El centro de meditación de Ana debía sonar a calma pero cuando hace cuatro años comenzaron unas obras del metro de San Sebastián el ambiente de relajación se alteró. El ruido se colaba en el local y hacía imposible la meditación. Las malas vibraciones afectaron ... a su negocio. Empezó a perder clientes, tuvo que alquilar otro local, reacondicionarlo y a la hora de protestar sí que se hizo un silencio institucional. Ella reclamaba el coste de las obras de acondicionamiento y el exceso del alquiler. Llevó su caso ante los tribunales y tras comprobar que el ruido superaba los límites, la justicia ha fallado a su favor y el gobierno vasco deberá indemnizarla con casi cien mil euros. Ahora tras ganar la batalla judicial ya puede relajarse.
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