análisis
«Evitar el ridículo»: Illa reivindica a Tarradellas
Ojalá que el nuevo presidente no se quede en el simbolismo y cierre, de verdad, el patético 'procés'. Otra cosa sería caer en el ridículo que Tarradellas quiso siempre evitar
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEl 21 de enero de 1960 Josep Pla se vio con Josep Tarradellas. De aquella conversación, que duró veintidós horas, el autor ampurdanés pergeñó un informe acerca de las ideas del presidente de la Generalitat en el exilio. 'Una cierta idea' de Cataluña para la ... futura España democrática. Dada la privacidad del encuentro, Pla camufló a Tarradellas en el texto como el Sr. Albert. Ambos compartían la misma preocupación: evitar tras la muerte de Franco el caos revolucionario del 36. Tarradellas contaba con un equipo de su máxima confianza. No más de cinco personas. Perfiles más tecnocráticos que ideológicos: el industrial Manuel Ortínez, el historiador Jaume Vicens Vives o el economista Joan Sardà.
Pla quedó agradablemente sorprendido al conocer al presidente. Nada que ver con el Companys del 6 de octubre de 1934 con quien Tarradellas rompió relaciones tras advertirle del fracaso de la intentona separatista. Del pasado había poco aprovechable, afirmaba el Sr. Albert. Pla tomaba nota: «No se han de resucitar ni la Esquerra, ni la Lliga ni ninguna organización de esta clase». Tarradellas conjugaba los contactos con el interior y el exilio. Lo peor del exilio, objetaba, «es que los pocos elementos políticos que contiene se mantienen en la mentalidad de 1939: mentalidad destructora y catastrófica».
La Guerra Civil y el largo exilio que tuvo que arrostrar en la más absoluta soledad, hicieron de Tarradellas un liberal-conservador como el propio Pla.
El Sr. Albert no es federalista ni confederal: pretende pactar con el Estado español. Un pacto que no depende del régimen sea Monarquía o República. Desecha el rencor por estéril y cuando se expende bajo el sectarismo histórico: «Nos repitió muchas veces que, si algún día gobernara, no destruiría nada que, implantado por Franco, sea positivo para el país y la estabilización general», escribe Pla. Lo decía un hombre que había sido detenido siete veces por la Gestapo con la connivencia de la policía franquista.
La política de Tarradellas es la unidad, al estilo de su admirado De Gaulle. Un presidente 'au-dessus de la mêlée': prioriza el pragmatismo sobre los dogmas ideológicos y ataja discordias partidarias. En su biografía 'Tarradellas. Una cierta idea de Cataluña' (RBA) Joan Esculies subraya que el honorable 'president' fue siempre más demócrata que nacionalista. No se casaba con nadie, ni con los catalanistas, ni con los comunistas y todavía menos con el Òmnium Cultural del fascistoide Cendrós. Tarradellas militó en Esquerra, un partido que juzgaba prescindible en la Cataluña moderna. Advertía de «la demagogia y el verbalismo» en los que Cataluña no debía recaer. Sabía de lo que hablaba.
Ilustraba esa política con una anécdota. «¿Cuál es su política, 'monsieur' Tarradellas?», inquirió un funcionario francés al entregarle el pasaporte diplomático: «Evitar el ridículo», respondió. Ese ridículo que han hecho sus sucesores en la Generalitat en esta última década: Artur Mas, Carles Puigdemont, Quim Torra…
Incómodo para el pujolismo
Tarradellas, apunta su biógrafo, «consideraba, además, que la burguesía había manipulado el problema nacional catalán, queriéndolo convertir en el único mientras silenciaba las cuestiones económicas y sociales». Incómodo para el pujolismo, solo el PSC y el centro-derecha (UCD, PP) reivindicaron su figura. Ciudadanos se llamó así en homenaje al célebre discurso del retorno: 'Ciutadans de Cataluña! Ja sóc aquí!'. La ciudadanía plural frente al pueblo elegido del esencialismo. Salvador Illa se presenta como heredero del tarradellismo. La carta del 24 de octubre de 1977 del 'president' a modo de texto programático. Tarradellas postula una Cataluña cuya identidad no coarte la lealtad a España. Autogobierno desde el pactismo realista inspirado en Vicens Vives: «Huir de las abstracciones, acercarse a la realidad de la vida humana y establecer la más estrecha responsabilidad colectiva e individual en el trato con la cosa pública».
¿Será capaz Illa de responder a esas expectativas con socios tan poco tarradellistas como Esquerra y los comunes-comunistas? ¿Negará el pan y la sal a los quince diputados del tarradellista PP?
En enero de 2021, a un mes de las autonómicas del 14-F, planteamos si el PSC, acomplejado ante el independentismo, actuaría como el más soberanista de la clase. Tras el fiasco de Ciudadanos, ¿recuperaría Illa los votos no nacionalistas que perdió por la flojera del PSC ante el nacionalismo? Sacó 33. Ganaba votos no independentistas, pero no alcanzaba la mayoría absoluta: muchos catalanes no nacionalistas -exvotantes de Ciudadanos- no se fiaron de su discurso tornadizo. Entre los consejos que formulábamos en 2021: denunciar la falaz neolengua («conflicto entre España y Cataluña») y la placenta simbólica del secesionismo; visibilizar el Estado en Cataluña; impedir la expulsión del castellano en la docencia (veinticinco por ciento) y la administración; no ignorar a la mitad de los catalanes; no blanquear a Junts, Esquerra y la CUP: izquierda y nacionalismo son un oxímoron. Demostrar con una buena gestión que independencia rima con incompetencia. Recuperar la credibilidad de las instituciones autonómicas: la fuga de Puigdemont es otro más de los días 'históricos' -o histéricos- a los que nos acostumbraron los politicastros separatistas.
«Cataluña es demasiado pequeña para menospreciar a ninguno de sus hijos y lo suficientemente grande para que todos quepamos en ella», escribió Tarradellas al director de 'La Vanguardia', Horacio Sáenz Guerrero. Corría 1981. Era su enmienda a un pujolismo en el que ser catalán era incompatible con ser español. En septiembre Illa reunirá a su Gobierno en Poblet, donde Tarradellas depositó su archivo. Ojalá que el nuevo presidente no se quede en el simbolismo y cierre, de verdad, el patético 'procés'. Otra cosa sería caer en el ridículo que Tarradellas quiso siempre evitar.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete