Pablo Carbonell: «Tinder se ha cargado la noche. Antes, la pista de baile era como la feria del ganado»

Los Toreros Muertos hacen escala este jueves en la sala Galileo

Los Toreros Muertos abc

Nacho Serrano

En el negocio de la música pop española, el cierre de los ochenta estuvo marcado por la coña, la guasa, la sátira, el humor. Grupos como Toreros Muertos o No me pises que llevo chanclas arrasaban en las listas de ventas y los ... ayuntamientos se los rifaban para sus fiestas. Y lo más importante: nadie se escandalizaba por sus letras. ¿Quizá es porque no había redes sociales? En cualquier caso, los ecos del descojone musical de aquellos días todavía resuena y, de hecho, los Toreros y los Chanclas andan inmersos en un proyecto conjunto llamado 'Toreros con chanclas' con una gira que tal como nos cuenta Pablo Carbonell, ha ido incluso mejor de lo esperado porque les siguen saliendo fechas para seguir con ella este verano. Pero antes, el polifacético artista gaditano retoma la agenda de los Toreros Muertos a secas con un concierto muy especial, este jueves en la querida sala Galileo.

Sigue gustando revivir viejos hitazos ochenteros.

Sí, tuvimos algunos. Y a mí, como me gusta trabajar, por eso sigo dando conciertos casi por el gusto de hacerlos. El marketing y yo no nos hemos conocido. Es una cosa hecha para vagos, para gente a la que no le gusta trabajar, para los 'minimoesfuerzistas'. A mí me encanta la carretera, dormir con los colegas en hoteles desvencijados, comer a salto de mata, hacer pruebas de sonido a las cuatro de la tarde... Sigo porque si paro, me canso.

Comentaban los míticos Ñu en estas páginas que es una pena que las salas de conciertos echen a la gente a la calle cuando acaba la actuación, que se ha perdido el compadreo post-concierto entre artistas y fans. Pero Galileo es un reducto para esa vieja tradición, ¿no?

Las dos últimas veces que he ido fue con repertorio de Javier Krahe. La última vino menos gente (risas), vamos a ver ahora con Toreros. Pero en realidad, lo que nos ha apartado a los artistas de ese compadreo, son los 'selfies'. Si para tener una conversación con un fan tengo que estar haciéndome ochenta selfies que la interrumpen, pues ya no me apetece tanto. El compadreo también se ha perdido por los vasos-maceta. Para pedirte un gin-tonic tienes que beber el triple que en vaso de tubo, y pagar el triple claro. Otra cosa que se está cargando la noche es Tinder. Antes, las pistas de baile eran como la feria del ganado, ahora la gente ya va a tiro hecho.

Hablando de salas, creo que la idea para montar Toreros Muertos nació en Rock-Ola, en la época en la que hacía humor allí con Pedro Reyes. Después veían a todos esos grupos de estética pomposa y actitud arrogante, y dijo: «voy a satirizarlos». Como hizo Zappa con los grupos hippies en los sesenta.

Sí. Eran cosas que hacía inconscientemente. Y después con los años, psicoanalizándome un poco, me he dado cuenta de que fui un hijo del rencor. Toreros Muertos fuimos unos patitos feos que querían reírse de las etiquetas y de las poses de los grupos, y aunque en realidad me he llevado fantásticamente bien con todos ellos, en mis primeras entrevistas decía cosas como «hemos venido para decirle a la gente que todos los cantantes somos prostitutas». Casi nunca hacía sátira social, la mayoría de mis balas iban contra el star-system, contra las tonterías de las estrellas del pop. A Zappa sigo escuchándolo, y aunque en aquella época yo no entendía ni papa de sus letras, veía que en su actitud había un rechazo al glamour que me atraía mucho.

¿Qué tal la experiencia como tertuliano en Espejo Público?

He estado seis meses, y creo que la cara de póker que ponía cuando sacaban temas políticos lo decía todo. Soy el Grinch de la política y del mundo del corazón. Era un contertulio con poco recorrido (risas).

Pero ahora se quiere meter humor en casi todo: en los programas sobre política, sobre música, sobre lo que sea... ¿Estamos desesperados por reírnos ante el caos?

Cuando Aníbal estaba a las puertas de Roma, el edil de la ciudad programó a Plauto para que el pueblo se riera. No digo más.

¿Qué le parece ese mantra que hay entre algunos artistas de esa época, según el cual había más libertad entonces que ahora? A Toreros Muertos casi los despidieron de la compañía, sólo por el nombre...

Es posible que no haya menos libertad de expresión ahora, pero lo que sí ocurre es que el artista que hace uso de ella ve mermados sus ingresos.

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