Las hipotecas de Sánchez retratan a la izquierda

Ahora, cuando bajan 20 puntos, ya no solo no habla de bofetadas, sino que aplaude las cuentas. No fue un resbalón de un día. 16 de mayo de 2018. Caballero denunciaba que dedicar 900 millones a la comunidad demostraba que «Galicia no es una prioridad para Rajoy». Ahora, cuando Sánchez ofrece 757, Caballero esquiva cualquier consideración sobre las prioridades del presidente y bendice sus presupuestos. Por aquellos tiempos, en aquella primavera de 2018, el presunto líder del socialismo gallego reclamaba una inversión adicional de 600 millones. Eso nos hubiese situado en el entorno de los 1.500. Ahora, cuando el gobierno Sánchez compromete la mitad de esa cifra, Gonzalo Caballero sostiene sin rubor alguno que son unos presupuestos «beneficiosos» para Galicia.

Cuando un político no se respeta a sí mismo no puede pretender que el electorado lo tome en serio. La cuestión no es si 700 millones son mucho o poco. Ni siquiera si hay que invertir más o menos en cemento. La clave es si es exigible un mínimo de coherencia. Si la exhibición impúdica de hipocresía y demagogia sale gratis. El drama del socialismo es que el de Gonzalo Caballero no es un caso aislado. El alcalde de Vigo es otro que tal baila. Abel Caballero convocó hace poco más de año y medio un concierto reivindicativo para exigir al ejecutivo Rajoy que se agilizasen los plazos de la conexión ferroviaria directa con la meseta. El mismo Abel Caballero que ahora que se relega esa línea, que las partidas se reducen y que se atrasa el proyecto aplaude los presupuestos de Sánchez. Un fabuloso espectáculo de transmutación. O un fabuloso ridículo, según se mire. Las hipotecas de Pedro Sánchez están arrastrando hacia el abismo a todo el socialismo. Especialmente al socialismo gallego, sin peso en Ferraz e incapaz de hilvanar un discurso propio, sin coraje para denunciar que estos son unos malos presupuestos para Galicia. Un PSdeG a la deriva, abocado a seguir la estrategia suicida marcada por Moncloa. De bandazo en bandazo. De cesión en cesión a los separatistas catalanes. Asegurando una cosa, defendiendo la contraria al minuto siguiente y haciendo otra distinta una hora después.

Estos presupuestos dejan retratado al socialismo gallego, pero también a los rupturistas, cómplices necesarios de la felonía. Retratan a Yolanda Díaz, con un papel protagonista en la negociación de estas cuentas que marginan a Galicia. Retratan a Gómez Reino, evidenciando que el líder de Podemos en la comunidad tiene sus prioridades más allá del Padornelo. Y retratarán también al sector nacionalista de la confluencia si sus parlamentarios acaban accediendo a algún tipo de enjuague para lavar la cara del PSOE. El BNG perpetró durante años ese tipo de operación, a sabiendas de que la limosna que aseguraban conseguir de Zapatero no se llegaba a ejecutar nunca. Si los diputados de En Marea repiten mascaradas de ese tipo serán tan responsables como el PSOE de este atropello a Galicia.

Toda la izquierda gallega, por activa o por pasiva, sale tocada. Estos presupuestos muestran negro sobre blanco, ya sin caretas ni maquillaje, el precio que tendrán para esta y otras comunidades las hipotecas que contrajo Pedro Sánchez con el separatismo catalán. Hipotecas que bendice el PSdeG y de las que son cómplices los rupturistas. Hipotecas que, en definitiva, dejan retratada a la izquierda de este país.