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Análisis

El relato y el metarrelato

García Ortiz mostró ante el tribunal una atención obsesiva por el sesgo de las informaciones periodísticas. Su empeño en desmentir las noticias que atribuía a una inducción ayusista parecía delatar una preocupación más política que jurídica

El fiscal general se cree víctima de una venganza y justifica todos sus borrados de datos

Las revelaciones de la UCO que cercan a García Ortiz

Ignacio Camacho

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La escenografía del Supremo -lámparas de araña en bronce, cornucopias doradas, paredes enteladas en rojo carmesí, sillones de alto respaldo- está diseñada para intimidar al justiciable con la solemnidad formalista del Derecho. Nada que ver con la Audiencia Nacional, cuyas salas de vistas parecen ... aularios de un instituto de pueblo. El fiscal general del Estado tiene costumbre de transitar en ese ambiente aunque no como reo; de ahí que una de las incógnitas de su comparecencia consistiese en si iba a renunciar al privilegio de declarar desde el estrado y con el ropón puesto. Lo hizo. Se quitó la toga y bajó al asiento, que no banquillo, que han venido ocupando los testigos y los expertos. En un plano simbólicamente inferior al de los magistrados, como establece el procedimiento.

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