El primer edificio que se acabó en la Gran Vía, coronado por la loba capitolina
HISTORIAS CAPITALES
Fue inaugurado en octubre de 1915, para sustituir a otro hotel de igual nombre que había enfrente
Historias, secretos y anécdotas de los cien años largos de la Gran Vía
Madrid
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Iniciar sesiónComo en un juego de dominó, un edificio se levantó para que otro cayera. El derribado era el antiguo Hotel Londres, y en la acera de enfrente, se levantó su homónimo, construido para sustituirlo. Abrió sus puertas el 2 de octubre de 1915, a las ... seis de la tarde. Y como relataba ABC, se encargó su mobiliario a la casa Manuel López, en la calle de Serrano número 17; y las cortinas, estores y visillos a la casa Rafael Rodríguez hermanos, calle Peligros 14-16.
El edificio es sobrio en sus formas, elegante y rematado en su cúpula por el nombre del hotel en grandes letras, y una estatua de la loba capitolina, bajo la cual aparecen las letras SPQR (Senatus populusque romanus) y el año en números romanos, MCMXV.
Antes de que naciera la Gran Vía, existía en la zona cercana a la calle del Caballero de Gracia un hotel de tronío, que había sido inaugurado en 1883 por Félix Yotti y Compañía, aprovechando el tirón que tenía en la zona los establecimientos de hostelería y comercio y también quienes transitaban hacia el oratorio.
El dirigible 'España', que sobrevoló la estatua de la diosa Cibeles
Sara MedialdeaTras varias pruebas y algunas averías, llegó desmontado a la capital y se probó con éxito
Era un hotel de categoría, con salones de esmerada decoración, todas las comodidades -fue de los primeros en contar con luz eléctrica-, y según algunos autores contaba incluso con intérpretes para sus clientes y un servicio de transporte que comunicaba el hotel con las estaciones de ferrocarril, para facilitar los desplazamientos de los huéspedes.
Pero el lugar donde estaba aquel hotel -sobre un antiguo palacete con jardín y por el que pasaron muchos de los grandes nombres de la aristocracia de la época, tanto española como europea- iba a dejar de existir debido al nuevo proyecto de crear la flamante Gran Vía madrileña.
Las demoliciones comenzaron en abril de 1910, mientras los propietarios del hotel intentaban dar con la solución para remediar su desaparición. Aunque la Gran Vía iba a arrasar con el inmueble donde se asentaba, al igual que con los del resto de esa misma calle, pensaron y pensaron hasta dar con la fórmula para sobrevivir: el traslado.
Así fue como se pensó en la construcción de un nuevo hotel Londres, que se situaría justo enfrente del anterior, en la zona que ya correspondía a la nueva Gran Vía. De hecho, fue el primero de sus edificios en terminarse, y el antiguo, uno de los últimos en derribarse. De hecho, en abril de 1914 aún se estaban vendiendo sus muebles y enseres. Y hasta su fachada de piedra se vendió, a precio muy económico, por cierto, y la adquirió un noble que la utilizó para construir su casa-palacio en el barrio de Salamanca.
Algunas crónicas de la época describen el nuevo establecimiento hotelero como el culmen del lujo: un techo con doble cristal y armadura de hierro proporcionaba luz cenital, la cocina estaba dotada con los últimos adelantos, había ascensor eléctrico de caoba y bronce, pero no baños en cada habitación, porque entonces no se llevaba esa moda.
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Con el paso de los años, el edificio dejó de ser hotel y se convirtió en sede de banco, como muchos otros por la zona, dado su carácter señorial y su prestancia. Sufrió varias intervenciones para adaptarse a su nueva función de oficinas, y en alguna de esas, perdió la loba de bronce que lo coronaba. Más adelante, fue sede de la Consejería de Justicia. Y en todos estos viajes, ha ido perdiendo muchos de los elementos que lo caracterizaron en su arranque. Pero la loba capitolina volvió a su cúpula, y allí sigue, para regocijo de quien la contempla al pasar y puede, de este modo, recordar lo que hubo en aquel edificio más de un siglo atrás.
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