Donde tienen que entrar los tibios es en la Moncloa

Antes y después arribaron las huestes moderaditas. De Cuca Gamarra a Esteban González Pons (el más tempranero). De Ana Pastor a Borja Sémper, el nuevo. Había gentío. De invitados y de prensa. Cuando llegó Cuca Gamarra se le abalanzaron, creo que fue la más avasallada por cámaras y micrófonos. «¿Sigue pensando que lo de Brasil es un desorden?». Porque ya saben que los del PP escuchan a Caetano Veloso y les dan ganas de invadir Brasil. No contestó porque para qué y porque se la llevaban al cuarto no oscuro donde estaban metiendo a la gente principal según iba entrando en la sede de Vocento.

El cuarto oscuro es el llamado txoko (¿qué pensará Enrique Herreros, que cuando Vocento entró en ABC les llamaba 'los vasquitos'?). El txoko es un comedor, sala de reuniones (ahí se hacen las reuniones del consejo), cocina… Había tanta gente (políticos, mandamases de Vocento, de Ferrovial), que aquello, según los espías paraguayos que me cedió Luis Herrero, parecía Snobissimo un viernes por la noche y sólo se podía avanzar de lado. Ya después del acto, y donde se cabía, pregunté a Cuca Gamarra (@cucagamberra) si le parecía que todo lo que había soltado Yolanda Díaz tras su tuit se lo creía. «Madre mía, yo golpista… No se lo cree. Es una actriz extraordinaria». También dudó en lo de haber tuteado al presidente.

Habló el jefe de los moderados, que para eso habíamos ido. Feijóo se parece en una cosa a Yolanda Díaz. No en lo de ser gallegos, en lo de tener cara de alimoche. Pero alimoche con ojos azules, pese a no ser de La Coruña, sino de Orense. Los coruñeses son los primeros en el ranking de personas con ojos claros, un rasgo genético que se asocia a su escaso mestizaje y a la falta de luz solar. Dijo Feijóo que el PP es el que mejor defiende unos determinados valores (rigor en la gestión, la política útil, la defensa de las instituciones y el sentido de Estado).

Definió el populismo y dijo que en España la socialdemocracia se había transformado en un apéndice del extremismo. Que Sánchez no es el alfa y omega, sino el intérprete de un libreto escrito por la extrema izquierda y el independentismo. Un presidente cautivo por propia voluntad. Y que otra cosa es que pretenda convertir en rehén a toda la nación. Que el suyo es un Gobierno intervenido por sus socios parlamentarios.

De pronto se arrancó con una cita y temimos lo peor, hasta ahí había ido bien. Le toco a Taleb. Un poco de lío entre 'El cisne negro' y 'Antifrágil'. En las citas (y eso deberían mirarlo los que escriben los discursos) se le ve menos seguro que en el resto de sus palabras, por ejemplo, cuando dijo que manzanas traigo, o sea, centralidad, estabilidad y certezas.

Y llegó otra cita. Menos mal que esta era un topicazo de Suárez, lo de «elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal». Con esta no se puede fallar. La sacó para recordar que «el Gobierno ha dado la espalda al país». A preguntas del director de ABC, Julián Quirós, negó ser tibio. «Los tibios no entrarán en el reino de los cielos». Vale, pero es en la Moncloa donde tiene que entrar. Sobre los fichajes, aseguró que en Europa sólo hay dos grandes partidos de centro derecha, la CDU alemana y el PP. Y que «en España ya no es evidente casi nada».

Vinieron a desayunar, además del presidente de la Xunta, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida, parte de la vanguardia que sale a la batalla el 28 de mayo. Con moderación o con lo que sea.