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Antoni Fernández Teixidó - Tribuna abierta

Gobierno inane

Parecerá un despropósito, pero no es exagerado afirmar que la actual función del gobierno de Cataluña consiste en no gobernar. Se pretende que se sucedan las semanas, una tras otra, sin implementar políticas que resuelvan o palien los múltiples problemas que padecen los ciudadanos de Cataluña. El objetivo último de la actuación de Puigdemont y Torra es la agitación y la propaganda permanentes en la defensa de la independencia imaginada y la República proclamada. Todo lo que distraiga a sus electores, seguidores y cómplices de este propósito tenazmente perseguido, es claramente negativo. Todo acontecimiento político, económico e institucional que acaezca en España o en Catalunya debe ser interpretado única y exclusivamente a la luz de esta perversa clave.

Hemos tenido recientemente una prueba inequívoca de tal proceder. Unos WhatsApp pretendidamente escritos por una docena de jueces españoles –en un colectivo de casi seis mil− han provocado la inmediata comparecencia pública de Torra, para exigir, entre otras menudencias, la dimisión del Presidente del Consejo del Poder Judicial. ¿Se ha verificado la autenticidad de los correos? ¿Se ha reflexionado sobre la naturaleza y la importancia de los mismos? No hay tiempo que perder, todo vale, y en el marco de la efeméride del 20 de septiembre ─disturbios ante la Conselleria de Economía el año pasado─ el president Torra denuncia, critica, emplaza y exige a todo el Poder Judicial y al Gobierno. Pensarán ustedes con razón que el mandatario catalán actúa con un punto de precipitación, pero le tiene sin cuidado. Él va a lo suyo. Llena la agenda del día de críticas al Estado, del lamento por los agravios sinfín y de una insufrible exaltación de la firme voluntad de los independentistas y su República de llegar hasta el final.

Así se consumen los días, se dilapidan las horas, se incumple el mandato de los electores para que el gobierno catalán se dedique a gobernar, a trabajar encontrando soluciones a las dificultades por las que el país atraviesa. Para Torra, Puigdemont y los independentistas en el gobierno, ésta no es una cuestión que les incumba particularmente. Su elevada causa está, por supuesto, por encima de lo que consideran humildes intereses de la ciudadanía catalana. Dicen saber a dónde conducen al país, y están dispuestos a que todos arrostremos nuestro sacrificio en aras del ideal secesionista. A buen seguro es un disparate, pero hay un asunto que debería inquietarnos seriamente: parecería que los catalanes se van acostumbrando a tener un gobierno inane y han perdido en parte la esperanza de que sus gobiernos sirvan para lo que fueron elegidos, a saber, gobernar adecuadamente el destino de la nación.

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