Lavapiés, Tirso y Sol, el triángulo de los toxicómanos sin techo: «Llevo un espray de pimienta por si acaso»
Decenas de personas pasan noche y día en colchones tirados en medio de las plazas de Centro tomando drogas
Vecinos demandan una solución a la degradación e inseguridad que azota al corazón multicultural de la capital
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Iniciar sesiónLas plazas de Tirso de Molina, Jacinto Benavente y Nelson Mandela están separadas por menos de diez minutos a pie. Estos transitados puntos de la capital son hoy los dormitorios al aire libre de personas sin hogar, que encuentran en los bancos, esquina o recovecos ... sobre el cemento un lugar donde plantar sus colchones o cartones. La transformación de estos enclaves del distrito de Centro en 'pensiones' al aire libre –estos individuos vulnerables consideran estos espacios más seguros que otros puntos más discretos de la ciudad– es, por otro lado, una pesadilla para los vecinos de la zona. Denuncian la inseguridad que generan los politoxicómanos que se han asentado a puertas de sus viviendas. «No puedo pasear tranquila e incluso llevo espray de pimienta en el bolso por si acaso», señala a este periódico Lucía, vecina «de toda la vida» del barrio de Lavapiés, que ha sufrido una mayor degradación en los últimos años.
A mediodía y a tan solo unos pasos del teatro Calderón, una decena de personas fuman, beben y descansan –algunas sobre un colchón–resguardadas bajo la sombra de un árbol. No era habitual esta estampa en Jacinto Benavente, en la trasera de la Puerta del sol. Pero ya se han acostumbrado comerciantes y residentes, que aseguran haber visto más de un colchón plasmado en este céntrico punto, que ahora está en obras.
Bajando por la calle del Conde de Romanones también se puede ver a obreros, andamios y telas de la plaza de Tirso de Molina, que está pasando por quirófano este verano. En los espacios ajardinados se acumulan suciedad, latas de cerveza vacías y bolsas de plástico de aquellos que han pasado la noche sobre el cemento, escondidos entre las obras. «Consumen drogas, amedrentan a paseantes y se pelean», lamentan los que a duras penas concilian el sueño entre los gritos y ruidos de madrugada.
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Otros se han mudado de plaza, en pleno Lavapiés. Es lo que puede verse en la de Nelson Mandela, a tan solo unos pasos a través de la calle del Mesón de Paredes. «Es un espacio en el que se concentran tanto aquellos que venden drogas como los que las consumen. Ahora hay más presencia de estas personas por la rehabilitación de estas plazas. No solo hay jóvenes sino también personas mayores bastante tocadas por la droga», explica a este periódico Manolo Osuna, histórico presidente de la Asociación de Vecinos de La Corrala.
Aunque Lavapiés se encuentre entre los barrios de la capital que más han colonizado los pisos turísticos, aún queda un pequeño tejido vecinal que está en pie de guerra para denunciar robos, inseguridad y la lacra de la droga que existen en la cuna del casticismo. Lucía, de 61 años, ha vivido toda su vida en este barrio y asegura que en el último año el deterioro en las calles en las que ha crecido es «evidente»: «La plaza de Nelson Mandela es para muchos intransitable. La evitamos siempre que podemos».
Sin embargo, no es el único punto del barrio en el que los residentes están con los ojos abiertos ante posibles robos o increpaciones. Las plazas de Lavapiés y Arturo Barea, las calles de Amparo, Olivar o Ave María, entre otras, son algunas que señala Begoña Sebastián, portavoz de la Plataforma del Barrio de Lavapiés, como aquellos que pueden resultar peligrosos, sobre todo a partir de la última hora de la tarde.
«Salgo a correr a primera hora de la mañana y me encuentro a personas durmiendo en las plazas. Algunos incluso han montado una tienda de campaña en el parque Casino de la Reina», explica a este periódico Lucía. Insiste en que se siente insegura cada vez que sale de casa y tiene que volver tarde. Por ello, asegura llevar siempre en el bolso espray de pimienta: «Por cualquier cosa que pueda pasar».
Reyertas
Lorenzo no ha nacido en este barrio pero, desde que se mudaron sus padres cuando él tenía apenas 6 años, no se ha movido de él. «Estamos hartos de sentirnos inseguros caminando por nuestras calles. Siempre hay coches de Policía porque estas personas terminan enzarzándose por temas de drogas», lamenta el residente de la calle de Amparo.
Durante una madrugada de principios de junio, dos reyertas –una en la plaza de Tirso de Molina y otra en la de Nelson Mandela– dejaron a siete policías heridos y ocho personas detenidas. El primero de ellos tuvo lugar en la de Nelson Mandela, cuando agentes de la Policía Nacional –que realizaban en este mismo lugar una identificación– comenzaron a recibir insultos e increpaciones. Pronto, una turba comenzó a golpearles con palos y cascotes de piedra. Un español, un senegalés y dos guineanos fueron detenidos.
Paralelamente, en la plaza de Tirso de Molina, se produjo otra pelea entre habituales de la plaza y, cuando intervino la Policía Municipal, los delincuentes empezaron a atacar a los uniformados. Fueron detenidas cuatro personas de España, Marruecos y Costa de Marfil.
«Mi madre no se atreve ya a salir de casa. Solo a comprar y vuelve. No pasea por su barrio. Yo trato de parar poco por aquí. Estudio en la Complutense y trato de hacer vida en la zona de Moncloa. Resulta insostenible todo esto y no me quiero mudar», explica Lorenzo, que además insiste en remarcar que esto «no tienen problemas con los extranjeros sino con los delincuentes».
Tanto vecinos particulares como las asociaciones y plataformas de este barrio aseguran que han mandado escritos al Ayuntamiento de Madrid, pero «no han sabido poner ninguna solución».
Para tratar de mantener el control de la criminalidad, en Lavapiés, desde hace años hay colocadas cámaras de videovigilancia. El pasado mes de junio, el Ayuntamiento de Madrid anunciá la futura instalación unas en la plaza de Jacinto Benavente. «Hay bastante presencial policial, pero la solución no solo pasa por ahí», remarca Manolo Osuna a este periódico.
Cámaras y asistencia social
En cuanto a atajar el tema del sinhogarismo, el ayuntamiento de la capital, a través del Área de de Políticas Sociales, Familia e Igualdad del Ayuntamiento de Madrid, no hace un esfuerzo mayor en este distrito en comparación con otros, según fuentes municipales; aunque este año han reforzado los equipos de calle, profesionales encargados de la detección temprana de personas sin hogar en la ciudad y de la atención a esta población en situación de vulnerabilidad.
El presupuesto destinado ha aumentado este año a 3 millones de euros y se han incorporado 18 nuevos profesionales, entre los que se encuentran psicólogos, trabajadores sociales, educadores sociales, mediadores y auxiliares de servicios sociales.
La Red Municipal de Atención a Personas Sin Hogar cuenta con 1.200 plazas (aproximadamente, el número de personas que viven en la vía pública en la capital) y existen seis centros especiales en perfiles concretos destinados a proporcionar la atención más adecuada dependiendo de las necesidades. El presupuesto de todo este programa asciende a 46 millones de euros en 2025.
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