Sánchez pide «pasar a la ofensiva» rodeado de Lula, Petro y Boric y acusa al PP de haber «sucumbido a la ultraderecha»

Recién aterrizado en la capital chilena, Sánchez acudió al Palacio de La Moneda, la célebre sede del Gobierno chileno donde se produjo el golpe de Augusto Pinochet contra el presidente Salvador Allende en 1973, y se encontró en el patio de los cañones con Boric, con el que se fundió en un caluroso abrazo antes de juntar ambos sus dos manos de manera muy efusiva. La misma escena se había producido antes con Orsi y después con Lula y Petro, el último en llegar.

Los cinco posaron muy sonrientes antes de entrar a una reunión en la que trataron de articular su frente común contra lo que en muchas ocasiones Sánchez ha calificado como de «internacional ultraderechista». Una idea que el presidente español y Lula impulsaron en septiembre del año pasado, durante un encuentro en los márgenes de la Asamblea General anual de la ONU que se celebra en Nueva York, y a la que enseguida se sumó Boric. La gira de Sánchez continuará en Montevideo, donde tendrá un carácter más comercial, cuando se incorporará la delegación empresarial, con el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, a la cabeza, ha adquirido así el carácter más ideológico con el que la ha preparado Moncloa.

A nadie pasa inadvertida la ausencia de Argentina entre los países a visitar, algo que tampoco sorprende dado el fuerte antagonismo con el presidente de aquel país, el libertario Javier Milei, con permiso de Donald Trump el líder cuyos postulados plantean combatir los cinco líderes reunidos este lunes en Santiago de Chile.

En cinco breves alocuciones, todos los dirigentes han coincidido en la necesidad de esta iniciativa, y Sánchez ha anunciado que España acogerá el segundo encuentro de este tipo en 2026. El presidente español ha pedido «pasar a la ofensiva» ante la «multinacional del odio», a la que ha acusado de manipular y de avanzar «poniendo en riesgo derechos y libertades por los que muchas generaciones lucharon».

Poco antes, Petro se había referido explícitamente a la necesidad de «encender la luz», advirtió, ante «las tinieblas que empiezan a atemorizar el alma». Sánchez, en un claro dardo velado al Partido Popular, ha acusado a la derecha tradicional, con la que ha dicho que hasta hace no mucho «compartíamos consensos básicos», ahora en cambio habría «sucumbido al marco de la ultraderecha».

En último lugar, como corresponde al anfitrión, ha intervenido Boric, quien ha anunciado que se invitará a esta iniciativa, que pretende ser todo un frente común de izquierdas a nivel global, a otros correligionarios ideológicos repartidos por todo el planeta. Entre ellos la presidenta de Méjico, Claudia Sheinbaum, la primera ministra socialdemócrata de Dinamarca, Mette Frederiksen y al primer ministro de Australia, Antony Albanese.

Igualmente, el presidente izquierdista de Chile ha querido dejar claro que «este no es solamente un acto simbólico, es un acto político, y además tiene propuestas concretas». Entre ellas ha cita varias para el combate de la desinformación, de la desigualdad y la violencia, algo esto último que ha especificado que se hará «compartiendo las buenas prácticas para enfrentar, por ejemplo, al crimen organizado, que es transnacional». Precisamente este martes Sánchez y el uruguayo Orsi firman un acuerdo bilateral en materia de seguridad.

Boric, que ha subrayado otro de los claros puntos en común de los cinco líderes, como es la petición de un alto el fuego en Gaza, que Petro no ha dudado en tildar de «genocidio», ha presumido de políticas sociales que aplican los gobiernos representados en la cumbre de Santiago de Chile, entre ellas la reducción de la jornada laboral, precisamente cuando el proyecto que en España lidera la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se encuentra en entredicho ante la incertidumbre del apoyo de varios socios del Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Sumar. Previamente, Sánchez ha denunciado la «coalición de intereses entre oligarcas y ultraderecha», que a su juicio «avanza peligrosamente»..