Brisas de cambio en la eterna espera del CGPJ
La jubilación del juez de Tsunami augura cambios en la Audiencia Nacional pero el tapón del Consejo persiste
El juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, en su despacho
No son vientos de cambio, sino brisas, lo que soplan estos días en la Audiencia Nacional, pero algo se mueve, al fin y al cabo. Mientras el Consejo General del Poder Judicial asiste impávido a un proceso electoral tras otro, son muchos los jueces que ... miran con nostalgia al órgano de gobierno para poder progresar. Porque más allá del trastorno –y la vergüenza– evidente que genera esta situación de parálisis, hay personas que llevan cinco años en posición de salida hacia ninguna parte y ahora tienen detrás una fila de gente que está empujando. Sí, se ha generado cierto tapón en la carrera judicial mientras crece la cifra de sillones vacíos en lugares como el Tribunal Supremo. Debe ser este el único mercado donde la mayor oferta no reduce la demanda.
Y hay jueces en la Audiencia Nacional atrapados en ese tapón. Demasiado hace que nada se mueve. Salvo por jubilación o desistimiento, tenga este la forma que sea.
Por los dos fenómenos transita ahora el Juzgado Central de Instrucción número 6. Manuel García-Castellón, ya lo contó este diario, se jubila a más tardar en octubre, aunque la previsión inicial es colgar la toga antes de verano. A su lado ha estado instruyendo el joven magistrado Joaquín Gadea, que aprovecha la salida del titular del juzgado para dejar su posición de refuerzo también. Tiene plaza en el TSJ de Madrid, aunque quizá no sea ahí donde recale de seguido. Es de los que dicen que «hay que saber marcharse» y quizá por eso no pidió otra prórroga de su plaza cuando hubo de hacerlo, a principios de año. La dejará extinguir el 30 de junio, cerca de la salida de García-Castellón, y ambos están remando para dejar lo más «gordo» encarrilado: el procesamiento de la cúpula de ETA por Miguel Ángel Blanco, las citaciones de Tsunami, la única pieza que toca ya el Ibex en el caso Villarejo...
Suena desde el inicio como relevo al frente de estos asuntos el veterano instructor Santiago Pedraz, quien nunca ha mostrado interés por subir a las Salas a celebrar juicios y dictar sentencias. En su entorno desmienten predisposición alguna y recuerdan que su sitio, ahora en el Juzgado Central 5 de la Audiencia Nacional, está íntimamente ligado a la voluntad del juez José de la Mata. Es su plaza, abandonada temporalmente por una misión en Eurojust, la que ocupa el magistrado. Ese mandato en Europa acaba en 2025 –se puede renovar– y si no quiere regresar antes, en teoría Pedraz no tendría por qué moverse. Puede salirle bien –no es la primera vez que suena De la Mata para el CGPJ, adonde podría llegar directo desde Eurojust si hubiese renovación– o puede salirle mal. Si a su vuelta la plaza de García-Castellón ya está asignada y el Consejo sigue sin moverse, Pedraz se quedaría sin juzgado y acabaría flotando en la Sala de lo Penal en espera de una vacante. De ahí que no suene descabellado que acabe haciendo la mudanza al lugar de García-Castellón (virtual, porque su despacho es el mismo desde hace años) aunque en un principio lo tenga descartado.
Más raro fue su último cambio, cuando dejó su juzgado para coger el que 'prestaba' De La Mata. Se erigió así en el juez más antiguo (requisito indispensable) frente a la instructora del caso ERE, Mercedes Alaya, que ha intentado varias veces trasladarse a los Centrales y en todas, ha sido adelantada por otro juez. El último ni siquiera estuvo disponible hasta más de un año después, Francisco De Jorge, destinado en la ONU cuando ganó la plaza. Ahora es suyo el Central 1 de Instrucción. Quizá aspire Alaya de nuevo, esta vez al 6. Está por ver.
La situación del CGPJ no bloquea en esto la Audiencia Nacional como hace en el Supremo, pero el tapón está ahí. Dos magistrados propuestos a vocales, María Tardón, que dirige el Central 3; y Alejandro Abascal, en la Sala de lo Penal, andan esperando que la brisa sea viento de cambio. Cuando se renueve, sólo con las vacantes a cubrir en el Supremo habrá vendaval. Hasta entonces, trabajo y espera.