Vigo Global Summit 2025
La encrucijada de la IA: aliada o enemiga de los trabajadores
El Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, advierte que se está primando la automatización en vez de potenciar la productividad de los trabajadores gracias a esta herramienta
Vigo
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Iniciar sesiónPocas tecnologías generan tanta expectación a día de hoy como la Inteligencia Artificial, cuyas aplicaciones reales y potenciales generan ilusión y miedo a partes iguales entre la población. La posible y probable destrucción de puestos de trabajo derivados de los procesos de automatización que ... implica es solo una cara de la moneda, como explicó ayer el Premio Nobel de Economía 2024, Daron Acemoglu, ya que esta herramienta es también una solución para los problemas de productividad e invierno demográfico de los que adolece buena parte del planeta. Eso sí, siempre que la IA se aplique en beneficio del trabajador para mejorar su productividad y no para sustituirlo.
Así lo expuso durante su conferencia magistral impartida ayer en el Vigo Global Summit 2025, que sirvió de colofón para el evento celebrado esta semana en la ciudad olívica. Y, pese a que Acemoglu no ocultó su preocupación sobre los usos perjudiciales de esta tecnología en aspectos como la desigualdad o la desinformación, también hizo un llamamiento a la serenidad: ni la IA acabará con todos los puestos de trabajo, ni su impacto será inmediato.
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«Toda tecnología que requiere cambios de organización en el trabajo se extienden lentamente», aseveró el catedrático de Economía en el Instituto Tecnológico de Masachusetts (MIT). Ejemplo de ello es la difusión de la electricidad a lo largo del siglo XX o, más recientemente, el de las tecnologías digitales, que se han asentado plenamente en la economía tras décadas de desarrollo.
Una revolución gradual
Con la IA no será diferente, ya que pese al extraordinario avance que supone su vertiente generativa -con la capacidad de aprender e interpretar la comunicación humana-, como demuestra el interés en modelos como Chatgpt, Grok o Deepseek, Acemoglu advierte que sigue siendo insuficiente para abordar tareas o trabajos de forma autónoma. «Cuando observas los detalles, resulta muy claro que con nuestra tecnología actual y aquella que estará disponible en los próximos cinco o diez años, por lo menos, no hay posibilidad de que la IA pueda realizar todas las tareas que implica una ocupación», añade.
El reto no es otro que integrar esta herramienta en el funcionamiento de las empresas de la mano del trabajador, permitiendo automatizar ciertas tareas y aprovechar la capacidad y experiencia humana para adaptarse a las distintas situaciones e imprevistos ante las que es necesario improvisar, día a día. Todo ello unido a los distintos ritmos de adopción de la tecnología que deja a pequeñas y medianas empresas a la cola de las grandes corporaciones o las vulnerabilidades que implica esta tecnología por su inestabilidad y fallos, especialmente en el caso de la IA generativa.
«El crecimiento de la productividad será lento y no tan revolucionario incluso si se consigue automatizar un montón de cosas. Por otra parte, una forma segura de obtener un gran impulso a la productividad es hacer a la fuerza de trabajo más productiva», asevera el Premio Nobel de Economía.
«Al combinar tecnología, habilidades, gestión interna de las empresa... eso es lo necesario para resolver problemas», incide Acemoglu, que pone también en valor aquellas capacidades humanas que son, al menos de momento, inabarcables para una inteligencia artificial, como lo es crear algo nuevo de la nada, «que es lo que pueden hacer los seres humanos».
Principales obstáculos
Pese a las conclusiones del catedrático de Economía, son varios los motivos por los que la IA no se aplica en beneficio del trabajador, entre los que destaca un motivante económico y otro ideológico, a juicio de Acemoglu.
En primer lugar, las compañías que en la actualidad dominan el sector tecnológico cuentan con modelos de negocio que no priorizan esta cuestión. Un sector, además, en el que existe una gran concentración en pocas empresas como Meta, Microsoft o OpenAI, de dimensiones nunca antes vista, provocando que cada vez sean menos competitivas.
En el caso de la ideología, las conclusiones no son más esperanzadoras, ya que tanto desde la cultura como desde las compañías que dominan este mercado se ha alimentado la idea de que los robots son un peligro existencial para el ser humano. «Una IA pro-trabajador es posible, increíblemente prometedora en su implicación social, pero no es el camino que se esta tomando», concluye el Premio Nobel.
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