LAPISABIEN
Trapiello, garrote y propaganda
No busquen más análisis sociológico en el magín intelectual del sanchismo, ni piensen que da a más el relato con el que van dejando España de aquella manera
Andrés Trapiello
Trapiello es revisionista, el berberecho es fascista y el heterosexual peligroso y depredador ahora que ya no hay alarma y todo es lobo-hombre en Madrid. No busquen más análisis sociológico en el magín intelectual del sanchismo, ni piensen que da a más el relato ... con el que van dejando España de aquella manera. Porque eso de poner dudas en la Medalla de Honor Andrés Trapiello es, no más, que la vieja estrategia del señalamiento. De señalar a un tipo cuya vida pasa por Madrid, bebe de Madrid y es Madrid desde sus gafas a la uña del pie.
Lo mejor de Trapiello, pues, es su consistencia intelectual frente a los tiempos, y su 'Las armas y la letras' no es el tercerismo ñoño que algunos quisieran, sino un catálogo de cómo muchas almas puras de la razón creadora o de la espumas del Puerto de Santamaría se pusieron el pañuelo y hasta acariciaron la pluma. La pluma aquella que olía a pólvora y que valía la pistola de Machado y Líster.
A Pepu, dedazo sonoro del Maeztu, se le ha visto en esa zona de vacío pensante y moral que es el sanchismo. Ha sido en lo de Alsina, y salió culpando a Trapiello de un vago revisionismo sin razones, claro. Porque todo aquello que cuestione la verdad oficial de 'los almudenos' es revisionismo, y parece como si a los filólogos, a los escritores o a los intelectuales sólo se les permitiera cantar a Benedetti y pegarse la ceja boba de ZP . Pepu olvida que la base del conocimiento es poner en solfa lo que nos han contado, y ser revisionista (con los intonsos historiados y las noches en vela que lleva aparejado este adjetivo) es lo único que nos salva de la infamia y la tergiversación.
Puede pasar que a la izquierda orgánica, de la que se conocen todos de Sanjenjo a Rota, lo que les revienta es que haya una voz con predicamento que diga que la Cultura única se ha apropiado de la verdad, así en los novelones guerracivilistas como en la autofiesta de los Goya. Por eso Trapiello, si quiere, se autopublica desde Las Salesas para que su alma dietarista no tenga que pasar por genuflexión alguna.
Trapiello nos ha enseñado el mejor Madrid en su último libro homónimo. Ha enseñado a amar a la ciudad en sus tascas y rincones. Nos ha dado un madrileñismo ilustrado que tenía que ser aseaeteado –era de esperar– con los darditos de miasma política.
Y no se engañen, a Trapiello le penalizan por 'serse' madrileño desde un partido que aboga por la desaparición de todo aquello que hay entre Aranjuez y Somosierra. Pero existe Madrid, camaradas míos.