La tormenta perfecta en los ambulatorios: «Llamamos a los positivos y están en el banco o en el supermercado»

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Es el día a día en un centro de salud que soporta los desmanes de una pandemia desbocada en una autonomía en la que el coronavirus todavía no ha tocado techo . Lo cuenta a ABC la presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria, María Angeles Medina. En su pequeño consultorio se piden más de 120 PCR al final de cada jornada y los casos que se detectan son solo la punta del iceberg.

«Las cosas no están bien y no van a ir a mejor. Ya no hay vuelta atrás. El rastreo que estamos haciendo es absolutamente ineficaz . Se ha perdido la trazabilidad y es inabordable. Estamos vaciando el océano de agua con un cubito como los que utilizan los niños para jugar en la playa», lamenta.

Medina señala que los ambulatorios están «totalmente colapsados» por la transmisión comunitaria del virus -cada positivo contagia de media a otra persona- y con un volumen de trabajo que solo relajará, asegura, un confinamiento como el de marzo , «la única medida que realmente ha aplanado la curva».

En su opinión, no se ha escuchado a los expertos. «Cada vez que nos han dicho que había que salvar algo, ha habido una oleada», apunta, aunque cree que ya llegará el momento depurar responsabilidades por haber llegado «tan tarde» y no haber restringido más las Navidades. «La primera oleada no la vimos venir, pero ahora estamos encadenados a la vía del tren sin poder escaparnos , porque nos dan ganas de huir».

Los médicos de cabecera querían llegar más tranquilos a la vacunación, «la única carga» que deseaban, pero «estamos en la tormenta perfecta: apagando el fuego y echando más leña ». Al cansancio por una situación que se alarga demasiado en el tiempo y cuyo final no parece inminente, se une la preocupación por algunas actitudes que demuestran que la responsabilidad individual no funciona .

«Estamos llamando a la Policía por pacientes que son positivos y al hacerles el seguimiento nos dicen que contactemos con ellos después porque están haciendo gestiones en el banco o comprando en el supermercado», revela la presidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria.

Es tiempo de mucha «incertidumbre», la misma que han sentido cuando han tenido que transportar a enfermos en los coches a los que después suben sus familiares. Medina reconoce que la atención domiciliaria también se ha resentido : «Nos gustaría haber ido más. Hay muchos dramas en esos avisos a domicilios».

Los recursos sanitarios no son ilimitados y la realización de pruebas diagnósticas se ha convertido en un negocio redondo para las clínicas privadas. Pero el colapso de lo público tiene consecuencias más graves.

Los «pseudoterapeutas» aprovechan que el sistema nacional de salud está flojo y es más difícil acceder a él para ganar dinero a sabiendas de que las «curas milagrosas» que recetan no tienen ninguna evidencia científica. «Son unos timadores profesionales. Los mismos que ofrecen lejía para curar el autismo o el propio coronavirus . La gente necesita que le oigan y eso lo hacen muy bien», advierte María Angeles Medina.

Al mismo tiempo, los pacientes «llaman y llaman, pero nuestras centralitas están colapsadas», esgrime recordando que «no somos ni superhéroes ni superheroínas» . «Somos los mismos de siempre, sin contar las bajas, con siete mil capas encima».