Los supervivientes del ático de la explosión en el barrio de Salamanca de Madrid: «Hemos visto una enorme bola de fuego subiendo»
El matrimonio, de avanzada edad, ha sido trasladado al hospital, aunque se encuentran bien, explican a ABC fuentes de su entorno
Hallan los cadáveres de los dos obreros desaparecidos en la explosión de la calle General Pardiñas de Madrid
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Iniciar sesiónCarmen entraba en el portal de su bloque cuando todo saltó por los aires: «Mi marido y yo hemos visto una bola de fuego subiendo hacia nuestra casa». Son dos de los heridos y trasladados a hospitales por la enorme explosión de este mediodía en ... la calle de Ayala, 80.
Ella llegaba pero su esposo se encontraba en ese momento en el despacho de la vivienda, justo encima del piso tercero derecha, que es donde se ha originado la explosión y que estaba siendo reformado. Los bomberos han rescatado al hombre del cuarto del baño, donde se había refugiado. Por suerte, pueden contarlo.
Mientras, al otro lado de la calle, apenas quedaba una hora de clase. Una y media de la tarde del viernes y un tremendo zambombamzo rompía la tranquilidad del colegio Virgen de Loreto, en la misma calle de Ayala, enfrente del edificio siniestrado. El pánico se apoderó de las criaturas, desde Primaria a Secundaria: «Pensaba que había venido Putin y que había lanzado una bomba» , decía un chaval, aún dentro del centro.
En las inmediaciones hay un segundo centro educativo, en la paralela, General Pardiñas, donde también se activo un protocolo de seguridad en prevención, pues, explican fuentes policiales, «había riesgo de un segundo derrumbe».
Lucía, de 8 años, estaba en clase de piano. «Entonces, he escuchado de repente un estruendo muy fuerte y nos hemos asustado. Luego, nos han subido a clase para que vinieran a recogernos nuestros padres. Había algunos niños en el patio a los que les habían caído cristales y se han hecho rasguños. Son de cuarto curso de Primaria».
Una madre embarazada
Otros alumnos, ya de Secundaria, vio cómo «había varias personas con un ataque de ansiedad»: «Una niña bajaba por las escaleras, llevaba llorando unos veinte minutos porque su madre está embarazada y acababa de dejarla en el colegio», explica a ABC uno de ellos. De hecho, la mujer es una de las cuatro personas hospitalizadas; concretamente, fue a la Maternidad del hospital Gregorio Marañón, donde comprobaron que se encontraba en buen estado.
«En la enfermería he visto a dos niños que estaban con un ataque de nervios», hablaba otro. «Pensábamos que era una bomba o un terremoto. De repente, se ha escuchado ‘¡bumba!’, y salían cosas de las ventanas, grietas, el humo... Y todo se ha llenado de escombros y han llegado al colegio », apuntaba otra chica.
En las propias clases, del temblor, cayeron trozos de techo falso: «Hemos pasado muchísimo miedo. Había profesores que no sabían qué hacer, algunos de ellos también llorando, ha venido la directora... A los de Primaria les han dejado en el patio, esperando a sus padres, porque no podían salir todos a la vez, claro».
El centro Virgen de Loreto envió a los padres un correo electrónico en el que les informaba: «El colegio no ha sufrido ningún daño, ni nuestros alumnos, excepto tres que estaban en el patio en el momento en que los cristales han saltado y se han hecho cortes». El colegio no fue desalojado como tal, sino que «invitaron a los padres a ir a recogerlos».
Gestos de solidaridad
Otra vecina, una joven de la calle de al lado, relataba: «Estaba en casa teleltrabajando, cuando he escuchado una enorme explosión, que no sabía si era una bomba. Se han movido los cristales de las ventanas. Entonces, me asomé, bajé a la calle y comenzaron a llegar coches de policía y ambulancias. Estaba todo lleno de humo. La verdad es que no olía a gas, pero sí a algo extraño, quizá a los escombros».
Esa zona del barrio de Salamanca está hilvanada por bares y cafeterías. Uno de ellos se ofreció a acoger a gente y trabajadores del siniestro y prestar el avituallamiento necesario.
También el párroco de la Concepción ofreció el salón del templo a la Policía para cualquier necesidad que tuvieran los agentes o víctimas.
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