Promesas a la Almudena entre flores, mantillas y crema pastelera

«Vemos las calles de Madrid llenas de gente con buenos sentimientos para celebrar lo que nos une, las tradiciones, la fe y sus raíces cristianas que nos han dado tanto a Madrid y a España», subrayó. Y, poco tiempo después, con la liturgia ya empezada y entre la confusión de los allí presentes, una ambulancia del Summa se presentaba en el lugar de la celebración para prestarle asistencia y trasladarla a la Fundación Jiménez Díaz, tras sufrir «una fuerte gastroenteritis», explicaron en su equipo.

Se quedó al frente el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que, tras agradecer a la Virgen de la Almudena su «maternal protección» y «no dejarnos perder nunca la alegría», el primero de sus ruegos fue para las familias madrileñas, «primera escuela del amor y refugio donde aprendemos el valor de la vida». A continuación, pidió a la patrona de la ciudad que «nos libre de disputas estériles que nos distraen de seguir trabajando por una ciudad más próspera, solidaria y justa»; y recordó la obligación de «atender a los más débiles», que deben ser «el objeto preferencial de nuestros desvelos».

Al compás de los discursos, muchos no pudieron contener la emoción y rezaban durante la misa entre lágrimas. Volvió la festividad y su ajetreo a las 12.53 horas, cuando tras recibir los fieles presentes la comunión, el repiqueteo jubiloso de las campanas marcó el inicio de la procesión, y la Virgen de la Almudena salió en dirección a la esquina que une el Patio de Armas con Bailén. Tras ella, los músicos de la Unidad de Música Militar de la Dirección de Acuartelamiento (Diacu) del Ejército de Tierra. «En este día tan bueno, en el que hace sol», echó a andar el paso procesional. La Virgen avanzaba sobre las andas de la hermandad de Jesús el Pobre, sostenida por los anderos de la misma cofradía. Con paso firme y devoto. Así recorría la patrona de Madrid la calles Mayor, Santiago y Requena.

En ese momento, antes de seguir su recorrido con fervor, los asistentes comenzaron a aglomerarse a los pies del mural de flores de la Almudena, que se colapsaba de ramos y promesas. Pasadas la 13.30 horas, Requena se cubría de mantillas y devoción: decenas de hermandades acompañaban a la Virgen en su camino. Regresaba esta por la calle de Bailén a la catedral, presidida por la banda Nuestro Padre Jesús Nazareno el Pobre, en una celebración en la que «nunca antes se había visto a tantas personas como este año».

Tras la procesión, cientos de ciudadanos y visitantes se reunieron en la Plaza Mayor para degustar la popular corona de la Almudena. La Asociación de Cocineros y Reposteros de Madrid (Acyre) ha sido, un año más, la encargada de elaborar este popular bollo, cuyo origen se remonta a 1978 y que ha sido preparado en su versión más tradicional, relleno de crema pastelera. En esta ocasión, la corona ha alcanzado los 100 metros de largo y ha permitido repartir más de 5.000 porciones entre los asistentes.