Marwán: «En los conciertos en pandemia hay más lágrimas de lo normal»

—¿Qué tal hacer un doblete en Inverfest? Es más de lo que muchos han podido tocar en meses…

—Lo pillo con muchas ganas, porque tocar en Inverfest tiene como un puntito de vuelta a a normalidad, de volver a hacer cosas que nos hacen disfrutar. Y con el disco súper bonito que hemos sacado, hay unas ganas tremendas de ponerlo a rodar. Sobre todo en Madrid, como es normal. Desde que salió el disco solo hemos podido dar cuatro conciertos, y hay muchas canciones que ni siquiera hemos estrenado.

—¿Cómo fue el primero?

—Fue en Albacete, y noté muchísimo la emoción contenida de la gente, por todo lo que hemos pasado durante 2020. Había más lágrimas de lo normal. Escenas muy intensas. A veces, esas emociones del público me han ayudado a sacar mis propias emociones en medio de un concierto, porque el confinamiento nos había producido ese efecto a todos: estábamos con las emociones bloqueadas.

—Hablando de 2020, ¿su disco entró en listas de lo mejor del año?

—Sí entró en alguna, pero en cualquier caso, las listas son siempre son subjetivas y los periodistas no pueden escuchar todos los discos que les llegan. Además, durante la pandemia muchos discos llegaban a las redacciones, los periodistas estaban teletrabajando… No todo el mundo ha podido escucharlo. Si todo el mundo lo escuchara, igual tenía buenas críticas.

—¿Existe la calidad objetiva de la música?

—Es un término raro, sí. Pero hay cosas indiscutibles, que por su belleza y su calidad arrollan, y todo el mundo las valora. Pero sí, es muy difícil evaluar el arte. Lo que para uno es buenísimo, para otro no lo es. Y no se puede establecer qué criterio es superior.

—Es difícil decir si una canción es buena o no si uno no se siente interpelado por ella. ¿Usted se siente interpelado por la música urbana, el reguetón y demás?

—Por algunas sí. Musicalmente, en muchas ocasiones. Pero mi búsqueda como artista me hace buscar letras que me emocionen, que me calen, que me cuenten cosas que a pesar de que ya las haya oído, me las digas de una forma que me aporte algo. Eso sí, me cuesta encontrarlo en ese tipo de música. Es más fácil dar con ello dentro del rap.

—¿Ha escrito durante la pandemia?

—Sí. Según terminé de grabar el disco, nos confinaron y me puse a darle forma a la segunda parte de mi libro de poemas. Ya tenía escrita la mitad, y estoy a punto de terminarlo. Estoy con las correcciones finales, y en pocos meses saldrá. Es un libro más breve que los anteriores, que eran bastante extensos, y habla mucho sobre la rebeldía, tanto en las relaciones como en la vida. Supongo que tiene que ver con el momento vital que paso. Es más reflexivo, menos orientado hacia el amor y con menos poesía social. Hay temáticas muy variadas.

—¿Cree que después de todo lo que ha pasado, en 2021 habrá muchas letras sociales en la música? ¿Un regreso de la canción protesta, quizá?

—No, pero porque hay muy pocos artistas que trabajen las letras sociales. Los cantautores de mi generación tenemos una deuda bastante grande con la canción social. Creo que la encaramos mal desde el punto de vista relacional.

—¿En la escena pop española hay más miedo a caer en lo panfletario que en otros países?

—Aquí hay mucho miedo a eso, sí. En mi caso me pasa mucho. Cuando he publicado una canción que va un poco en esa dirección ha sido porque he encontrado un caso muy concreto sobre el que poner la foco. Por eso creo que encuentro letras interesantes en el rap: porque al ser hablado, es un género que te permite decir las cosas como son. Si dices las mismas cosas cantando, aparece el panfleto.