El documento de la OTAN que Sánchez dice que no ha firmado después de haberlo firmado

El primer apartado reafirma el compromiso de todos los miembros de la OTAN con la «alianza más fuerte de la historia y el vínculo transatlántico», un pacto suscrito hace 76 años. Además, el acuerdo hace referencia al artículo 5 del Tratado de Washington que dio cuerpo a esta alianza que en su origen nació para defender a los países occidentales de la amenaza comunista. Según este artículo «un ataque contra uno es un ataque contra todos». «Seguimos unidos y firmes en nuestra determinación de proteger a nuestros mil millones de ciudadanos, defender la Alianza y salvaguardar nuestra libertad y democracia», especifican los presidentes y jefes de Estado reunidos en La Haya.

Si en la génesis de la Alianza Atlántica el objetivo era protegerse de la Unión Soviética, ahora los aliados no se olvidan de su 'heredera' Rusia a la que califican de «amenaza a largo plazo». Y para defenderse de las belicosas decisiones de Vladímir Putin -sirva Ucrania como ejemplo y anteriormente Georgia-, los aliados se comprometen «a invertir anualmente el 5% del PIB en necesidades básicas de defensa de aquí a 2035 para garantizar nuestras obligaciones individuales y colectivas». No hay atisbos de duda en este acuerdo. «Sin excepciones», como ha repetido en varias ocasiones el secretario general de la organización, Mark Rutte.

Estas inversiones que deben realizar todos los Estados permitirán a la Alianza, según el documento, disponer de «fuerzas, capacidades, recursos e infraestructuras» para conseguir las tres tareas básicas de la organización: disuasión y defensa, prevención y gestión de crisis y seguridad cooperativa.

Como se había señalado en las reuniones de trabajo dentro de la Alianza Atlántico, ese 5% se divide en dos partes y así viene recogido en el punto tres del pacto de La Haya. Los aliados, sin exclusiones, deberán destinar anualmente «al menos» el 3,5% a la financiación de las necesidades básicas y al cumplimiento de los objetivos de capacidad de la OTAN. Unos objetivos, en el caso de España, que Sánchez ha insistido en que se pueden cubrir con el 2,1% del PIB: Además, los Estados miembros se comprometen a demostrar cada año su trabajo de cara a cumplir este objetivo en 2035.

El 1,5% restante estará destinado a la seguridad en un abanico mucho más amplio de temas. «Hay que dar rienda suelta a la innovación», reclama el documento, que también señala que esa partida tiene que ir destinada a mejorar infraestructuras críticas, a la preparación de la población civil, mejorar las redes o reforzar «nuestra base industrial de defensa». Este plan de la OTAN se revisará en 2029, cuando se analicen y actualicen los objetivos de capacidad.

Para concluir, dos responsabilidades. El primero, el mismo que repiten desde que Moscú decidió invadir suelo ucraniano. Los aliados reafirman sus compromisos «permanentes» con Kiev, «cuya seguridad contribuye a la nuestra», en materia defensiva. El segundo es la reafirmación por parte de los aliados de ampliar la cooperación industrial entre las dos orillas del Atlántico Norte en materia de defensa y de aprovechar la tecnología y el «espíritu de innovación» para avanzar en la seguridad colectiva. «Trabajaremos para eliminar las barreras al comercio de defensa entre los aliados y aprovecharemos nuestras asociaciones para promover la cooperación industrial en materia de defensa», termina el documento.