CUARTO SINGUANTE
Generación hamburguesa
Los jóvenes consumen «fast live»: una existencia rápida con resultados efímeros
Son adolescentes y jóvenes consumidores de «fast live», es decir, de una existencia rápida y con resultados efímeros. Yo los defino como la «generación hamburguesa». Pero ellos y ellas son los menos culpables de esta coyuntura. Todos los períodos generacionales se caracterizan por tener ... un apellido acorde con la situación social y económica que atraviesan: en su día fuimos la generación industrial, la de los felices años veinte, la de la posguerra, la del baby boom, la pacifista, la del «Manolo, vente pa' Alemania»…, épocas que vienen determinadas por las personas y los acontecimientos, del mismo modo que los jóvenes son considerados el mejor laboratorio de pruebas porque aceleran procesos: ensayo-acierto-error, si algo no funciona, se cambia y punto. Así nos ahorramos tiempo y dinero en esta loca carrera por la competitividad.
Sin ir más lejos, pararse hoy en la calle a observar la fachada de un edificio resulta extraño; la gente te mira. Y eso es debido a que la pausa no vende. Si te detienes a reflexionar la corriente te arrastra porque estorbas, porque no queremos que pienses; preferimos que actúes, que te muevas y que te comas la hamburguesa mientras vuelves al cauce y fluyes sin disfrutar de una sobremesa de planteamientos críticos o cuestionando las cosas que te suceden. Mejor, be hamburguesa, my friend.
Por eso digo que los jóvenes no tienen culpa alguna. Ellos —como nosotros en su momento— son una consecuencia de la aceleración de civilizaciones que experimentamos desde que el ser humano habita la Tierra, solo que ahora los tiempos se han acortado y la distancia entre dos puntos ya no se mide en metros sino en segundos, reduciendo en consecuencia el tiempo de satisfacción, de alegría, de pena, de dolor, los logros y los fracasos… Todo. La vida se nos sirve en esencias y lo bueno da igual que sea menos bueno, lo que importa es que no dure demasiado. Resumiendo, que todo se vuelve futuro. Los únicos que viven el presente son aquellos que se paran ante una fachada y contemplan durante un minuto sus adornos arquitectónicos. Menudas cornisas… Qué cantería… Los demás vamos a mil, hamburguesa en mano, deglutiendo la vida mientras hacemos de la parsimonia un término en desuso que ya empieza a sonar mal. Piensen, si no, en el tiempo que le han dedicado a este artículo. Demasiado, ¿verdad?