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La necesidad de reformas y Zapatero

LA situación económica de España es a juicio de todos -menos de Zapatero- lamentable. El último, pero no el peor, ha sido Standard and Poors, que ha apuntado una rebaja futura en la calificación de la deuda del Reino de España. Antes fueron el FMI, ... la OCDE, la propia Comisión de la UE por boca del comisario Almunia, socialista conspicuo, otrora ministro de Felipe. Otros, menos institucionales, pero importantes fueron The Economist, agencias internacionales de calificación, economistas de renombre y un largo etcétera. Todos coinciden en el análisis de la situación: parálisis económica y deterioro de las magnitudes macroeconómicas del Estado. Todos coinciden en el tratamiento: reformas estructurales. La primera de estas reformas es la del mercado de trabajo. Sin embargo, Zapatero oye, pero no escucha. El hombre del diálogo, el que inventó la alianza de civilizaciones, el que apostó por derribar los tabús, el presidente del «buenismo» no quiere ni hablar de reformas en profundidad. En cambio, no tiene inconveniente ninguno en encarnizarse con el sentimiento católico al apostar por una política claramente laicista. Estas reformas sí le interesan. Lo hemos visto recientemente en el Congreso de los Diputados al aceptar unas enmiendas de ERC y IU que suponen un aborto libre hasta 22 semanas (casi seis meses de gestación). Pobres niños: no tienen un sindicato que les apoye. Hay materias que son reformables hasta el infinito, y otras que no son reformables. Aquí no hay alianzas, ni compromisos. Pues va a ser que no, dice Zapatero. Se queda tan ancho y endilga la píldora del día después a niñas de 16 años sin receta médica. Una bomba hormonal es lo que reformará España. Y a las personas que no están de acuerdo ¡que se aguanten!

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