Milagros Otero: «La confianza que yo quiero recuperar es la del pueblo gallego: no he actuado mal»

—Fue elegida por una mayoría cualificada de 53 votos, dos grupos. Esta semana solo la apoyan 41, un grupo. ¿Se siente deslegitimada?

—No, no me siento deslegitimada. En esta coyuntura, se ha producido una circunstancia que ha llevado a un grupo parlamentario a no apoyarme [el PSOE]. Yo espero que eso cambie. Creo que en esta institución se hace un trabajo muy serio, se han atendido a 100.000 reclamantes, se han resuelto más de 5.000 casos, se atiende a todo el mundo que llama a la puerta, se sale al rural cuando nadie iba… Esto es lo que debe hacer un Valedor. Espero que el trabajo de la institución pueda volver a la calma.

—¿Cree entonces que esa confianza perdida se puede reconstruir?

—Yo creo que sí, pero la confianza que a mí más me interesa es la del pueblo gallego. En el Parlamento se han dicho cosas muy fuertes esta semana. El Parlamento es el pueblo gallego, sí, pero hay más pueblo gallego en la calle, donde yo estoy, y ese es el que necesita mi ayuda. Yo no me voy a entrar en el juego de descalificaciones. La Valedora no puede hacer eso. Creo que lo que quiero y debo hacer es seguir trabajando por la gente.

—Admita que visto desde fuera, el escenario es que se le anula una plaza de libre designación a la hermana del portavoz del PP en el Parlamento…

—Eso es visto desde fuera, y es tener una visión muy parcial. La persona elegida es nivel 30 de administración, 26 años de servicio… ¿por qué no se dice toda la verdad? Lo que se ha trasladado a la opinión pública es que yo me inventé una plaza, que cogí a la hermana del portavoz del PP y la metí aquí. ¿Por qué se piensa eso? La plaza ya estaba creada, para empezar. ¿Acaso esta persona no puede concurrir si cree tener los méritos requeridos? Quebraría el principio de igualdad. ¿Por qué no puede aspirar a la plaza?

—¿Qué es lo que más le ha dolido de lo dicho sobre usted en estos días?

—Lo que más me duele es la injusticia. Siempre me ha dolido, desde niña, y por eso estudié Derecho. Me duele no poder explicarme de la manera adecuada, que no te escuchen, hasta casi el que no te conozcan y puedan pensar que he actuado erróneamente. Se lo quiero decir al pueblo gallego: yo no he actuado mal.

—¿Entonces qué ha ocurrido?

—En el proceso se pudieron cometer fallos de papeleo, de esos que hay por miles en los procedimientos administrativos. La sentencia dice cosas muy fuertes, pero no comparto esas valoraciones, no son adecuadas. No me meto con los jueces porque he dedicado mi vida a la ley, a la justicia, al Derecho. Ha habido una serie de valoraciones basadas en indicios que son innecesarios: en las sentencias sobre procedimientos administrativos no se hace nunca. Porque no es necesario, no se tiene por qué presumir una mala fe. No he podido mostrar mejor buena fe que el hecho de acatar la sentencia y ejecutarla aun cuando se va a recurrir en casación.

—¿Pasó por su cabeza dimitir?

—No. Se dimite cuando uno actúa mal y debe asumir las consecuencias, o cuando deja de actuar produciendo consecuencias graves. En mi caso no ha pasado ninguna de esas dos cosas. La plaza estaba creada mucho antes de que yo llegara. Estaba vacante. Necesitaba cubrirla. Es una plaza de libre designación. Cuando sale a concurso y veo a una de las aspirantes que podría inducir a pensar que mi capacidad de transparencia podría verse afectada, decido apartarme. Yo no supe más del procedimiento. Le aseguro al pueblo gallego que ese procedimiento fue limpio. ¿Que hubo fallos? Seguro. Y por eso el Poder Judicial, en la provisión de plazas, tiene estos mismos problemas con sentencias que les tumban nombramientos. Ya no sé cómo explicarlo.

—Valedora, ¿y si el TS no corrige la sentencia?

—Los problemas los iremos analizando cuando se produzcan. ¿Y si la corrige? Yo creo que hay motivos para corregirla, y por eso la recurro.

—El presidente de la Xunta dijo en los últimos días que si el TSXG hubiera tenido toda la documentación, la sentencia podría haber sido otra. ¿Por qué no se envió esa documentación?

— Yo tampoco lo sé. Ha habido fallos. Quizás por un exceso de confianza porque creíamos que no había nada que ocultar. Las personas que estuvieron en la defensa del procedimiento consideraron que era un asunto de trámite en el que no había mala fe.

—¿Un exceso de confianza de quién?

—De todos los que intervinieron en el procedimiento legal. Nosotros no tenemos asesores jurídicos ni un cuerpo de abogados. Hubo un momento inicial en que se contó con el Parlamento, que sí tenía un cuerpo de letrados. La verdad es que no había experiencia en asuntos como este. Fue una estrategia que se planeó en varios frentes y no se coordinó bien.

—Se la ha criticado por discrepar del contenido de la sentencia, como si eso comprometiera su institución.

—Cualquier cosa del Valedor va al TSXG, no tenemos derecho a segunda instancia. Si la hubiera habido, podríamos haber aclarado muchas cosas. Parece que discrepar de una opinión del Superior es una cosa gravísima y no lo es, porque para nosotros es una primera instancia. No es grave discrepar de una sentencia, ni extraña.

—¿Participó en el proceso de selección de esta plaza después de su abstención, como le acusa En Marea?

—Por supuesto que no. Me parece inconcebible que cualquier persona pueda pensar eso. Y además no hay pruebas de ello, porque no lo hice.

—Luís Villares se refiere a un escrito posterior a su abstención en los que se alude a criterios para la selección del puesto marcados por usted, que probaría su intervención.

—Vamos a ver. ¿Quién se cree que si eso fuera así se recogería en un documento? ¿Quién se cree que si yo hubiera estado detrás —algo que niego— eso habría quedado reflejado así? A lo que se refiere es a que los criterios los establecí yo, pero cuando llegué y se inició el procedimiento, y no en ese momento. La frase puede prestarse a equívoco, es cierto. ¿Por qué se presta más atención a eso que a todas las referencias a que me ausento de la sala o a que no participo en el procedimiento?

—¿Se siente víctima de una cacería política?

—Eso no lo puedo contestar. Si lo hiciera, estaría dando una opinión política. Con los datos que hay, la gente tiene margen para formar su propia opinión.

—¿Repetiría este procedimiento?

—Desde luego, preferiría no tener que volver a pasar por aquí, porque han sido los diez peores días de mi vida. Pero soy consciente de no haber hecho nada de mala fe ni nada que pueda empañar mi imagen. Insisto: yo no participé en este proceso, y por eso no pude hacer nada mal. La única instrucción que yo di era que se fuera todo lo transparente y cauteloso que se pudiera.

—¿Ha faltado pedagogía en este caso?

—No sé qué ha faltado o sobrado. Es muy difícil actuar cuando se teje un conjunto de valoraciones previas imposibles de contrarrestar. Abrir un periódico y ver que te hablan de una persona que tú no conoces… yo no me reconocía en aquello que leía. Me duele que haya un clima de opinión en el que se quiere trasladar el parecer de unas personas para mediatizar a la opinión pública. Yo no soy así, la gente me conoce, me puede valorar por otras cosas que he hecho en mi vida.

—¿No se ha dicho estos días «quién me mandaría a mí meterme aquí»?

—No, he sido y soy muy feliz realizando mi trabajo de Valedora. He pasado algunos de los mejores momentos de mi vida, consiguiendo cosas como evitar desahucios, agilizar listas médicas, poder estar con los afectados de los incendios y ofrecer mi ayuda, ayer mismo que conseguimos desviar un trazado para beneficiar a mil personas… Creo que las cosas en la vida las tienes que enfrentar conforme te van pasando. Pero yo no hice nada para que todo esto pasara.