Madrid Arena
Los puntos oscuros de un Halloween mortal
Arranca mañana el juicio del caso Madrid Arena, que determinará qué pasó, qué falló y por qué
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Miguel Ángel Flores, uno de los quince acusados, tras salir del jugado
Quince acusados
Quince personas se sentarán en el banquillo en el macrojuicio del Madrid Arena que arranca mañana. Trece de ellas acusadas de cinco homicidios por imprudencia grave, y otras dos, por imprudencia grave profesional. Las penas que pide la Fiscalía se sitúan entre los cuatro años para el principal acusado y organizador del evento, Miguel Ángel Flores, y los dos años y seis meses para los médicos por su actuación. Hasta mayo el tribunal de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial tratará de depurar responsabilidades. A continuación, algunos de los puntos oscuros de una «tragedia evitable», según el escrito del magistrado, Eduardo López-Palop.
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Una de las entradas del evento
Sobreaforo
Flores vendió unas 23.000 entradas. Además, antes de la actuación estelar del DJ Steve Aoki , los responsables del recinto dejaron entrar a unas 3.000 personas del botellón exterior por el portón de emergencias. Llegaron a acumularse de 27.000 a 30.000, y, todo ello, en un recinto con un aforo máximo de 10.620 personas. Así lo considera probado en su auto el juez. Las entradas contabilizadas en sede policial en las ocho urnas que ordenó esconder el empresario de Diviertt, «con evidente mala fe» en el pabellón satélite, ascendieron a 16.791 y no incluían mil pases VIP ni venta on-line. Flores sostiene que vendió 9.650.
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Las instalaciones del Madrid Arena, desde el exterior
Seguridad
A cargo de Seguriber (empresa contratada por el consistorio), encargada de la vigilancia exterior, y de Kontrol 34, buscada por Flores para la interior, y ante la presencia de responsables de seguridad de Madridec, brilló por su ausencia. Nadie parceló el aforo ni se percató de lo que ocurría, ni siquiera la persona encargada de visualizar las cámaras. Por cierto, la del vomitorio mortal estaba vacía. Antes, retiraron las vallas del muelle de carga para que entrara el público por ahí sin ningún control ni requisa, «por orden de Francisco del Amo, jefe de Proyectos de Madridec, coordinado con Santiago Rojo, a sabiendas del grave riesgo de seguridad que ello suponía por la saturación en la pista central». Lo mismo sucedió en la entrada del muelle mónico, por orden de Miguel Ángel Morcillo, de Diviertt, quien además, era el encargado de las barras que bloqueaban la mayoría de las vías de evacuación. «Fue una noche de despropósitos que nadie evitó ni mucho menos previó».
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Una captura de las cámaras de seguridad aquella noche
Botellón
López-Palop culpa al exjefe de la Policía Municipal, Emilio Monteagudo, por su actitud negligente, contemplativa y por los escasos efectivos enviados con tres botellones en un kilometro. «La aglomeración interior y el botellón exterior fueron determinantes». El Fiscal discrepa: no ve relación y no imputa al exmando policial.
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Enfermería
Simón Viñals se hizo cargo del servicio médico sin contar con el instrumental mínimo exigible «ni siquiera agua corriente. Su actuación fue errática y gravísimamente lesiva para las personas que perderían la vida», al igual que la de su hijo Carlos, funcionario, por lo que no debía estar ahí.
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Cliente VIP Municipal
La empresa de Flores llevaba años contratando con el Ayuntamiento el alquiler del Madrid Arena a través de Madridec, quien le tenía cedida, prácticamente, la exclusiva para la organización de eventos hasta 2013 . La deuda que el promotor mantenía con la Seguridad Social (26.000 euros) no fue obstáculo para ello. La factura de la fiesta de Halloween, publicada por ABC, desveló el trato de favor a este cliente VIP: el precio era de 20.000 euros más IVA pero firmaron por 12.000. Además, dos días antes, le condonaron los impagos de un evento anterior: casi 16.000 euros.
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Sin licencia
El recinto carece de licencia de funcionamiento. Así lo desvelaba un informe policial de 2006. En 2010 los especialistas detectaron graves deficiencias que comprometían la seguridad. Entre ellas, la ausencia de una salida de emergencia contrapuesta a la entrada principal, soterrada, por lo que incumplía la normativa contra incendios y la estrechez de los vomitorios.
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