Feijóo busca emular a Suárez: «Elevar a la categoría política de normal lo que en la calle es normal»
Hoy también existe un clamor: que los independentistas no condicionen la gobernabilidad del conjunto de España. Que el seis por ciento de los votos no se imponga al 94 por ciento
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Iniciar sesiónEn la España de Sánchez vivimos como en la Transición, pero al revés. En 1976 Adolfo Suárez se dirigió a los españoles por televisión para explicar que el proyecto de reforma política consistía en «elevar a la categoría política de normal lo que en la ... calle es normal».
Ese clamor llegaba por todas partes, de los de fuera y de los de dentro, de las élites y de la calle. Sólo había que saber canalizarlo, y el proyecto del Rey Juan Carlos fue la demostración, de modo que las Cortes franquistas aprobaron su autodisolución y dieron paso a la Democracia. La clase política supo interpretar el momento y situó a España en el lugar que le correspondía por geografía y por historia.
Hoy también existe un clamor a nivel de calle: que los independentistas no condicionen la gobernabilidad del conjunto de España. Que el seis por ciento de los votos no se imponga al 94 por ciento. Que los responsables políticos lean con seriedad el sentido del voto depositado en las urnas el 23 de julio. Y, qué quieren que les diga, interpretar que los españoles quieren un Gobierno de Sánchez con Puigdemont y Otegi es mucho interpretar. Una cosa es que sumen y otra que sea lo que quiere el votante socialista.
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ABC publicó el domingo 30 de julio un editorial en el que se sostenía, y se sostiene, que el mensaje correcto del 23J es que los españoles han votado moderación. El centro derecha y el centro izquierda han mejorado resultados (PP, + 48 y PSOE, +1), los partidos a sus extremos han empeorado (Vox, - 19 y Sumar, -7) y el independentismo catalán se ha desplomado (ERC, -6 y Junts, -1).
Este argumento se puede resumir en una cifra concreta: si comparamos con 2019, hay 1,8 millones de españoles más apostando por el centro. Corresponde preguntarse, pues, qué es en 2023 elevar a categoría de normal lo que en la calle es normal. La respuesta es sólo una: que los dos partidos principales hagan su trabajo y exploren todas las posibilidades habidas y por haber para sacar a España del atolladero de inestabilidad en el que llevamos instalados desde 2015. ¿Cómo? Una buena forma de empezar es que el primer partido llame al segundo, que el segundo acuda a la cita, que el primero haga una propuesta y que el segundo la estudie y se abra a negociar.
Esto sería «lo normal» en nuestro entorno, y volvería a situar a España en el lugar que le corresponde por geografía (Alemania, Irlanda, Austria, Italia, la propia Comisión, etc...) y abriría una nueva etapa en nuestra política, tan castigada tras las tres últimas citas electorales. Lo «normal» en el 76 era que las Cortes franquistas se hicieran el harakiri, que en el 96 González dejara gobernar a Aznar pese a que podía mantener su Gobierno con CiU y PNV y que en el 2016 Rajoy ofreciera al PSOE una gran coalición. Las dos primeras fructificaron y aquello funcionó; la tercera fracasó porque Sánchez dijo por primera vez lo que ayer le repitió a Feijóo: «No es no». Y así comenzó esta década anormal de la que no nos logramos liberar.
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