El Congreso avala la Ley del Deporte y PNV y Bildu avisan que no basta con equipos de surf y pelota

El texto ha sido respaldado por 166 votos a favor (PSOE, Unidas Podemos, PDECat, Más País, Compromís, PNV, Coalición Canaria, PRC y Teruel Existe), 157 en contra (PP, Vox, Ciudadanos, Junts, CUP y Foro Asturias) y dieciocho abstenciones (ERC, EH Bildu y BNG).

En concreto, la ley permite la participación en competiciones internacionales a las selecciones autonómicas de deportes «con arraigo histórico y social» en sus respectivas comunidades, así como a aquellas que se registrasen en la federación internacional antes que la selección española de turno. Desde el PNV ejemplificaron ya la semana pasada, al paso de la ley por la Comisión de Cultura y Deporte, que esto puede afectar, de primeras, a la selección vasca de pelota —por «arraigo histórico» en el País Vasco— y a la de surf —por haberse inscrito la federación vasca en la federación internacional antes que la española—.

Este asunto, por la mañana, ha copado la atención del debate parlamentario, en el que el nacionalismo vasco sacaba pecho, el catalán se dividía entre el elogio a los vascos y la reivindicación propia, la derecha arremetía contra una nueva cesión del Gobierno, y el PSOE se defendía de las múltiples críticas recibidas. Pero lo que ha quedado patente, una vez más, es la insaciabilidad del nacionalismo, siempre dispuesto a pedir más.

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«Euskal Herria es una nación y debe poder tener sus selecciones nacionales», ha dicho la portavoz de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua, cuyo grupo no ha apoyado la ley, precisamente, por limitarse esta cuestión a excepciones y no permitir a los vascos, de forma generalizada, elegir entre competir por España o por el País Vasco. «¿Es el último paso? No. ¿Es el primero? Sí. ¿Nos conformamos con ello? No. Somos un país que tiene derecho a tener selecciones propias. Entre el todo y la nada, creemos que es mejor dar un paso», ha expuesto a continuación Joseba Agirretxea, del PNV, en un tono más posibilista.

Los dos partidos han criticado la ley por nacer con una vocación centralista —una crítica repetida por ERC, Junts y BNG—, pero han reivindicado mejoras en el texto durante su tramitación, especialmente en aspectos sociales. ERC, que presentó una enmienda a la totalidad en su momento por «vulneración competencial», ha presumido de la protección de los derechos de personas LGTBI, mujeres y deportistas con discapacidad, así como el respeto escrupuloso «a las competencias transferidas a las comunidades autónomas». «Señorías, las medallas se reparten fuera», ha avisado Antonia Jover, de Unidas Podemos, antes de reconocer el papel de las federaciones para el desarrollo de la ley.

El republicano Gerard Álvarez ha tildado de «imprescindible» el «reconocimiento de las selecciones nacionales», en alusión a los combinados autonómicos de Cataluña, pero ha ido más lejos Pilar Calvo, de Junts, con un mensaje reprobatorio hacia el PNV. Primero ha felicitado a la formación vasca por «conseguir que Euskadi compita internacionalmente», pero luego ha echado en cara a los nacionalistas vascos que hayan contribuido a que «se veten» selecciones de las nacionalidades históricas catalana, vasca y gallega, como reclamaba el partido de Carles Puigdemont. El duro tono de la diputada de Junts ha provocado una respuesta en forma de comunicado del PNV, muy crítico con su «pretensión» de «echar por tierra» el acuerdo alcanzado por el partido vasco.

Calvo ha expuesto que si es «por arraigo histórico», en fútbol, el Barcelona es más antiguo que el Real Madrid, club que además fue fundado por catalanes. Y si es por «arraigo social», con más socios los culés, también. Pero la última palabra sobre qué selecciones autonómicas pueden o no competir internacionalmente, como recoge también la ley, la tiene el Consejo Superior de Deportes, dependiente del Gobierno.

El PP, Vox y Ciudadanos (Cs) han arremetido con dureza contra esta cesión al nacionalismo, al entender que pone en peligro la unidad nacional en el deporte y sirve de altavoz propagandista al independentismo. Javier Merino (PP) ha acusado al Ejecutivo de haber intentado «tapar» el tema de las selecciones autonómicas con el conflicto en el fútbol —solventado en comisión al atenderse parcialmente las reclamaciones de 39 de los 42 clubes de Primera y Segunda División que amenazaban con un paro en el 'deporte rey'— y ha avisado: «El deporte español está por encima de ustedes y de nosotros».

José Ramírez (Vox) ha lamentado que el nacionalismo haya conseguido en esta ley dos de las cosas «en las que tiene más práctica»: arrancar una concesión a los socialistas y hacer «propagandismo» con el deporte. Mientras que Guillermo Díaz (Cs), el más duro de los tres en este tema, ha criticado la 'victoria' de «los del narcisismo de siempre», con una «negociación opaca» que logra «una propaganda enorme» para las «comunidades autónomas con arraigo histórico, es decir, donde hay nacionalismo». «El surf todo el mundo sabe que lo inventaron en Euskadi, Euskalifornia», ha ironizado.

El portavoz del PSOE en el debate, Juan Luis Soto, ha aseverado por contra que esta ley es «un proyecto de país»: «Con esta ley, señorías, España no se rompe sino todo lo contrario. El deporte se convierte en una herramienta de cohesión social y territorial de nuestro país». El ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, no solo no ha defendido el proyecto de ley en la tribuna de oradores, sino que no se encontraba en el hemiciclo durante el debate.

La ley que aprueba este jueves el Congreso reconoce además el reparto colectivo de los derechos del fútbol —PSOE y Unidas Podemos transaccionaron una enmienda tras la presión del resto de partidos— e introduce una enmienda conocida como 'anti-Piqué' para evitar que las federaciones puedan contratar la organización de competiciones oficiales con empresas de deportistas que compiten en ellas, como sucedió con la Supercopa de España de fútbol celebrada en Arabia Saudí.