El caso Palau: una tragedia para la cultura catalana
El caso Palau: una tragedia para la cultura catalana
El día después. La resaca. El movimiento sísmico que significó para la imagen del Palau de la Música Catalana la puesta en escena protagonizada por los Mossos d´Esquadra, la Fiscalía de Delitos Económicos de Cataluña y la policía judicial que investigan una querella por el ... supuesto desvío de más de dos millones de euros por parte de cuatro directivos de la Fundación Orfeó Català-Palau de la Música continúa perfilando sus ondas telúricas a todos quienes, de una u otra manera, consideran al edificio de Dom_nech i Montaner como de su propiedad.
Los trabajadores de los diferentes departamentos del Palau, desde el personal de sala a sus directivos, intentaban ayer continuar con sus labores habituales, pero muchos tenían en la cabeza las imágenes del día anterior, con la policía cercando las puertas del edificio y con un enjambre de periodistas haciendo guardia para enterarse de detalles de esta noticia que ha acaparado portadas en diversos medios de comunicación. Ha quedado claro que el Palau es una pieza clave de la sociedad catalana. Así se lo han hecho saber a F_lix Millet, presidente de la fundación y principal imputado en la querella por falsedad documental y apropiación indebida, representantes de diversas empresas mecenas del Palau, como también políticos como Artur Mas, quienes, según fuentes de la Fundació, se habrían puesto en contacto con Millet para darle todo su apoyo y confianza. La gerencia ya está trabajando para asumir la crisis y se agradece que todo esto haya sucedido a las puertas del verano, con un largo agosto de por medio para calmar las aguas turbulentas.
Puntos de vista
Pero cada uno se toma la situación según su propia experiencia, según su punto de vista. Así como más de un empleado del Palau -distinguiendo entre si se es titular de un contrato cursado por la Fundació o por el Consorci- confesó a este diario su temor ante un futuro que podría llegar a ser incierto -«¿y qué pasará con nuestra nóminas?», se preguntaban-, otros declinaron hacer cualquier tipo de declaraciones ocultos tras gafas oscuras, cada uno con su razón: «Vosotros sabéis más que nosotros», apuntaba una trabajadora, mientras otra decía, nerviosa, «no podemos decir nada», como si tuviera algo que esconder o como si le hubiesen obligado a guardar silencio haciéndole un flaco favor al propio Palau con su actitud intrigante.
Daño al Palau
En el ambiente musical barcelonés la noticia ha impactado profundamente. Muchos se sienten como si hubiese ocurrido un grave accidente, mientras no falta quien deja ir un «esto se veía venir». El día de la actuación policial, se acercaron anónimamente al Palau diversas personalidades de la sociedad civil después de enterarse de la noticia, como Manuel Beltrand, presidente de la Sociedad del Gran Teatre del Liceu y patrono de la Fundació Orfeó Catalá-Palau de la Música. «Estoy consternado», afirmaba el jueves visiblemente afectado. «Espero que todo se aclare lo antes posible, porque el daño que se le está haciendo no sólo a F_lix Millet y a sus colaboradores más cercanos, sino a todo el Palau, puede ser irreversible».
Y en la práctica así puede ser. Abonada a varias de las temporadas artísticas del Palau, Rosa Maria A. declaró a este diario que se sentía muy desilusionada: «Si se prueban los cargos que se investigan, pediré que me devuelvan el dinero que he dado al Palau, ya que mi familia ha puesto dinero para recuperar el órgano y para restaurar el edificio. Incluso una butaca lleva mi nombre, lo que me llena de orgullo, pero prefiero que lo quiten si han robado».
¿Desapareció dinero? La investigación se centra, precisamente, en una época en la que el Palau luchaba por captar dinero para las obras que estaba acometiendo (2003 y 2004) y que ya se han liquidado. Fuentes cercanas al Palau hablan de una «mano negra» que habría impulsado la puesta en escena del jueves con todo el revuelo mediático que conllevó. Hay incluso personas que piensan que parte de ese dinero en metálico (se habla de reintegros en billetes de 500 euros) se pagó a artistas que cobran un porcentaje de sus honorarios en dinero negro, una práctica bastante generalizada, pero que nadie puede probar. El Palau, sin duda, está bajo sospecha.
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