Un brazo robotizado verifica 11 características de las palas de pádel

El laboratorio, impulsado por el Instituto de Automática e Informática Industrial (Instituto ai2) y la empresa Testea Pádel y ubicado en la Ciudad Politécnica de la Innovación, podrá tener disponible el sello de acreditación en 2019.

El proyecto consiste en el acople de sensores inerciales en un brazo robótico, proporcionado por la firma Stäubli, habitual colaboradora de ai2, que se encarga de manipular la pala de pádel.

Posteriormente, se procesan los datos generados por esos sensores para determinar los valores de once parámetros de calibración que definirán jugabilidad, calidad y características de las palas y que acreditarán a los fabricantes, explica a EFE el investigador principal del proyecto, Martín Mellado.

En la primera fase del proyecto, que comenzó en diciembre de 2017 y finaliza ahora, se han estudiado y definido cuatro valores: vibración, dureza del punto óptimo de golpeo, zona dulce de la pala (la que rodea el puntó óptimo de golpeo) y homogeneidad de fabricación.

Esta iniciativa es, según Mellado, un ejemplo de transferencia de tecnología de los desarrollos del Instituto ai2 en la manipulación robótica de alimentos a otros sectores como el deporte.

«El procesado de señales procedentes de sensores inerciales que usábamos para conocer si una fruta o verdura estaba madura cuando se manipulaba con un robot se ha aplicado a reconocer cómo es el impacto de la pala a la bola y para extraer la característica de este golpeo, definiendo las prestaciones de la pala», subraya.

El ingeniero y gerente de Testa Pádel, Jordi Piedra, asegura a EFE que «el pádel es un sector que ha experimentado una subida exponencial los últimos años, lo que ha provocado que se vinculen a él tanto marcas profesionales como otras que no lo son».

Piedra añade que han detectado que esa marcas usan "un lenguaje muy complejo" para definir sus colecciones que, muchas veces, "los jugadores no entienden".

Por esa razón el proyecto nació con dos objetivos: la necesidad de que las marcas punteras fabricantes de palas de pádel, principal mercado al que se dirigen, tuvieran un sistema de acreditación que garantizara sus productos, y "estandarizar un lenguaje común para dirigirse al cliente a la hora de describir las prestaciones de las palas?.

La Federación Española de Pádel cuenta desde 2013 con un sistema de homologación de calidad de materiales y pistas pero, según Piedra, « hasta ahora no existía un sistema que acreditara las prestaciones de las palas , como ocurre en otros sectores».

Para cubrir este hueco, Testea Pádel se unió al Instituto ai2, e investigadores y tecnólogos implementaron el sistema SEP para que se tradujera en un sello físico que acompañará a las palas y visibilizará sus valores de jugabilidad.

«El proyecto se alargará este año y esperamos que las marcas puedan acreditar sus palas de pádel con el sello Testea Pádel, avalado por la UPV, a partir de 2019», indica Piedra, que añade que este reconocimiento está dirigido solo a firmas "dispuestas a innovar" y que su cliente potencial "representa el 20 % del mercado".

El pasado abril, el laboratorio Testea Pádel Ai2 UPV se presentó con "éxito" a las principales firmas fabricantes y, según Piedra, consiguieron que querían: "Poder ir de la mano de las principales empresas del sector con el objetivo de que el sistema cubra todas las necesidades reales que les surgen con el cliente?.

En España hay 64.000 jugadores de pádel federados en 2017 , según la Federación, y existen cuatro millones de jugadores en total , de acuerdo con un estudio de Padel World Press de 2015, que incluía a aquellos que habían jugado a pádel alguna vez ese año.