Entrevista

Fernando Portillo, @JudgeTheZipper: «Nos falta una voz oficial que explique a la gente las decisiones judiciales»

El magistrado tras la célebre cuenta de divulgación jurídica charla con ABC: «El CGPJ transmite una imagen politizada que se generaliza a toda la carrera»

Fernando Portillo, alias 'Judge The Zipper', posa con el libro francis silva

Fernando Portillo es magistrado, decano de los juzgados de Melilla y presidente de la asociación profesional Foro Judicial Independiente, pero también es un tuitero de pro que concita 93.000 seguidores en su perfil, Juzge The Zipper, donde parapetado tras el retrato de un imputado ... novecentista -señalado como 'Jack el destripador'- practicaba desde 2016 la divulgación jurídica en el anonimato hasta que su personaje decidió saltar a las librerías. Ha publicado 'Destripando el Derecho' (Ed. Esfera de los Libros), un manual que sin serlo, habla de justicia a «quienes no saben de derecho ni de jueces». Los beneficios van a la lucha contra la ELA.

-Está visto que un juez puede opinar en redes pero, ¿debería?

-Depende de los límites. Como jueces, tenemos la misma libertad de expresión que el resto de los ciudadanos, pero además tenemos nuestro régimen disciplinario. De lo que solemos hablar es de límites éticos, porque, ¿hasta qué punto es ético que un juez pierda su neutralidad política en redes sociales? Desde lo ético y deontológico ni está bien visto ni permitido, pero no tiene consecuencias jurídicas ni debería.

La sociedad debería ser lo suficientemente madura para asumir que los jueces tenemos ideología y opiniones y creencias pero que eso no influye en nuestro trabajo judicial. Mientras esa sociedad no exista, yo voy a ser prudente. Pero si la alternativa es que por ponernos la toga nos ponen una mordaza, yo me voy al otro extremo.

-Entonces, ¿por qué el anonimato?

-En mi caso fue por autoprotección. El ciudadano medio no distingue entre lo que digo en Twiter y mi trabajo en el juzgado. Con el paso de los años creo que es una forma muy legítima de actuar, porque doy tranquilidad a la Justicia, en el sentido de que no venga el ciudadano y piense que no le va a ir bien por algo que yo haya expresado en redes, aunque no tiene nada que ver con mi trabajo.

-Define a los jueces en el libro como «profesionales de la imparcialidad»

- Somos como el árbitro de fútbol, que quizá tenga simpatías pero trata de hacerlo lo mejor posible. Luego están los sesgos que nadie controla, pero nosotros hacemos ese esfuerzo consciente. Colgamos el sistema de creencias e ideologías en la percha al ponernos la toga para resolver lo más ecuánimemente posible.

-¿La ciudadanía lo percibe así?

-El hecho de que el CGPJ esté en manos de los políticos transmite una imagen politizada que generaliza esa mancha de aceite a toda la carrera judicial, que somos ajenos a esos juegos de poder. El Consejo lo ha embarrado todo. Se hace que la ciudadanía nos perciba como politizados y son las leyes las que permiten que sean los partidos quienes tengan el control.

-¿Contribuye también la polarización de las propias asociaciones?

-Es cierto que algunas asociaciones judiciales parecen más alineadas con unas ideologías que otras y transmite a la sociedad que la ideología es clave, y no lo es. Pero contribuye a que se dé esa imagen. Cerca de la mitad de la carrera no está asociada porque no quiere ser etiquetada.

-El libro tiene clara vocación pedagógica, como su Twitter, como contrapunto a la desinformación. ¿Tan mal se informa sobre actualidad judicial?

-Hay mucho margen de mejora. Los medios no lo están haciendo bien en general en estas cuestiones, pero rompo una lanza en su favor, porque todos somos hijos del tiempo que vivimos y el periodista no suele tener tiempo para profundizar.

- ¿Por eso acaban jueces y letrados en redes explicando las resoluciones?

-Echo en falta que esta labor de divulgación sea oficial. Ante el vacío de un cauce oficial de transmisión de la información judicial nos hemos visto empujados los compañeros, también las asociaciones, a hacerlo. Y no se trata de decir si es una buena o mala decisión, sino explicar qué es lo que ha pasado. Como con Isa Serra (Podemos, condenada por el Supremo), que no es que no hubiera pruebas, como decían.

Ahora además, la actividad judicial está mucho más expuesta que antes. Las decisiones que adoptan juzgados y tribunales y los propios jueces nos convertimos en noticia, hasta hay una indagación sobre su persona y sobre su vida, y eso que a los jueces nos gusta trabajar en silencio. Que haya cada vez más noticias lleva a la necesidad de tener un portavoz oficial que salga y explique. Yo llegué aquí para hablar del día a día de los jueces, pero no de las decisiones, y ha sido necesario.

- ¿Cuál ha sido el asunto que más dificultad ha tenido para explicar y cuál el que menos se ha entendido?

-Posiblemente una sentencia del Tribunal Supremo sobre el impuesto de actos jurídicos documentados. Y luego la ley del 'sí es sí', que no es que me haya costado explicarlo porque es muy sencillo, pero sorprende la cantidad de creyentes. Sigue habiendo mucha gente que piensa que esa ley hace muchas cosas que en realidad, no hace. Se asume un discurso ideológico que parece más propio de una religión.

- El libro se centra en lo Penal y refiere que en España buscamos ahí las respuestas. ¿Es el caso de Rubiales?

-Parece que una conducta sólo puede ser reprochable siendo delito, cuando a lo mejor resulta igualmente reprochable. No tenemos por qué esperar a que las conductas sean sentenciadas por un juez de lo penal para decir que son reprochables. Hay escalas de responsabilidad que parece que se olvidan. Sin entrar en si hay o no delito, pretender que la reprochabilidad de su conducta dependa de que estemos ante una agresión sexual me parece equivocado.

- Critica retrocesos en presunción de inocencia. ¿La sociedad sigue en esa máxima de 'mejor culpables en la calle que un sólo inocente en prisión'?

-Creo que estamos degradándonos hacia un modelo en el que no importa sacrificar a algún inocente. El derecho penal ha ido evolucionando a lo largo de la Historia haciéndose cada vez más civilizado. Cuando hablamos de una norma que trata de proteger a los inocentes aún a costa de dejar libre a algún culpable, estamos protegiendo al conjunto de la población. Observo, aunque Twitter no sea el mejor sitio, que vamos por otro camino. Para mí eso es un retroceso.

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