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Disputas entre los grupos de la oposición enfrían una posible moción de censura en Lugo

El PP rechaza la propuesta del BNG de asumir la alcaldía con dos ediles de 25 y pide diálogo «con los pies en la tierra». Lara Méndez asegura que «no teme» un relevo en el consistorio y recuerda que esa opción «siempre estuvo presente»

La alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, antes del pleno de presupuestos EFE
Zoraida Rial

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Todos coinciden en diagnosticar un cambio en la alcaldía como remedio a la «parálisis» que, a su entender, sufre el Concello de Lugo desde que Lara Méndez tomó las riendas de la ciudad. No obstante, las diferencias entre los cinco grupos que conforman la atomizada oposición lucense enfrían de momento un posible relevo en el consistorio aprovechando la delicada situación de la regidora, que este miércoles perdía la cuestión de confianza vinculada a la aprobación de los presupuestos de 2018 . El primero en desmarcarse y ofrecerse como candidato alternativo fue el portavoz del BNG en el municipio, Rubén Arroxo, que pese a que su grupo cuenta con tan solo dos concejales de los 25 que conforman la corporación, aprovechaba el debate de la cuestión de confianza para postularse para encabezar «un gobierno alternativo a la izquierda del PSOE».

El PP lucense no dudaba esta mañana en echar por tierra las aspiraciones del nacionalista y, desde su posición de fuerza más votada en los últimos comicios locales, reivindicaba «diálogo con los pies en la tierra». «Somos el partido más votado, el grupo mayoritario, tenemos incluso más concejales que el propio equipo de gobierno (que cuenta con 8 frente a los 9 del PP), y aquí la aritmética echa por tierra los argumentos de algún otro partido», explicaba el portavoz popular Antonio Ameijide en conversación con ABC. El popular iniciará mañana mismo una ronda de contactos con los distintos portavoces para explorar las opciones de un cambio de gobierno para el que sería necesario el apoyo de al menos trece concejales. De este modo, para que la moción de censura prosperase, a los populares no les valdría con lograr el respaldo de Ciudadanos —con dos ediles—, sino que necesitarían también el beneplácito de alguno de los tres grupos de izquierda con representación en el consistorio: la marea local Lugonovo (con tres concejales), el BNG (con dos) o del edil de ACE-Esquerda Unida, Carlos Portomeñe.

«Haremos todo lo posible para llegar a una entente de esas características», insistía Ameijide, que antepone la voluntad de sacar a Lugo de la «parálisis» a la dificultad de las negociaciones. «Obviamente son conversaciones complicadas, con posicionamientos ideológicos muy distantes entre sí, pero estamos abiertos a dialogar, como siempre hemos estado», manifestó el popular en declaraciones a este diario.

La atomización del consistorio lucense juega en este caso a favor de Lara Méndez, que hoy afirmaba que «no teme» la posibilidad de que finalmente se materialice el relevo en la alcaldía. «La moción de censura está ahí, estaba en el 2015, estaba en el 2016, estaba en el 2017 y estará en el 2018. Tenemos una corporación muy plural, con seis fuerzas políticas, y la aritmética es lo que es», concluía la regidora, consciente de la dificultad de que partidos tan dispares alcancen un pacto que se traduzca en un gobierno alternativo.

«Respaldo» del PSOE

Ante la delicada situación que vive la regidora socialista, el secretario general del PSdeG quiso mostrar su apoyo a Lara Méndez e instó a las formaciones de izquierda del consistorio lucense a «estar a la altura de las circunstancias». Según Gonzalo Caballero, es necesario que tanto Lugonovo, como el BNG y ACE-Esquerda Unida realicen «un ejercicio de responsabilidad» y favorezcan la gobernabilidad del consistorio lucense. «Tienen que entender que la alternativa al PSdeG va a ser el PP», apuntó. Por su parte, el presidente de la Xunta denunció que la situación que experimenta la ciudad de Lugo es «una muestra más» de la «inestabilidad» que sufren los municipios en donde no gobierna la lista más votada. «Si gobernase el más votado, ese gobierno estaría menos deslegitimado», zanjó Feijóo.

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