LAPISABIEN
Volver...
Ahora toca el duro bregar de Unamuno, el consuelo del fútbol, apechugar con este invierno que dormiremos con sacos gruesos y capas luengas zamoranas
La vida en Madrid ha vuelto. Ya han retornado a las majadas amarillas los pastores urbanos, la gentes, el enfado, el atasco. El recuerdo de la piscina para el rodríguez, o de la playa para el normal, son ya historia. Ahora toca el duro ... bregar de Unamuno, el consuelo del fútbol, apechugar con este invierno que dormiremos con sacos gruesos y capas luengas zamoranas, como aquel vaquerillo de la Finojosa. Como capital tenemos el doble reto de tirar de España, pero también de tirar de España a pesar del otoño catalán que vendrá fuerte.
En realidad, a los que no hemos salido de una hora a la redonda de Barajas se nos ha quedado cara de Paco Martínez Soria, y cualquier soplo de aire, ya, lo llamamos frescor y embajada del entretiempo. No quiero ser nostálgico en esta columna, que la nostalgia es un privilegio de portugueses y de Juan Ramón Jiménez. Simplemente, quiero confirmar aquí la visión de un hombre que este año no ha querido bailar con las sirenas, ni encerrarse en un pazo a escribir la gran novela gallega, o española, o gótica. Nos hemos atrincherado en la casa de la madre, la hemos cuidado y hemos probado la siesta, ese único lujo que nos va quedando.
En estas prosas ya de fin de estío no se va a hablar de un amor de verano, que eso, desde que el reguetón llegó, pasó a mejor vida. Pero es que no había ganas de un amor de verano, ni tampoco lo habrá de otoño. Acaso porque uno va bien con sus carreritas, sus orfidales, sus dioptrías y las películas más bobas de las plataformas de 'streaming'.
En fin, quedan las raspas del peor verano de nuestra Historia, y en el taxi, pese a las terrazas aún llenas, no dejan de hablar del «General Invierno». La solución, como en el confinamiento, es pasar el día como se pueda. Como buenamente se pueda. Y esto no es tristeza, es feliz supervivencia.
He dicho.