DESTINOS BAJO LA AMENAZA DE LA TURISMOFOBIA
El 'infierno' al volante de Jávea, atrapados en el atasco en un paraíso de calas
La masificación llegó a dejar bloqueados a visitantes en los accesos a las playas y se ha restringido el acceso en coche
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Jávea
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Iniciar sesiónUn destino turístico que encaja especialmente bien en ese escaparate idílico que muestran algunas redes sociales con los lugares más atractivos donde viajar. Así luce Xàbia o Jávea por algunas de sus calas, punto de peregrinación más aún en la era internauta ... para jóvenes y familias, hasta el punto de que han llegado al límite del colapso por carretera, en coche.
Ahora, en plena temporada alta e incluso en uno de los raros días nublados en la Costa Blanca alicantina, antes de media mañana ya no se puede llegar hasta el litoral en ningún vehículo de cuatro ruedas, porque se han ocupado las plazas de aparcamiento. «Sólo pueden pasar quienes tienen reserva en el restaurante o para hacer kayak», explica Clara, que con chaleco reflectante informa uno a uno a los conductores que forman cola y tienen que dar media vuelta por donde han venido para retroceder a un par de kilómetros de distancia de la cala de La Granadella. «Hay otra zona de estacionamiento más atrás y sale un autobús para llegar a la playa», añade Cristian, el vigilante junto a la barrera.
Y es que el Ayuntamiento ha tenido que adoptar medidas de urgencia porque los accesos para el tráfico rodado se llenaban a ambos lados de la calzada, hasta en los últimos rincones y sin dejar espacio para maniobrar y salir de regreso tras el chapuzón en estas playas. Un asiduo había lanzado una alerta por internet: «Importante-aviso para quienes bajan a Cala Granadella. Este sábado bajé entre las 12:30 y las 12:45 y estuvimos a nada del colapso total. Lo digo con conocimiento de causa: llevo años aquí y sé lo angustioso que es quedarse atrapado entre coches sin poder avanzar ni retroceder, bajo el calor. No lo digo para asustar, lo digo para que lo pienses dos veces antes de bajar sin control de aforo. No importa si crees que por ser joven no te va a pasar. Pasa, y rápido».
Ahora, en cambio, unos llegan en ese nuevo autobús municipal y otros -los más madrugadores- llevan a cuestas sus sillas y mesas plegables, toallas y neveras desde sus coches por esas pendientes que descienden hasta el agua, entre acantilados, con una piedra debajo de algunas ruedas a modo de cuña, por seguridad para inmovilizar el vehículo.
«No hay gente que venga a trabajar a Jávea, por cómo se han puesto los alquileres», señala Alejandro, socorrista en el puesto de la Cruz Roja y nacido en este municipio, como el resto de integrantes del equipo que presta este servicio, del 15 de junio al 15 de septiembre, excepto uno, que procede de Tavernes de la Valldigna, en Valencia, pero que tiene alojamiento en casa de un amigo. Antes sí venían jóvenes a buscarse este empleo de temporada, pero la inflación inmobiliaria no deja opción.
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En general, se respira un ambiente tranquilo sin que se pueda percibir «turismofobia», porque se es consciente de que se trata del activo principal de la economía local, aunque sí viven una explosión de visitas. «Al principio, te llamaba la atención si veías en TikTok que había salido La Granadella, ahora ya casi prefieres que no se vea nada», reflexiona Alejandro, en un resumen de ese cambio de sentir orgullo a cierto hastío y temor a que la red agrave la masificación. Los más críticos forman el grupo denominado El Garrot, que se han manifestado con una pancarta gigante contra la «turistificación» y lanzan mensajes de protesta en redes para reclamar que se limiten las visitas y la actividad relacionada con el sector, como los alquileres turísticos.
Aunque el verano pasado y este hay mar agitada y mucho oleaje, otra novedad inesperada, este aumento de la afluencia de bañistas no ha implicado más riesgos. Los socorristas tienen pocas incidencias graves como rescates en el agua. «Más bien suelen ser mareos de personas que han hecho kayak o surf, cuando vuelven a tierra», narra este joven conocedor de la zona.
Como en Tailandia, a por el selfie
Uno de los reclamos que causa furor a infinidad de estos peregrinos internautas sólo es accesible desde el mar, por un sendero que bordea una ribera rocosa de la cala, hasta llegar a un rincón paradisíaco de paisaje y estampa muy similar a otro famoso en Tailandia, con un pequeño islote a la vista. De nuevo, tras difundirse imágenes en redes, se ha hecho viral y no dejan de llegar interesados en hacerse el selfie allí, que contratan excursiones guiadas con monitor.
Aparte de este reclamo, el clásico por excelencia se conoce como la «puerta azul», que en realidad son dos, en una barraca de muros blancos encalados que da nombre a la cala vecina del Portixol. Lucía y varias amigas han venido desde Madrid en autobús hasta Jávea, más de seis horas de viaje que ha culminado en taxi hasta este icono que han convertido aún en más famoso algunos influencers y youtubers. «Lo vimos en Instagram», recuerdan estas jóvenes que preparan minuciosamente su pose para inmortalizar el souvenir con la imagen más elegante en atuendo veraniego y playero, gafas de sol y complementos al biquini, pareo y, sobre todo, sonrisas de satisfacción de haber emulado a sus ídolos y compartido experiencia.
Preguntadas sobre si detectan «turismofobia», comentan que empiezan a notar cierto recelo «con los madrileños», aunque Lucía matiza que se ve en otro destino en el que suele ir de vacaciones, en Puerto de Santa María (Cádiz).
A pocos metros, hay cola de clientes potenciales en el restaurante con balcón de vistas al Mediterráneo, que tiene que poner una gruesa cuerda a modo de barrera porque está completo ya a las doce del mediodía. Cuando algunos dejan el establecimiento, se deja entrar a otros.
PIB versus paisaje
Este bullicio en primera línea de costa no impide a Teresa, que vive en uno de los chalés cercanos, edificados en la calle de acceso a la Cala Barraca o Portixol, concentrarse en el estudio para preparar unas oposiciones.
Ha pasado largas temporadas y veraneado desde niña en esta vivienda de su familia, residente en Valencia, y ha visto la evolución y desarrollo del turismo. «Afecta al paisaje, al entorno natural ya no es el mismo, al venir mucha más gente hay contaminación: antes el agua estaba clara y se veían los peces», pone como ejemplo de la transformación. No obstante, esta futura opositora no pierde de vista la relevancia económica de este tránsito de personas. «Esto genera más PIB, lo que es importante y no se puede olvidar tampoco, por lo que es un tema controvertido», opina.
En definitiva, en Jávea el debate está abierto y el equipo de gobierno municipal de la actual alcaldesa, Rosa Cardona (PP), ha puesto en marcha esos controles de acceso y habilitado transporte público para descongestionar el acceso a sus calas. Su antecesor en el cargo, José Chulvi (PSPV-PSOE), ya se mostró partidario en la anterior legislatura de poner coto a la masificación turística y regular un modelo más sostenible.
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