Montero, perfil bajo antes de asumir más funciones en Podemos
La bajada de su ritmo de trabajo como ministra no supone su despedida política
La titular de Igualdad se reforzará en la primera línea del partido cuando salga del Gobierno
Érika Montañés y Gregoria Caro
Madrid
Blindar la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que aunque se acordó entre los partidos (salvo Vox) para este año no se prolonga de forma automática, y afianzar la tramitación del anteproyecto de la ley de Trata, que tanto costó ... poner sobre el papel el noviembre pasado tras las discrepancias más que notables con Justicia, son dos de las tareas en las que quiere volcarse Irene Montero en funciones al frente de Igualdad.
Y es que una cosa parece haber dejado clara la número dos de Podemos antes del parón vacacional y es que seguirá trabajando en el departamento pese a que se constituyan nuevas Cortes y pese a su veto en Sumar.
También se ha ofrecido a su partido para trabajar, en primera o segunda línea y con la misma intensidad que mantenía antes de ser nombrada ministra, si otro equipo entra en el departamento que ocupa desde el 13 de enero de 2020.
En las últimas semanas, a Montero se la ha podido ver accediendo a su despacho situado en la calle Alcalá y desde su círculo más cercano se ha destacado que no ha cesado en su labor, aunque es evidente que ha bajado el ritmo.
Lo cierto es que, pasados los fastos del Orgullo y salvo dos actos institucionales, uno sobre el colectivo LGTB en Madrid, y una estancia en Barcelona donde visitó un centro de atención primaria y participó en una charla con la consejera catalana del ramo (el pasado 14 de julio), la agenda de Irene Montero ha estado casi desierta, como constata la web de La Moncloa.
Desde la tercera semana de julio ha mantenido discretas reuniones con miembros de su equipo y del partido y ha interrumpido su asueto para asistir con gesto muy serio al último Consejo de Ministros celebrado el 25 de julio antes de la parálisis de agosto; y para presidir, el martes día 1, el cuarto comité de crisis convocado por los ocho crímenes machistas confirmados en el mes de julio.
En esta cuarta convocatoria -de la anterior, el 2 de junio, en plena tormenta por la configuración de las listas entre las marcas que confluían bajo el sello de Sumar, la titular de Igualdad se ausentó y la pilotó la secretaria de Estado, Ángela Rodríguez-, la ministra en funciones se rodeó de su habitual equipo de asesores y miembros del gabinete, que la han arropado más si cabe en las últimas y difíciles semanas.
No le han fallado sus dos grandes 'escuderas', la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Vicky Rosell, y su 'número dos', la secretaria de Estado, además de dos personas próximas y fieles asesoras, Isabel Serra y la jurista María Naredo, amén de su gabinete.
A todas ellas se las pudo ver en ese comité de crisis, donde la ministra no tuvo reparos en saludar con gran cordialidad a las nuevas caras de las consejerías autonómicas formadas tras las elecciones del 28 de mayo y para las que este comité era «su primera vez», como señalaron fuentes asistentes a ABC.
Algunas personas próximas se afanan en destacar que la ministra está «como siempre», trabajadora, locuaz y con gran 'feed-back' en sus conversaciones. Los intervinientes en esa misma reunión la vieron relajada, tomando apuntes y anotando propuestas.
«Muy participativa, como es habitual en ella», se incide, pero no se oculta el mal trago político que Montero se llevó con la decisión de Yolanda Díaz de escoger a Elizabeth Duval como responsable del feminismo de Sumar. El 'sapo' del feminismo. Precisamente es el 'sapo' con el que tendrá que lidiar Belarra, que no ocultó su malestar en su primera comparecencia tras los comicios generales, el 24 de julio.
La «renuncia al feminismo» como lo denominó la secretaria general de los morados se transforma, al decir de la dirigente gallega de Sumar, en «renunciar al feminismo de trincheras» y «frentista» que se ha practicado en los últimos años desde Igualdad, y que vivió su punto álgido con la entrada en vigor (y posterior reforma) de la 'ley del solo sí es sí'. Esta norma ha sido el punto de inflexión en la trayectoria política de la segunda ministra de Igualdad en España.
Las palabras del presidente del Gobierno en una entrevista, donde remarcó que sus amigos varones no se sentían cómodos con el feminismo que se preconizaba desde la cartera de Montero, y el reconocimiento expreso por parte de Díaz de que la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual no había sido una buena norma horadaron la confianza de una Montero que pretende dedicar ahora más tiempo libre a los suyos, como defendió en una entrevista al periódico 'Huffington Post', donde habló de un hipotético futuro una vez dejado atrás el ministerio.
Asumirá más funciones orgánicas en Podemos y seguirá trabajando para el partido en primera línea. Es evidente que la ministra, vetada en la parrilla de salida, ha querido distanciarse de las refriegas sucedidas en plena carrera electoral.
Salir del foco fue la razón por la que se ausentó el día 21 de un curso de la Universidad Complutense de Madrid que organizaba su ministerio en defensa de la norma sexual, y donde Igualdad designó a una decena de ponentes.
La ministra rehusó clausurarlo el día en que se cerraba la campaña. Esquiva con la prensa, Montero también ha bajado revoluciones a su persistente actividad en redes sociales. Como acostumbra, aparca el trabajo y abre en ellas una ventana a su esfera personal.
La última vez fue a mediados de julio cuando publicó su veraneo en una sierra segoviana y la recolección de arándanos durante una jornada de relax con su familia. El verano pasado alabó el «buen equipo» que formaba con Pablo Iglesias, exsecretario general de Podemos, y sus tres hijos. Iglesias portaba una nevera de camino a la playa.
Hasta el 29 de agosto, cuando vuelva al Consejo de Ministros, puede repetir esta estampa de vacaciones. La aprobación el pasado marzo de la 'ley Trans' ha sido su gran consuelo este año que fue como una montaña rusa.
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