Eólicos, el debate que no encuentra consensos
Los opositores denuncian efectos medioambientales y de salud si se instalan los parques sin planificación. La Xunta ve el desarrollo compatible con el medio natural y la patronal pide celeridad
Un parque eólico de la provincia de Lugo
En Galicia nunca llueve a gusto de todos ni los vientos que soplan son siempre de gloria. La comunidad lleva décadas en guerra por el boom de parques eólicos que comenzó en los años noventa y continúa expandiéndose con la energía renovable por bandera. El ... futuro verde que prometen Greenalia, Endesa e Iberdrola les parece más bien negro a las 40 asociaciones que forman parte de la Red Gallega Stop Eólicos, que llevan años protestando contra los parques que se autorizan en la autonomía. Aunque han logrado paralizar varias construcciones, lo cierto es que se continúan licitando muchas otras, dejando el panorama actual con casi 200 parques distribuidos por todo el territorio gallego , sobre todo en la parte occidental de la provincia de La Coruña y el norte de Lugo, que producen 4.000 megavatios anuales en el marco del plan de descarbonización y transición energética.
Los puntos de choque en el conflicto son varios. La avalancha de solicitudes y autorizaciones de parques eólicos de los últimos años han avivado las críticas de las asociaciones, y han resultado en la aprobación de una moratoria por parte de la Xunta. Esta medida, anunciada el pasado octubre, paraliza la tramitación de proyectos nuevos hasta julio de 2023 , y es motivo de enfrentamiento entre la patronal y el Gobierno autonómico. Sin embargo, y para descontento de las plataformas anti eólicos, la Xunta continuó con el procesamiento de las solicitudes de parques que ya estaban en trámite.
¿Por qué se oponen las asociaciones a los parques eólicos? Aunque el complejo de estas infraestructuras genera más de 7.000 empleos, aporta casi un 1% al PIB de Galicia y es fuente del 35% de la electricidad total generada en la comunidad, de acuerdo con las últimas cifras publicadas por la Asociación Eólica de Galicia (EGA), las asociaciones anti eólicas alegan varios puntos negativos que avivan el conflicto. Leandro Del Río, técnico que trabaja con la gran mayoría de plataformas opuestas a los molinos, asegura que los daños causados se dan « sobre el paisaje, el medio ambiente, la salud de las personas, y la titularidad de la flora y la fauna », y que además emiten contaminación electromagnética»
Salud y medio ambiente
El argumentario de adversidades es común en todas las asociaciones. Las más graves, las relativas a la salud, van desde el ruido de los molinos que se acopla y causa «infra ruidos que afectan al sistema nervioso», hasta el llamado «efecto discoteca» que la sombra de las aspas proyecta sobre las casas cercanas . Se respaldan en estudios como el elaborado por la Universidad de Toronto y publicado en el ‘Journal of the Acoustical Society of America’, que sostiene que el ruido de los aerogeneradores afecta a los hogares en un radio de diez kilómetros, implicando daños como trastornos en el sueño, una mayor presión arterial y estrés. Y el daño que según las asociaciones causan estos molinos no se detiene en las personas: «Afecta a la fauna de manera inmediata, especialmente a las aves, insectos y murciélagos cortando sus movimientos migratorios. Estamos hablando de generadores de 204 metros de alto, casi tres veces la catedral de Santiago, con palas de hasta 170 metros de diámetro, que es más que un campo de fútbol dando vueltas en el aire. Todo ese apantallamiento genera problemas importantes en la movilidad de la fauna», lamenta Del Río.
Pero las soluciones que proponen las plataformas anti eólicas no implican el rechazo total de este tipo de energía renovable. Su postura es contra la implantación de los parques «tal y como se está haciendo ahora mismo». Las asociaciones matizan que no se oponen a la implantación general, sino a la manera en la que se está llevando a cabo, que a sus ojos es «sin ningún tipo de planificación» . Sostienen, además, que el Plan Sectorial Eólico de Galicia «está obsoleto» y que «no está adaptado a la legislación medioambiental en vigor» hasta el punto de presentar una denuncia ante el Parlamento europeo —que fue rechazada— el pasado año alegando que dicho plan vulnera la Ley 21/2013 de evaluación ambiental y que sus cálculos se sustentan «tomando como tipo un aerogenerador de 660 Kw de hace 20 años, mientras que la tecnología actual contempla modelos de más de 5.000 Kw».
Acusaciones cruzadas
El principal impedimento del desarrollo energético renovable, a ojos de la Asociación Eólica de Galicia, es la ausencia de una planificación de instalación de parques eólicos en el futuro cercano. «Si le preguntas a la Xunta por el plan, no lo saben», asegura el presidente de la patronal, Manel Pazos. «Necesitamos que se pronuncien los partidos y nos digan si atraemos o no a las empresas. Es vital un consenso político y una planificación, que nos comuniquen de una vez a las empresas qué y dónde podemos instalar y qué y dónde no. Si queremos fondos Next Generation e hidrógeno verde necesitamos energía renovable nueva . No podemos ir contra todo, porque si no nos quedamos sin nada». Pazos sostiene sus palabras en la pérdida de fuerza que Galicia ha sufrido últimamente en el sector eólico. La empresa danesa Vestas, dedicada a la fabricación de componentes para aerogeneradores, anunció en septiembre el cierre de su factoría en Viveiro, mientras unos meses antes Siemens Gamesa clausuraba su planta de As Somozas tras 23 años de actividad.
Por su parte, la Xunta niega no tener planificado el modelo eólico gallego. Paula Uría, directora general de Planificación Energética y Recursos Naturales, asegura que este aspecto está «perfectamente claro». «El futuro de la eólica en Galicia pasa por una planificación ordenada que brinde seguridad jurídica tanto al sector como a la sociedad, y que además asegure un desarrollo totalmente compatible con el medio natural. Es importante que este mensaje de tranquilidad llegue a la patronal y a la ciudadanía. La Xunta tiene el plan y el modelo eólico perfectamente determinado y claro, y agiliza aquellos proyectos compatibles con el medio natural», remarca. Asegura, además, que en este momento se están tramitando más de 250 solicitudes de parques, aunque admite que solamente 42 tienen prioridad.
Las acusaciones de las plataformas anti eólicas presentan otro problema a las empresas en este conflicto, porque su repercusión en la sociedad y en la opinión pública es notable. Pazos sostiene que muchas veces «es imposible» tener diálogo con ellas porque «hay negacionismo» en algunas, que no aplauden la aprobación de ningún parque. Contesta a los argumentos aportados sobre daños en la salud, medio ambiente y paisaje recordando que todos los proyectos tardan de 3 a 4 años en pasar un control de impacto ambiental, por lo que « no es una cosa que se adjudica de hoy para mañana », sino que «pasa por casi 20 organismos que opinan sobre él». Defiende, además, que hay 7.000 familias en Galicia trabajando para la industria eólica y que incluso hay ayuntamientos que si no tienen molinos «la gente se va, porque es la única forma de mantener una población rural dispersa. En los terrenos donde están los parques muchas veces no hay ninguna producción, ni agrícola, ni ganadera ni nada, y suponen un ingreso a la comunidad de unos 13.000 euros por aerogenerador al año. A nosotros nos dicen, en contradicción con estos grupos negacionistas, que si nosotros no vamos allí ellos se van. No tienen nada que hacer en el lugar».
En este aspecto, la Xunta suscribe la postura de la patronal y niega los efectos adversos que alegan las plataformas. Según Uría, no hay ningún dato que demuestre lo que se está diciendo desde las asociaciones sobre los efectos negativos de parques eólicos. «No tenemos avalado ningún problema de ningún tipo de ningún parque eólico que esté autorizado o en funcionamiento. Se hacen seguimientos técnicos anualmente, y de haber algún problema se pondrían en marcha las medidas correctivas». Añade, además, en línea con el argumentario de la patronal, que antes de autorizar un parque el proyecto se analiza por parte de todos los organismos de la Xunta e incluso de concellos y la diputación. «Se analizan todos los aspectos de salud, de urbanismo, de paisaje, compatibilidad con el patrimonio cultural y la fauna y flora . El análisis técnico de los expedientes de los proyectos es muy exhaustivo, es más, casi el 90% de los proyectos sufren modificaciones desde su inicio derivadas de los informes técnicos para adecuarlos. Se analiza todo de manera muy rigurosa».
Otro de los puntos candentes en este conflicto es la supuesta autosuficiencia energética de Galicia con la potencia que se produce actualmente. Desde las plataformas anti eólicas, Del Río critica que hay «un exceso de parques» y que la comunidad ya genera más de lo que necesita consumir. «En 2020 se produjeron en la autonomía 24.000 gigavatios en energía hidráulica y eólica, de los cuales consumimos 18.000 y sobraron 6.000. Esto demuestra que somos autosuficientes en energías limpias». Pero los datos de la Asociación Eólica de Galicia cuentan otra realidad. La patronal aleja la idea de esa autonomía energética, y asegura ser consciente de la «confusión» que existe en la sociedad en cuanto a este asunto. «Hay mucha desinformación con el tema de que tenemos energía suficiente para nosotros», asevera el presidente de la patronal, y reconoce que, aunque es verdad que Galicia produce la misma energía que consume, lo cierto es que la comunidad depende en un 75% de importación de energía primaria. « Galicia no es autosuficiente, de hecho, es muy deficitaria en energía primaria . Cuando no hay viento tenemos que importar, hay muchos momentos del día en los que estamos importando energía tanto nuclear como gas. No sobreviviríamos con un sistema independiente de energía eléctrica».
Aunque la autosuficiencia quede lejos, lo cierto es que no es imposible. Una de las tecnologías que acercan ese ideal es la eólica marina, por la que apuestan enérgicamente tanto la Xunta como la patronal. Para Pazos significa nada más y nada menos que «el futuro de Galicia» en el marco de la electrificación de la economía europea, que se prevé que proceda en un 50% de esta fuente. Asegura que la comunidad tiene un enorme potencial por la gran cantidad de puertos y astilleros que hay para asistir esa producción.
Molinos en el mar
La Xunta también apuesta por el mar. Coincide en que existe un alto potencial de desarrollo de esta tecnología, que va a ser «realmente muy importante para nuestra comunidad», en palabras de Uría. Sin embargo, lamenta que todavía no hay proyectos en marcha «porque el Gobierno aún no ha planificado el espacio marino, que es una condición previa para saber si se puede avanzar o no con la licitación de un parque eólico marino. Mientras no haya planificación no se puede hablar de proyectos ».
Pero tampoco está exenta de protestas esta modalidad eólica. Aunque la Xunta subraya que los proyectos se coordinarán siempre con el sector pesquero, «prioridad» para el organismo, lo cierto es que ha habido quejas de los pescadores desde que se anunciaron los primeros parques en el océano. Parece que aún queda tiempo para que amainen los vientos de guerra en Galicia.