitas. En su día, Françoise Sagan ya huyó de ese barrio, donde también vivieron el poeta Aragon y Georges Simenon. Huidos los famosos, quedan museos y embajadas. La antigua casa de Alain Delon la ocupa hoy la delegación de Ucrania.
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